22. Una de las dos cosas

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Kyle aparca en silencio frente a la puerta de mi casa

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Kyle aparca en silencio frente a la puerta de mi casa. Ninguno de los cinco ha abierto la boca en todo el trayecto. Ahora, sin embargo, no quiero abandonar el coche sin hablar antes con él. Me siento idiota, culpable, enfadada, frustrada...

—Kyle... —empiezo.

Él no me mira al contestar, tan solo entrecierra los ojos y toma aire despacio.

—No quiero hablar contigo ahora.

—No la trates así —interviene Cole desde atrás—. Ella no tiene la culpa.

Kyle lo mira por el espejo retrovisor al contestarle.

—Tú cierra la boca si no quieres que te la parta —le amenaza Kyle.

—¿Se puede saber qué cojones ha pasado? —suelta James.

Dallas, a su lado, va dormido con la estúpida diadema de corazones todavía en la cabeza.

—No ha pasado nada —corta Kyle seco—. Olivia, baja del coche. Cole, cierra la puta boca.

Bajo del coche sin decir nada más, cierro de un portazo y echo a andar hacia mi casa sin girarme. Cuando escucho el sonido del motor alejarse calle abajo un pinchazo se abre paso por mi pecho. Abro la puerta, dejo las llaves en el mueble de la entrada y me quito la chaqueta de Cole que, a saber por qué, todavía llevo puesta. Estúpido Cole.

Cojo mi teléfono y marco el número de Megan. Descuelga al tercer tono.

—¿Meg, estás ya en casa o sigues en la fiesta?

—Ya estoy en casa. Me he ido con el coche de mi padre después de vosotros. ¿Qué ha pasado? James ha salido pitando y a ti no te he vuelto a ver desde que te has ido con Cole a por cerveza.

—Ha sido una larga historia... —Suelto un profundo suspiro—. Cole me ha besado, para qué voy a contarte una trola. Kyle se ha enterado y por eso nos hemos ido.

Megan tarda un par de segundos en reaccionar.

—¿Qué?

—Lo que has oído.

—Vaya. Dos miembros de Seven Days de cuatro. Enhorabuena, Liv, eres la tía con más suerte de todo el planeta Tierra.

—Megan, no estoy para bromas. No me gusta Cole, de hecho ahora mismo le estamparía su bonita guitarra en toda la cara. Kyle es quien me gusta y lo nuestro ya era lo suficientemente complicado como para añadir el beso del idiota de Cole.

—¿Estás bien?

—No, Meg, no estoy bien. Me importa Kyle y no quiero hacerle daño. ¿Cómo voy a estar bien?

—¿Y él lo sabe? Que lo quieres, digo —concreta mi amiga—. ¿Se lo has dicho?

—Todavía no hemos llegado a ese punto pero... se entiende, supongo.

Girls like singers ✔️ [Singers #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora