𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 4

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-No te han hecho el uniforme a medida, ¿verdad? -comentó Hyunjin, alisándose el pantalón mientras nos preparábamos para el primer día de clase.

¿Cómo no me había dado cuenta antes? Los alumnos «legítimos» de Medianoche habían enviado sus uniformes a un sastre para que les metiera a las camisas por aquí o a las faldas y pantalones por allá y conseguir que quedaran elegantes y favorecedores en vez de ramplones.

Como el mío.

-No, no se me ocurrió.

-Pues nunca lo olvides -dijo Hyunjin-. La ropa a medida es un mundo aparte. Nadie debería descuidar su aspecto.

Ya me había dado cuenta de lo mucho que le gustaba dar consejos y demostrar lo sofisticado e inteligente que era, algo que me habría fastidiado bastante de no ser porque tenía toda la razón del mundo. Lancé un suspiro y seguí con lo mío. Tarde o temprano vería a Jungkook y quería tener el mejor aspecto posible, o al menos el mejor posible con aquella piltrafa de uniforme.

Después de hacer una larga cola en el gran vestíbulo, recogimos el listado de las asignaturas que nos habían asignado. Nos iban entregando una hoja de papel de uno en uno, tal como se había hecho durante cientos de años. Los alumnos que iban acercándose armaban bastante menos escándalo que los de mi antigua escuela en su misma situación. Parecía que todo el mundo conocía el funcionamiento.

Aunque tal vez lo del silencio solo fueran imaginaciones mías. Era como si mi ansiedad engullera el sonido y lo enmudeciera todo, hasta tal punto que empecé a preguntarme si alguien me oiría en el caso de ponerme a gritar.

Hyunjin no se separó de mí la primera hora, pero solo porque íbamos juntos a la primera clase, la asignatura de Historia estadounidense que impartía mi padre Jin, el único pariente que tendría por profesor. En vez de la clase de Biología de mi padre Nam, un tal profesor Iwerebon sería el encargado de darme Química. Me sentía incómodo caminando junto a Hyunjin sin saber qué decir, aunque tampoco tenía nada mejor que hacer... hasta que vi a Jungkook. La luz que se colaba a través del cristal escarchado de los pasillos bañaba su cabello negro. Al principio creí que nos había visto, pero siguió caminando sin perder paso.

Esbocé una sonrisa.

-Nos vemos luego, ¿sí? -le dije a Hyunjin, alejándome de él. Hyunjin se encogió de hombros mientras buscaba otros amigos con quienes pasear-. Jungkook -lo llamé.

Ni siquiera pareció oírme. No quería ponerme a gritar, así que apreté el paso para darle alcance. Iba en dirección contraria a la mía -por lo visto no estaría en la clase de mi padre-, pero estaba dispuesto a correr el riesgo de llegar tarde.

-¡Jungkook! -insistí, esta vez más alto.

Se volvió lo justo para ver quién lo llamaba y luego miró a su alrededor, como si le preocupara que alguien nos oyera.

-Eh, ¿qué tal?

¿Dónde estaba mi protector del bosque? El chico que tenía delante no se comportaba como si se preocupara por mí, sino como si no me conociera. Aunque en realidad no me conocía, ¿verdad? Habíamos hablado una sola vez y en el bosque, cuando había intentado salvarme la vida y yo se lo había agradecido haciéndolo callar. Solo porque yo creyera que eso era el inicio de algo no significaba que lo fuera.

De hecho, daba la impresión de que no me conocía de absolutamente nada. Jungkook volvió la cabeza un segundo, me saludó fugazmente con la mano y un gesto de cabeza, como cuando alguien saluda a un conocido cualquiera, y siguió caminando hasta que desapareció entre la multitud.

Ahí estaba, me acababan de despreciar. Me pregunté cómo era posible que entendiera a los chicos aún menos de lo que creía.

El lavabo de las chicas de esa planta estaba cerca, así que me colé en uno de los compartimentos y me rehice como pude en vez de echarme a llorar. ¿Qué había hecho mal? A pesar de lo extraño que había sido nuestro primer encuentro, Jungkook y yo habíamos acabado manteniendo una conversación tan íntima como las que tenía con mis mejores amigos. Tal vez no supiera mucho de chicos, pero estaba convencido de que habíamos conectado. Me había equivocado. Volvía a estar solo en Medianoche y me sentía mucho peor que antes.

Medianoche¹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora