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La verdad es que no se quién es el autor/a pero igual créditos para el/ella.
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Hola, me llamo Vicente, tengo dieciocho años, y necesito explicaros lo que me ocurrió el pasado verano, porque sino voy a explotar, ¡fue alucinante!, y no se lo puedo contar a nadie. En primer lugar, porque no me creerían y después, porque creo que es algo que no puedo ir contando por ahí, que mis amigos tienen una boca chancla que flipas y se puede liar parda... Bueno, vamos a ver si me calmo y os los puedo explicar de forma que se me entienda. Soy un adolescente y ciertas cosas me alteran mucho...
Pues eso, que me llamo Vicente, ya os he dicho mi edad, y vivo en Alicante. Me gusta mucho donde vivo, está muy bien. Mi familia es una familia normal, bueno...o eso pensaba yo. O sea, somos cinco, mi padre, mi madre, mis dos hermanas, (una es mi hermana y la otra mi hermanastra en realidad), y yo, lo que pasa es que mi padre es solamente padre natural de mi hermana María y de mí, pero es padrastro de mi hermana mayor, Melania, que es hija de mi madre, pero de un matrimonio que acabó en divorcio y luego se casó con mi padre, que se había quedado viudo y ya nos tenía a mí y a mi hermana. Vamos que nuestra madre es nuestra madrastra. Supongo que es un poco liado pero de lo más normal hoy en día, ¿no?.
En fin, lo que os voy a explicar pasó entre la última semana de junio y el mes de septiembre de este pasado 2019.
Supongo que antes de seguir lo normal sería dar ciertos detalles sobre donde vivo, como soy yo, mi familia y eso; es lo que a mí me gustaría preguntar si alguien me contara algo, digo yo...
Yo soy muy normal, mi familia es muy normal y vivimos en un piso de cuatro habitaciones, de un edificio muy normal de un barrio muy normal; eso sí, tenemos una terraza con buenas vistas desde la que se ve el mar a lo lejos. No soy un chaval especialmente guapo, ni alto ni bajo, ni guapo ni feo, no voy mal en los estudios pero tampoco destaco, sé que soy espabilado y muy observador, eso sí, porque aunque a veces me traicionan las hormonas, que las tengo muy revolucionadas como es normal para mi edad, en ocasiones consigo que mi entendimiento triunfe sobre ellas y razonar un poco, y, lo de observador, viene porque he descubierto que si te centras un poco, pones atención y escuchas, puedes enterarte de un montón de cosas y, la verdad es que eso lo utilizo tanto en los estudios como en la vida. Supongo que lo único que me queda por decir es que mis padres son buena gente, la verdad, y que para que nosotros vivamos bien, trabajan un montón en una pequeña tienda de frutas y verduras, donde también trabaja mi hermana Melania, y que nos permite vivir con cierta comodidad.
Si, ya sé que el lector/a más impaciente estará esperando una descripción física tanto de mí como de mis hermanas pero, de momento solo haré la mía porque las otras, todavía, no vienen al caso. Para mi edad no estoy mal, supongo, (ya he dicho que normal), mido un metro setenta, y hago mucho ejercicio, aunque no soy un tío musculoso, si, eso es, soy NORMAL. Pelo castaño, ojos marrones y más bien majete. Con las chicas de mi clase y del pueblo donde suelo ir de vacaciones, que son las únicas que he tratado en mi vida, nunca he destacado pero he podido dar algún morreo y tocar un poco, pero no había tenido suerte de poder hacer nada más; eso si, luego caían varias pajas a la salud de la moza en cuestión, pero nunca conseguía triunfar. No había podido ir más allá. Vamos que era un adolescente salido.
En fin, a lo que vamos. Ya habían acabado las clases y lo había aprobado todo, pero sin unas notas espectaculares. Lo justo para que mis padres estuvieran contentos y me dejaran pasar las vacaciones de verano a mi bola. Eran los últimos días de junio, con un calor de la ostia y estaba yo en mi habitación dándolo todo con mi Play, concretamente con un juego en el que simulas que eres un piloto de fórmula uno, (vamos que eres el puto amo), repanchingado en mi sillón tipo imitación asiento coche de competición, con mi camiseta de estar por casa, mi bañador, (con el mismo que luego bajaba a la playa por la tarde), y mis chanclas cochambrosas, y en eso que, como siempre sin llamar a la puerta y sin decir ni media palabra cual fantasma, se coló silenciosamente mi hermana María en mi habitación, dándome un callejón a discreción, por sorpresa, y el correspondiente susto de cojones, y haciendo que mi alter ego en el juego se diese un trompazo de la ostia contra un quitamiedos al salirse en una curva a más de 250 Km/h. A tomar por saco la partida.
