Capitulo 6: Sorpresas

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La noche había aparecido de nuevo, presagiando el fin de otro día, esto muy bien alertaba los sentidos de Lucas, al saber que debía terminar a tiempo con esos exámenes que estaba aplicando a sus alumnos, el reloj daba las 7:05 pm, faltaba poco para que Diana saliera de trabajar y como era una promesa irla a buscar en su coche, debía hacerlo, no pretendía dejarla esperando.

Pero algo estaba saliendo mal, aún faltaban diez alumnos por concluir esa prueba, él había pensado que puso su mejor empeño en elaborarla lo más sencilla posible, pero al parecer no era así, más de uno de los chicos del salón, en menudas ocasiones se rascaban la cabeza intentando escudriñar más de lo que podían sus mentes.

Lucas no dejaba de mirar el reloj, los minutos pasaban y él seguía allí, temía por que Diana se quedará plantada esperándolo y él no tenía ni forma de comunicarse con ella y avisarle si se tenía que demorar más, no obstante, cuando quedaba el ultimo alumno y se puso en pie, dirigiéndose hacia él para entregarle la prueba en sus manos, alguien más irrumpió en el salón.

- Profesor Lucas, necesito verlo en cinco minutos en mi oficina por favor – exclamo el director Estrada a Lucas, abriendo de improviso la puerta del aula.

- ¿En cinco minutos?, ¿Es algún asunto muy importante director? – cuestionó Lucas con confusión.

- Si, de suma importancia, así que le espero, no lo olvide profesor – diciendo esto el director Estrada cerró la puerta del salón, dejando dentro a un Lucas enfadado al saber que le sería inevitable llegar a tiempo a buscar a Diana.

"Lo siento Diana – pensó Lucas – no podré ir a verte", desilusionado, siguió su camino hacia la dirección, en espera de saber qué cosa podía ser tan importante para haberlo retenido de esa forma, haciéndolo faltar a su compromiso con Diana.

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Albert llegaba a su residencia de un exhausto día, lleno de firmas y contratos de negocios, los números invadían su cabeza, que incluso en sus sueños también estaban, pero ya estaba acostumbrado a ese ritmo de vida, ese era el peso que todos los días tenía que llevar como encargado de la fortuna familiar, su padre el señor William Williams, aun no recuperaba su vida, yacía tumbado sobre una cama desde aquel fatídico accidente vial que sufrió, donde la madre de Albert pereció.

El rubio y apuesto joven siempre recordaba lo difícil que había sido su existencia desde ese suceso, teniendo que hacerse cargo de todo lo que implicaba el sustento familiar, el cual ahora solo constaba de él y su padre, un hombre moribundo. Albert gracias a esa experiencia que obtuvo, se había convertido en un as de los negocios, exitoso, millonario y apuesto, era el joven que cualquier mujer desearía tener. Pero a él eso poco le importaba, se había inmiscuido tanto en su trabajo que estaba dejando de lado el amor.

Había conocido varias mujeres, pero ninguna era ni había sido como Camila, su antigua prometida, aquella a la que tanto había amado y aun lo seguía haciendo, conservando su recuerdo guardado en su corazón, mismo recuerdo que también invadía sus pensamientos de tristeza, ya que ella había fallecido, si, murió justo el mismo día en que contraerían matrimonio, acompañada de la madre de su prometido.

Ese día los tres viajaban en el mismo vehículo, la limusina que la llevaría se había retrasado y el señor Williams, padre de Albert, se ofreció a llevarla para que llegara a tiempo, así todos irían juntos, Albert aguardaba por ellos en la iglesia de Chicago, lugar donde esperaba paciente decir sus votos de amor.

- ¿Todo bien señor Albert? – cuestiono la señora Sánchez, al ver a Albert pensativo en el sillón principal de la sala de estar, clavando su mirada frente a las brasas de la chimenea. Sánchez era la mucama de los Williams desde hacía treinta años.

Deseo y sacrificioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora