Capítulo 25.

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– A-Yi – le sorprendió una voz muy conocida.... Aunque ahora mismo no reconocía al dueño.

Pensó que Zhan siempre fue un libro abierto con él. Salvo por lo de gustarse, no concebía otra cosa que le hubiera ocultado. Sin embargo, había más. Mucho más. Esa traición, esa sangre fría para mentirle y engañarle. Jamás imaginó ver esa faceta del pelinegro... y menos contra él.

– Zhan, ¿qué es esto? – encaró al mayor con el archivo en la mano. 

– ...

– Zhan – le advirtió. Tendría ganas de llorar pero sobre todo estaba cabreado. 

– Eso... es la razón por la que estoy aquí. Por la que no volví... y por la que nunca volveré a la mafia china – comentó serio, sin ninguna clase de sentimiento de por medio.

¿De verdad era él? ¿De verdad era Xiao Zhan quien hablaba?

– No me lo creo – negó con la cabeza, decepcionado. – De entre todas las opciones que sonsaqué estos años... esta ni siquiera la pensé.... Al final, te aliaste con el enemigo. 

– Desde tu punto de vista..., sí.

– Ja. ¿Desde mi punto de vista?... ¿Es enserio? ¿Qué más puntos de vista puede haber? ¡Nos has traicionado a todos! ¡A tu mafia! ¡A tu familia! ¡A nuestro padre!.... A mí – un nudo quiso formarse en la última parte. No obstante, lo supo esconder.

– ... 

– ¿No vas a decir nada? 

– No sé qué quieres que diga – continuó con una frialdad escalofriante, irreconocible. Yibo se sentía fatal. Ese tono y esa inexpresión eran dirigidos hacia él. Un hecho que nunca antes había ocurrido. ¿Y la dulzura? ¿Y el cariño? Por lo visto, se perdieron.

– ¿Decir?... ¿No sabes qué decir?... Bien. Pues empieza por el principio. ¿No crees? Háblame sobre esas cartas que ocultabas en mi habitación... y del porqué decidiste hacerte el muerto. ¿O también es confidencial eso? ¿El gran señor Cabassi te prohibe decirlo..., como si fueras un perro que cumple órdenes? – la rivalidad estaba clara. No iba a mostrarse débil ante el contrario. Menos ahora que confesó formar parte de la mafia italiana. 

– El principio.... De acuerdo, te lo contaré todo – accedió tras tomar aire y seguidamente expulsarlo. Ya no tenía porqué ocultarlo. Es más, le convenía decírselo al castaño. – Sobre las cartas no hay mucho que comentar. Un día como cualquier otro simplemente comenzaron a llegar. Al inicio las ignoré, parecían solo tonterías. Pero una tarde leí una muy interesante, en la que preguntaba si había algo que quisiera saber. Inmediatamente me puse a reflexionar... y, sí, tenía muchas preguntas. Aunque la principal fue: ¿qué les sucedió a mis padres? Zhou Yen nunca me lo dijo. Si le cuestionaba el tema, me respondía que dedicara el tiempo en otros asuntos o me ignoraba completamente.... ¿Tú que pensarías sobre eso, Yibo?

– ... Que algo esconde – acabó diciendo.

– Exacto. Había algo que nuestro "padre" no quería que supiera. Un suceso pasado que guardaba dentro de sí.... Entonces comencé a sospechar, a desconfiar de él y del resto. Se notaba el poco aprecio que nos tenía, sobre todo a mí. En ningún mísero segundo de estos años se dignó a mirarme a la cara. Siempre con su mirada dura y vacía, tal maniquí sin sentimientos. La forma en la que pronuncia las palabras al conversar, el desprecio con el que me trataba si alguna misión no salía tan bien como se planeó.... Todo aquello se unió para abrirme los ojos. Empecé a tomar más en serio lo que ponía en las tarjetas. Dándome cuenta de otras cosas. No obstante, el mensaje más claro y contundente... estuvo en la última.

– "En Italia, encontrarás la verdad". 

– Mm. Debía venir a Italia, concretamente a la calle Galilei. Así que por eso le pedí a Zhou Yen que me encomendase la misión de matar a Cabassi. 

La mafia | Vᴇʀsɪᴏ́ɴ ZʜᴀɴʏɪWhere stories live. Discover now