Día 6: La suavidad de tu sonido

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Mención del TetsuHone, Dabishiga y Kiribaku.

Como todos los viernes, la pequeña habitación de cierto departamento está siendo ocupada por dos personas, de las cuales una de ellas está boca abajo en un camilla cómoda

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Como todos los viernes, la pequeña habitación de cierto departamento está siendo ocupada por dos personas, de las cuales una de ellas está boca abajo en un camilla cómoda.

La espalda blanca de Denki es presionada por un par de manos firmes, las cuales están esparciendo una fina capa de delicioso aceite para facilitar el trabajo.

Las veladores encendidas en el cuarto realmente ayudan a poner un ambiente relájate, sumándole a ello la música que suena en la bocina de la mesita.

— Mmm...Juzo...

— Realmente estás muy tenso hoy. Eso no está bien, cariño.

— Juzo... Justo ahí...

— Dime, ese trabajo en las mudanzas te ha estado sobrecargando, ¿verdad?

— Un poco... Oh...

— Ya muchas veces habíamos hablado de eso. Sobre esforzarte —hace presión— no trae nada bueno.

—Ahh...

—Eso es, déjame saber lo bien que se siente.

Juzo comenzó a darle golpes con la parte lateral de su mano repetidas veces, haciendo que Denki ponga los ojos en blanco y suelte otro suspiro de alivio.

Moviendo sus manos con el toque perfecto, el chico albino está buscando cualquier nudo en la espalda del chico para aliviarlo y calmar su tensión, sintiéndose satisfecho al escuchar la voz relajada de Denki.

— Lo haces bien, cielo. Inhala y exhala —juguetea sobre su piel— ¿Te interesa que haga lo que te gusta? —ve su cabeza moverse— ¿Si? Ok, entonces relájate y respira profundo corazón, que está es la parte buena.

Llevando sus manos con presión, el chico se detuvo hasta una área bastante tensa, en dónde fue apoyando todo su peso y no se detuvo hasta escuchar un satisfactorio ruido en la espalda del rubio.

—¡Mierda! —respira agitadamente.

—Pobrecito, ya veo por qué tengo que venir a verte todos los viernes, porque tu tensión muscular es muy mala contigo —acaricia levemente— ¿Te gustaría que te pongas piedras calientes? Ayudarían a relajarte.

— Sí... por favor.

— Ok, si te duele enseguida las quito.

Con ayuda de unas pinzas, el masajista mide la temperatura de las piedras en su propia piel, asegurándose que la temperatura sea agradable al tacto.

Toma la piedra más grande y la deja con sumo cuidado en la parte baja de la espalda de Denki, provocando que este vuelva a gemir del alivio.

— Ay por Dios, Juzouu —exhala varias veces.

SeroKami Week 2022Where stories live. Discover now