Tras decir esto, María se abalanzó sobre mí, como hacía desde que éramos niños, sobre todo desde que murió mamá, once años atrás, y dando un pequeño salto se sentó de lado sobre mis piernas, en mi regazo, y continuó dándome collejas y coscorrones a mansalva. A mí hacía tiempo que ese juego no me hacía ni puñetera gracia, en parte porque me parecía humillante que una chica me ganara siempre y nunca pudiera quitármela de encima y también, bueno...porque María tenía ya 18 años y me daba corte cierto contacto físico con ella. No quiero que me malinterpretéis, nunca me había hecho una paja ni nada parecido pensando en ninguna de las mujeres de mi familia, pero es que mi hermana María se había convertido en una preciosidad, casi de la misma estatura que yo, una cara muy linda, con una expresión de no haber roto un plato en su vida, el pelo castaño claro, ojos rasgados color miel, una boca de labios carnosos y rojizos que contrastaban con una piel blanca, perfecta, y una figura con unas formas muy femeninas y todo esto acompañado de una voz sensual, a lo que había que sumar que además era el ojito derecho de mis padres: buena chica, cariñosa, inteligente, buena estudiante, no le gustaba salir y nunca daba ningún tipo de problemas, vamos, la hija perfecta... y la hermana perfecta.
Paró en su afectuoso ataque, se plantó de pie frente a mí con los brazos en jarra y gesto serio y me dijo
- Oye Vicen, (ella me llama así cariñosamente), últimamente estás muy soso y muy borde, ¿te pasa algo conmigo?
- No María que va, es que....
- Es que ¿qué?
- Nada, que me has jodido la partida
- Vaya gilipollez pues empiezas otra, nos ha jodido el niñato...seguro que no es tan complicado. Vamos a ver: ¿a qué juegas?
- Nada, es una especie de simulador como si condujeras un monoplaza de formula uno. Es bastante complicado.
Dije todo esto dándole a mi tono de voz la mayor gravedad e importancia posible, como si ella no lo entendiera y fuese algo al alcance de muy pocos, y por supuesto, no apto para ella que, además, era mi hermana. Pero lejos de conseguir lo que pretendía que era que se largase de mi habitación, el efecto obtenido fue justo el contrario
- Tan difícil no será, ¿o piensas que no soy capaz de hacerlo porque soy una chica?
- Que no, que no es eso, va déjame jugar tranquilo
Y dicho esto tiró de mis brazos y me hizo levantar para ocupar ella mi sitio frente a mi escritorio y la pantalla, y arrebatándome de paso el mando de mis manos, se sentó con expresión muy seria mientras me miraba esperando mis explicaciones. Me di cuenta de que la única posibilidad de recuperar mi tranquilidad pasaba porque descubriera su torpeza y se aburriese del juego lo antes posible o no me dejaría en paz. Le di unas cuantas instrucciones de mala gana y procedió a iniciar la primera partida que, evidentemente, demostraba su falta de práctica, y no paraba de confundir todos los botones y sus correspondientes funciones, circunstancia que se tradujo fielmente en la pantalla en forma de un auténtico desastre. Esto comenzó a exasperarme aún más, hasta que de pronto sucedió algo que lo cambió todo. Tras presionar el botón correcto, el monoplaza de la pantalla arrancó de nuevo de forma descontrolada, lo que se tradujo en las correspondientes reacciones del mando inalámbrico en forma de vibraciones, al chocar o pasar por zonas comprometidas del circuito produciendo que mi hermana, que no lo esperaba, se diese un susto importante y soltase el mando de forma inesperada, como si de una brasa ardiendo se tratase, mando que yo recuperé al vuelo de forma milagrosa
- ¡pero serás cabrón!, ¿quieres que me electrocute?
- Pero María, ¿qué coño dices "zumbá"?
- ¡Esta cosa vibra!
- Claro joder, es un mando chulísimo y muy caro, y eso lo hace para dar realismo al juego so tonta...además es inalámbrico y no está conectado a la luz...(se lo mostré), ¿lo ves?
- Entonces...¿es normal?
- Claro
- Joder, eso se avisa, menudo susto...¿puedo probar otra vez?
- Bueno, pero ponle más atención, porque si tengo que estar mirando y estás todo el rato dándote golpes me voy a aburrir como una ostra...
- Oye, me voy a por una Coca-cola, ¿quieres algo de la nevera?
- María, ¡que si quieres beber algo!
- ¡Ah sí!, gracias, una Coca-cola está bien
Resignado me pasé los tres minutos que me llevó hacer el camino desde mi habitación a la cocina, coger las latas de la nevera y regresar a mi habitación arrastrando los pies, refunfuñando y maldiciendo mi suerte por tener que sufrir esa invasión por parte de mi hermana, no solo de mi intimidad, sino de mi valioso tiempo junto a mi querida Play, tiempo que tanto había estado esperando durante todo el curso. Era el poco rato en que no había nadie más en casa y me lo tenía que fastidiar.

A mi hermana le gustan los videojuegosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora