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Y llegó el día siguiente y me desperté. Parecía que había sido un sueño. Había dormido plácidamente, y en sueños, a veces me venía la imagen de su cuerpo, ese cuerpo que aún no conocía, pero que me imaginaba tan maravilloso como nunca había conocido ninguno, y mucho menos un inexperto como yo. Lo cierto es que mi hermana me recordaba mucho a una joven actriz que salía a veces en series de televisión, pero nunca me había planteado el verla como mujer. Pero bueno, había despertado a un nuevo día y estaba de vacaciones y pensando en todo lo que quería hacer durante el verano. A pesar de la felicidad que sentía en esos momentos no podía evitar sentirme turbado por lo que me estaba pasando; y fue entonces cuando me vino a la mente que ese fin de semana iban a venir a vernos mi tío, el único hermano de mi padre con su mujer, mi tía, y mi prima Amaya. Eso me alegró mucho porque además de la excelente relación que manteníamos con ellos, habían sido un gran apoyo para nosotros cuando falleció mi madre, sobre todo para mi padre, y también le apoyaron cuando decidió rehacer su vida con mi madrastra la madre de Melissa (Mel), mi espectacular hermanastra. Pero bueno, el caso es que llegarían por la tarde, antes de que fuese de noche. Ya tenía algo más en lo que distraer mi mente.
Pasé el resto del día esperando otra visita de María, pero no fue así. Me tenía ansioso recordando todo lo que había pasado con ella hacía tan poco tiempo, recordando sus gemidos, y ese único pecho que me dejó tocar; qué maravilla fue para mí, aún recordaba con intensidad la excitación y el placer que sentí. No la llegué a ver en toda la mañana, ni tan siquiera cuando pasé por el sitio donde habitualmente quedaba con sus amigas en la playa. No me apetecía demasiado ir a la playa, ni tan siquiera había quedado con mis colegas, pero después de esperarla en casa inútilmente me fui para estar ocupado y distraerme con mis amigos. Llegó la hora de la comida y todos nos reunimos con cierta excitación comentando sobre la llegada de mis tíos, qué íbamos a hacer y como nos íbamos a organizar. No hubo ningún tipo de acercamiento por parte de María, y todo ocurrió de la forma más normal. El único punto negro fue que en el reparto de camas y dormitorios yo era el que salía perdiendo, como siempre, y tendría que ceder mi habitación a mi prima, mis tíos ocuparían la habitación de mis padres que por cortesía se la cedían a ellos que a su vez se trasladaban a la habitación de Mel, que era la segunda habitación más grande en tamaño, y esta se iba a dormir con María, mientras que mi prima Amaya pasaría a mi habitación, con lo que yo era el "desterrado", y me tenía que ir de la mía, a dormir al sofá del salón, pero bueno, que le vamos a hacer, -pensé-

La hora de la siesta pasó sin novedad, a pesar de que yo desease intensamente lo contrario, ni tan siquiera toqué la Play, y la tarde en la playa transcurrió con normalidad con los colegas. Regresé antes de lo habitual, siguiendo las instrucciones de mis padres, tal y como nos solicitaron en la comida, para estar en casa cuando llegaran mis tíos, y mis padres, también vendrían un poco antes de la tienda para recibirlos, mientras Mel se quedaría en la tienda hasta la hora de cerrar, para que mis padres pudieran disfrutar de más tiempo con mis tíos, ya que hacía mucho que no se juntaban. Solamente estarían el fin de semana y querían aprovechar el tiempo. En su momento habían aceptado con los brazos abiertos a Carmen, mi madrastra y a su hija Melinda (Mel), y estas estaban muy agradecidas con ellos por este gesto, por lo que imperaba el buen ambiente durante sus visitas y los encuentros familiares.
Y mi prima Amaya me dio dos sonoros besos en las mejillas mientras me ponía las manos en los hombros. Debo decir que soy solamente unos meses mayor que mi prima, y que desde la última vez que la había visto había cambiado bastante. Aunque teníamos muy buen royo desde siempre, nuestro contacto durante el año se reducía a algunos whatsapp, alguna llamada en fechas señaladas y los 15 días en que coincidíamos en el pueblo en agosto, todos juntos. Había cambiado bastante desde el año anterior, cuando todavía tenía un aspecto bastante aniñado. Amaya era una chica casi de mi edad como decía, de apariencia frágil aunque no lo fuera, prácticamente de mi estatura, (debía rondar ahora los 1,66cm), de piel ligeramente blanca aún cuando tomara el sol, con el cabello largo y un tanto ondulado, y sin ser tan linda como mis hermanas, era atractiva, con una graciosa nariz respingona, ojos pequeños de color negro, vivos, suaves facciones, con una barbilla fina y bien definida, unos labios de color sonrosado sin necesidad de maquillaje...en resumen era atractiva y, la verdad es que el verano pasado su cuerpo no tenía las actuales formas tan interesantes y femeninas. Mi sorpresa fue grande. Su culito se veía bien proporcionado, era un culo redondito y respingón, muy bien formado, la verdad, y sus pechos, aunque poco voluminosos, se marcaban bajo la parte superior del corto mono de verano de una sola pieza que vestía, (de color blanco con unos botones negros en la parte delantera que llegaban casi hasta su cintura), y permitía ver unas preciosas piernas, delgadas pero bien proporcionadas. Remataba su indumentaria con unas chanclas de verano, también en color blanco y negro, a juego con su vestimenta.
Pasamos dentro y todos empezamos a hablar rápidamente, saludándonos y haciendo los comentarios de rigor, hasta que la cosa se fue calmando, como es habitual en estos casos. Los mayores salieron a la terraza a tomar algo, y mi hermana María y mi prima Amaya, se encerraron en la habitación de mi hermana para hablar de sus cosas. Las escuchaba reír desde mi habitación, sintiéndome un poco desplazado. Yo, para variar, me quedé solo con mi querida Play y decidí ver si alguno de mis amigos estaba conectado para jugar una partida online. Y así estuve un buen rato hasta que llamaron a la puerta de mi habitación y me sacaron de mi partida a tres, con los amigos. No estaba acostumbrado a que casi nadie llamase a la puerta de mi habitación y conteste:
- si, ¿quién es?
Si hubiese estado comiendo me hubiese atragantado. Al escuchar lo que dijo mi hermana, automáticamente me subieron los colores, y note como mis orejas se ponían rojas, casi ardiendo, y como mis mejillas hervían. No se me escapó la doble intención que ponía María en su comentario. Por no responderle, medio tartamudeando le dije a Amaya
Le fui acercando cada uno como un vendedor de un comercio a un cliente despistado, y entretanto miraba desconcertado a mi hermana que seguía sentada en la cama, inclinada hacia atrás, cómodamente, apoyada sobre sus manos, con una pierna cruzada sobre la otra mientras nos miraba con una sonrisa muy pícara en la cara. No tenía muy claro la deriva que tomaría todo esta situación y para ganar un poco de tiempo y aligerarme el sofoco, decidí ganar tiempo para ver como afrontaba la situación y les pregunté:
- ¿queréis tomar alguna cosa?
- Si primo, una Coca-cola estará bien

Cuando llegamos a la cocina, no me atreví a decirle nada, aunque había una pregunta que rondaba mi mente con insistencia, y que estaba seguro que María no me respondería, no me lo pondría tan fácil. Mientras estaba abriendo la nevera ella cogió vasos del armario de la cocina, y mientras lo hacía y sin mirarme me soltó
- ¡pero qué tonterías dices María!
Más preocupado que sorprendido regresé a la habitación, y mi hermana María lo hizo tras de mí. Le serví la Coca-Cola a mi prima Amaya que me respondió con su dulce sonrisa un -gracias-. Había elegido un juego de fútbol, y me extraño por lo que le comenté
No me sorprendió su respuesta, porque siempre había querido complacerme, desde niños; mientras todo esto sucedía no podía quitarme de la cabeza lo que me había comentado mi hermana María. Desde luego la muy intrigante había conseguido llamar mi atención, despertar mi curiosidad. Mi hermana se ofreció a traer el asiento que faltaba de su habitación, y mientras tanto yo pude mirar a mi prima. Vaya, realmente estaba muy cambiada. Porque se había desarrollado mucho más desde la última vez que nos vimos, el año pasado. Había dejado de tener un aspecto aniñado y ahora sus formas habían pasado a ser las de una bella mujercita, ahora estaba diferente, tenía unas bonitas piernas que mantenía cruzadas una sobre la otra, bien formadas, con una piel que se veía morena y suave. Al sentarse y cruzarlas, el pantaloncito del mono que vestía había subido un poco más, por lo que se podían apreciar sus muslos. Su cara, aún dulce, con esa bonita expresión casi inocente ya no era la de una niña si no la de una bella ninfa. Tal y como me fijé unas horas atrás, su pecho ahora sin ser muy grande, tenía una forma definida que le daba un punto sexy a su figura. Realmente estaba muy guapa.
Me dispuse a preparar la partida y le iba explicando el funcionamiento de cada uno de los botones, y sus funciones, preguntándome mientras tanto que coño hacía mi hermana María en la habitación y no hacía ningún caso y estaba muy entretenida con su móvil. Mientras estaba con todo esto, sonó el aviso de mensajes de mi móvil, estaba recibiendo un WhatsApp de mi hermana María, "a qué está jugndo está" -pensé-.
En el mensaje me decía: "Vamos no te cortes, no ves que está deseando que le des un beso".
Sin dar crédito a lo que estaba haciendo todavía mi hermana, (aunque desde luego, si lo pensaba bien lo que había hecho las últimas horas tampoco me lo habría esperado nunca), le respondí:
- "Pero a ti se te va la pinza tía, qué quieres que se monte un pollo familiar y me corten los huevos?"
Sonó la respuesta que llegaba a mi hermana, pero era demasiado lista como para que quedase en evidencia a que jugada y, sobre todo lo que estaba haciendo, para que mi prima no sospechase. Me respondió con otro mensaje:
Mientras pasaba todo esto no pude evitar que me viniera a la mente, como en una ráfaga, los últimos acontecimientos me habían llevado a descubrir el sexo y lo caliente que era mi hermana María. Acontecimientos que me hacían mirarla de otra manera. Estaban despertando en mí tantas y tantas cosas, estaba trayendo muchas cosas buenas a mi vida tranquila vida, cosas fantásticas, pero la vez sin que yo me diese cuenta, todo esto me estaba arrebatando buena parte de mi inocencia. Pero tampoco pude dejar de pensar en por qué me sucedía esto a mí; tal como dije me considero un chico normal, es cierto que tengo un buen cuerpo, hago deporte, mido casi 1,75. También es cierto que no soy feo pero, de ahí a que mi hermana quisiese algo conmigo, cuando hasta ahora no había tenido ésito con ninguna de las chicas de mi edad... y también me venía otra pregunta a la cabeza: ¿porque mi prima Amaya, un miembro de mi familia se sentía atraída por mí?. Lo de mi hermana no tenía ninguna explicación para mí, era mayor que yo, muy guapa... tampoco creo que fuese por mi rabo. Pero claro, yo no me podía comparar con aquellos cuerpos de tíos más adultos que yo, que están tan cachas, y que encima estaban súper buenos. Pero desde luego, algo me estaba sucediendo y la verdad es que me estaba volviendo loco, y lo peor es que no me disgustaba.
- Oye Vicen, visto que a nuestra prima Amaya se le da tan mal jugar ¿por qué no le enseñas a jugar como lo hiciste conmigo?.
Estaba claro cuál era la estrategia de mi hermana, si yo no entraba en acción ella lo forzaría, y se la veía muy divertida en su papel de Celestina. Amaya miró primero a mi hermana y después a mí con cierta sorpresa, sin entender muy bien de que iba todo eso. Yo resignado por un lado y ya más excitado que otra cosa por otro, después de mirar segundos fijamente a mi hermana le dije a mi prima
- Amaya, ¿qué te parece si hacemos lo que dice María?, la verdad es que es un buen sistema para aprender, es muy rápido y será mucho más divertido.
- Ya verás, es muy fácil, es mucho mejor así hasta que te familiarices con el movimiento de los botones.
La partida, una vez llegados a este punto, era lo de menos. Yo me sentía muy cortado, pero sin embargo, el saber que tenía un cierto control de la situación, y también sobre mi prima Amaya, sumado a sentir el tacto de su piel, tan suave, percibir su aroma, su perfume, suave y dulzón, me excitaba mucho y, para colmo me sabía observado por mi hermana María, un ingrediente más. A los 2 minutos más o menos de haber empezado de nuevo la partida, comprobando que no avanzábamos mucho, decidí que ya estaba bien de perder el tiempo, estaba tan excitado que no podía más, y a la vez notaba el nerviosismo de Amaya; esa sensación de control me encantaba. Hasta ahora en las breves experiencias que había tenido con mi hermana era ella la que controlaba la situación, pero en esta ocasión sería yo quién tendría el control. Decidí arriesgarme un poco más y de la forma más disimulada que podía iba acercando el mando hacia nosotros de la manera más disimulada, intentando que pareciese lo más casual posible. Y así me acercaba cada vez más hacia los pechos de mi prima. En un par de ocasiones conseguí tocarlos con mis muñecas e incluso, llegué a notar su tacto, y me pareció percibir que sus pezones estaban erectos. Sentía la mirada de mi hermana fija en nosotros y no pude evitar girarme hacia ella y observé que no perdía detalle de lo que yo estaba haciendo. Me miraba con una sonrisa descarada en su cara con la que sin duda intentaba animarme para que yo continuase: ella estaba disfrutando del espectáculo.
Tras un par de minutos en los que cada vez mis movimientos eran menos disimulados, al igual que mis intenciones, la presión que ejercía con mis manos y con mis antebrazos sobre los pechos de Amaya se habían convertido, prácticamente, en tocamientos descarados. En algún momento mire por el rabillo del ojo su cara y confirmé que, además de no quitar los ojos de la pantalla fingiendo un interés en la partida, que seguro que ya no tenía, mordía sus labios inferiores con sus preciosos dientes. Había comenzado a tener una importante erección y mis hormonas se abrían paso desordenadamente en mi cerebro, apartando a empujones lo que quedaba de mi raciocinio, que cada vez empezaba a estar menos presente. Decidí dar un paso más

-Bueno prima, yo creo que estás preparada para jugar sola, pero no te preocupes que yo te guío.
Y presione el botón para hacer una demostración rápida. Ella solamente desvío la mirada del mando un momento me miro a la cara y comprobé que estaba totalmente colorada y tenía su boca entreabierta con los labios muy rojos
-Si, ya lo veo
Fue lo único que atinó a decirme. Enseguida volvió a dirigir su mirada a la pantalla. Me puse recto y aprovechando que estaba de pie apoye mi mano sobre su hombro izquierdo, cerca de su cuello, de manera que tocaba a la vez su piel y el tirante de su mono, y disimuladamente, despacio, dirigí mi mano primero hacia su cuello en una lenta y suave caricia con la yema de mis dedos y después hacia la derecha, en su hombro, de forma que podía deslizar, poco a poco, la tela de su tirante, y la parte de arriba de su mono quedó ligeramente caído de ese lado, descubriendo su hombro. Ella se dejaba hacer y María permanecía como convidada de piedra. Dada mi posición, de pie a su lado, disfrutaba de una perspectiva privilegiada del hueco que se creó, un observatorio en forma de pequeño escote que yo había improvisado hacia sus pechos. Solo podía ver la parte de atrás de su pecho, el resto quedaba oculto dentro del sujetador. Me moría de ganas por comprobar el tacto de aquella piel oculta y poder averiguar la forma y la dureza de aquel pecho juvenil. Ya con más atrevimiento dejé resbalar muy lentamente mi mano por aquel hueco.
Pero no quise mirarla, no quería desviar mi mirada ni un segundo de mi objetivo que, en ese momento era alcanzar la gloria para mí.
Dejé que mi mano resbalara lentamente en dirección a su pecho, por dentro del escote improvisado, y su respiración comenzó a agitarse. Su pecho subía y bajaba y su movimiento me proporcionaba una fantástica sensación en la mano, acompañando mi recorrido. El primer objetivo fue rozar su sujetador, pero esto duro solamente unos segundos. Deposité mi mano abierta sobre su pecho abarcándolo por completo por primera vez, en una caricia suave. Esto me permitió anotar que llevaba un sujetador sin ningún tipo de relleno, de un tejido que proporcionaba un tacto muy suave y pude percibir el calor qué emanaba de su piel. Volví a ascender un poco más por su pecho hasta llegar al principio de sujetador, y esta vez, sí, dejé resbalar mi mano por dentro de la prenda, y en ese preciso instante a mi prima se le escapó un pequeño gemido, acompañado de lo que me pareció una súplica a modo de pequeña resistencia
Era increíble, por un segundo casi me había olvidado de que existía María y supongo que ella, quería reclamar el protagonismo en aquella historia, por eso quiso controlar otra vez la situación y marcar su territorio. A fin de cuentas todo esto lo había preparado ella, era evidente. ¿Hasta donde sería capaz de llegar mi hermana?¿hasta donde sería capaz de llegar yo?.
Muy a mi pesar saqué despacio la mano de dentro de la ropa de mi prima Amaya, y volví a acercarme, agachado junto a ella para poner mi mano izquierda sobre su muslo derecho. Ella dejo escapar otro pequeño suspiro y por fín me habló
Pero en ningún momento me miró, ni me hizo ningún otro gesto. Esta vez con menos miramientos acerqué mi mano y la puse sobre su pantalón, en el hueco que formaba el mono, justo encima de su entrepierna, hasta bajar a su vagina. Allí noté el gran calor que desprendía el cuerpo de Amaya y sin saber muy bien que hacer, presioné sobre su sexo haciendo pequeñas caricias en forma de círculo. Una pequeña Mancha de humedad se comenzaba a dibujar sobre el joven coño de mi prima y sus caderas habían iniciado un tímido movimiento de vaivén alante y atrás.
- Vicen, qué haces...
- Confía en él prima, estamos en familia
Ella primero dejó la mano ahí, sin moverla, unos segundos para después comenzar a acariciarla, suavemente, de arriba abajo con la punta de sus dedos. Yo fuera de mí por la excitación, desabroché el cordón que aseguraba mi pantalón de deporte y me lo bajé despacio para dejar salir mi herramienta. Mi rabo salió disparado hacia arriba como un resorte y Amaya lo miraba con los ojos como platos, y su mano se quedó en el aire, cómo suspendida, a medio camino entre su cara y mi miembro. No le debió desagradar lo que vio, a fin de cuentas, yo no tenía un aparato feo. Si bien sobre todo comparado con lo que he visto en las películas porno, no es descomunal, sí que es cierto que yo la encontraba más bonita, pues tengo todo el glande a la vista cuando estoy en máxima erección y como todo adolescente salido me la he medido en varias ocasiones y me llega a 17 centímetros y le acompaña un buen grosor. Supongo que eso le debe de gustar a las tías... y por lo menos ahora tenía dos de ellas de público, si, digo bien, dos, porque mi hermana María se había levantado de mi cama y se había acercado para ver más de cerca la acción, con la cara marcada por la excitación. Enseguida se dirigió a Amaya
- Vamos prima, no te cortes, ¿no es esto lo que querías?¿verdad que mi hermanito la tiene muy bonita?
Le contestó casi con un hilo de voz, sin quitar los ojos de mi polla, como hipnotizada, girada hacia mí desde su asiento y aún con su mano suspendida en el aire
- No sé, es que es muy fuerte, aquí los tres y con toda la familia en casa...
- No te preocupes, están en la terraza tomando cervezas y charlando, además saben que estoy yo con vosotros...
Desde luego, mi hermana lo tenía todo pensado...y Amaya llevada por la curiosidad y la calentura cedió. Volvió a acercar su mano despacio, tímidamente y, con la yema de sus dedos me obsequió con una suave caricia en el tronco de mi miembro que me hizo estremecer a mí y que mi aparato diera un importante respingo.
María le siguió hablando, con voz tranquila como para tranquilizarla
- Ves Amaya como no pasa nada, ¿a qué te gusta su tacto?...y a mi hermanito también parece gustarle mucho verdad Vicen?
-Es muy suave y está muy caliente

María, que ya había dejado de guardar la distancia que mantenía, se había colocado junto a mi prima, a su izquierda, lo que le permitía ver toda la jugada a un escaso medio metro de distancia y a la vez ver perfectamente los movimientos y la expresión de nuestras caras. Pero de la gran habilidad de mi hermana no me di cuenta hasta tiempo después y de hasta dónde era capaz de llegar; en ese momento yo era demasiado inocente y la calentura me nublaba completamente el entendimiento.
-Vamos Amaya, no te cortes, acariciasela.
Amaya comenzó tímidamente a subir y bajar su mano por mi miembro, lo hacía de una manera un tanto torpe, pero ponía tanto cuidado y tanto cariño que sus caricias me daban mucho placer y me estaban volviendo loco. Tiré un poco de atrevimiento, estire mi mano izquierda hacia mi prima y comencé a acariciar sus pechos sobre su ropa, esta vez de forma más evidente y magreando con ganas aquellas maravillas. María había comenzado también acariciar sus pechos sobre su camiseta mientras no dejaba de mirarnos. Ver la cara de excitación de mi prima, notar su pecho firme en mi mano, ver y sentir cómo me acariciaba el rabo, notar su entrega, tener a María, mi hermana, ejerciendo de Celestina, todo ese cóctel me estaba volviendo loco y estaba muy cerca de reventar pero, justo en ese instante mágico, unos golpes en la puerta de mi habitación nos sobresaltaron a todos
- niños, venga ir preparando la mesa que vamos a poner el aperitivo y a cenar
Y acto seguido, se acercó, me dio un beso en la mejilla y un ligero toquecito sobre mi miembro con toda su mano derecha
- venga chaval, una pajita rápida en el lavabo y ven a ayudar con la mesa, no lo vamos a hacer todo nosotras, ¿verdad?,
Y diciendo esto salió de la habitación y me dejó allí con el mayor calentón de mi vida, (hasta el momento), y lo que empezaba a ser una frustrante sensación de sentirme como una marioneta en manos femeninas, pero esto no podía seguir así...
Pero el calentón fue dejando paso al monumental cabreo que me está agarrando. A pesar de que entré en el baño con la firme intención de acabar con la calentura que mantenía mi rabo encendido, a los pocos segundos de empezar a masajear mi miembro las imágenes de lo ocurrido unos instantes antes y la desbandada de las dos chicas, dejándome colgado en mi situación, me producía un enorme cortocircuito de los cables mentales/hormonales con lo que dejé la paja a medias, salí del baño resignado, y me fui directo a la cocina para ayudar las tareas tal como me habían indicado.
Llegué a la cocina con cara de pocos amigos y esto se me debía de notar mucho porque mi tía Conchi, que estaba hablando con mi madrastra, Carmen, me preguntó:
- pero muchacho, ¿qué te pasa que estás tan serio?
- nada Tita, es que estoy pensando en mis cosas...
- Ya, seguro que la dos niñas, tu prima y tu hermana te han hecho rabiar y no te han dejado jugar tranquilo con tus amigos, como cuando erais pequeños...
Si, igualito que cuando éramos niños...-pensé-
- que no, de verdad que no me pasa nada

María contemplaba la conversación el otro lado de la cocina con cara divertida, y mi prima Amaya, que aún tenía las mejillas totalmente sonrojadas, me miraba de reojo con cara de circunstancias.
Entre todos acabamos con la tarea de preparar la mesa en la terraza, que era donde se había decido cenar para aprovechar la maravillosa noche veraniega. Mientras mi padre y mi tío asaban carne y verduras en la barbacoa, como para un regimiento, nos dispusimos todos para la opípara cena en familia. Tuvimos que ampliar la mesa y utilizar el suplemento central, para poder caber todos. La mesa en su posición original tenía forma redonda, pero en este caso quedó ampliada en la parte central, de manera que los dos extremos se convirtieron en sendos semicírculos y la parte central quedó recta. En pocos minutos estuvo preparada e impecablemente adornada, con dos velas encendidas en los extremos, cerca de la parte central qué, junto con la tenue iluminación de la terraza, sumada a la luna de una clara noche de verano, proporciona un ambiente acogedor e íntimo, casi romántico. La distribución en la mesa de los comensales fue dispuesta de manera que, en el extremo más próximo al salón de casa, se sentaban juntos los dos matrimonios formados por mis padres y mis tíos, ocupando así la mitad de la mesa, y la otra mitad estaba ocupada por mis hermanas Mel y María que estaban sentadas una frente a la otra en la parte central y, en la posición, supongo que estudiada por mi hermana María, nos había colocado, a mi prima Amaya y a mí, en la otra parte del semicírculo de la mesa, que era demás la que quedaba más alejada del comedor y la menos iluminada, por cierto.
Cuando todos nos sentamos, yo lo hice a la izquierda de mi prima, a mi izquierda tenía a mi hermana Mel, y a la derecha de mi prima Amaya, enfrente de Mel estaba mi hermana María. Nos servimos todos y la cena empezó a transcurrir en una ambiente tan agradable y distendido que, entre la exquisita comida y los comentarios y chascarrillos, la verdad es que estaba olvidando, casi por completo, lo ocurrido un rato antes, sino fuera porque tenía tan cerca a las dos culpables del calentón, además del bombón de mi hermana Mel, que se había puesto un vestido veraniego para la ocasión, con un escote que dejaba ver el principio de su canalillo y le sentaba de muerte, lo que hacía que cada vez que mi vista se cruzaba con alguna de ellas, mi cuerpo reaccionara sin poder evitarlo.

A mi hermana le gustan los videojuegosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora