𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 3

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Subí los escalones de piedra lentamente. Mis zapatos nuevos de suelas duras repiqueteaban contra el suelo y mis pasos resonaban con gran escándalo. Lo que me hubiera apetecido era seguir subiendo hasta la última planta y dirigirme derecho al alojamiento para el profesorado de mis padres, pero sabía que me enviarían escalera abajo de inmediato en cuanto abriera la puerta. Tenía tiempo de sobra para recoger mis cosas y mudarme definitivamente después de comer. Por el momento, la primera prioridad era «instalarme».

Intenté mirarlo por el lado positivo. Tal vez la escuela intimidara a mi compañero de habitación tanto como a mí. Seguramente las cosas serían más sencillas si me tocara convivir con otro «marginado». Iba a ser una tortura tener que vivir con un extraño, verme obligado a compartir el mismo espacio con alguien a quien no conocía, incluso de noche, aunque esperaba que se me acabara pasando. Ni en mis mejores sueños imaginaba hacer amistad con nadie.

En el impreso ponía «Hwang Hyun-jin». Intenté relacionar el nombre con el chico que recordaba, pero no le pegaba, aunque, ¿quién podía saberlo?

Abrí la puerta y descubrí, con el alma en los pies, que el nombre de mi compañero le iba como anillo al dedo. No era ningún marginado. En realidad era la mismísima personificación del prototipo Medianoche.

El cutis de Hyunjin tenía la tonalidad de un río al amanecer, una piel exquisitamente tostada y suave, y llevaba el cabello rizado que dejaba a la vista sus pendientes de perla y un esbelto cuello. Estaba sentado delante del tocador y me miró mientras ordenaba cuidadosamente sus botes de laca de uñas.

-Así que tú eres Taehyung -dijo. Ni apretones de manos, ni abrazos, solo el tintineo de los botes de laca de uñas contra el tocador: rosa pálido, coral, melón, blanco-. No eres como esperaba.

Miles de gracias.

-Lo mismo digo.

Hyunjin ladeó la cabeza y me escudriñó con la mirada. Me pregunté si ya nos odiábamos. Alzó una mano con una manicura perfecta y empezó a dejar claros varios puntos contando con los dedos.

-Puedes ponerte mi perfume, pero no las joyas ni la ropa. -No mencionó el caso contrario, pero era bastante evidente que en la vida se le pasaría por la cabeza-. En principio estudiaré casi siempre en la biblioteca, pero si quieres trabajar aquí, dímelo y hablaré con mis amigas en otro lugar. Si me ayudas en las asignaturas que se te den bien, haré lo mismo por mi parte. Estoy seguro de que ambos podemos aprender muchas cosas el uno del otro. ¿Alguna objeción?

-Todo perfecto.

-De acuerdo. Nos llevaremos bien.

Creo que me habría dejado mucho más patidifuso si Hyunjin hubiera fingido una falsa amistad de buenas a primeras. Por decirlo finamente, me quedó bastante claro que a Hyunjin no le gustaba andarse por las ramas.

-Me alegro -dije-. Sé que somos... diferentes.

Ni siquiera se molestó en protestar.

-Tus padres son profesores de la escuela, ¿no?

-Sí, ya veo que las noticias vuelan.

-Te irá bien. Cuidarán de ti.

Intenté agradecérselo con una sonrisa, rezando para que tuviera razón.

-¿Ya has estado antes en Medianoche?

-No, es la primera vez -contestó Hyunjin, como si cambiar por completo de vida fuera para él tan sencillo como calzarse un par de zapatos de diseño recién comprados-. Es preciosa, ¿no crees?

Me guardé mi opinión sobre el estilo arquitectónico del edificio.

-Pero has dicho que tenías amigas aquí.

Medianoche¹Where stories live. Discover now