Después de la Segunda Guerra y la caída de Lord Voldemort, los supervivientes enterraron a sus muertos y los lloraron e intentaron reparar todo el daño que pudiesen ver, pero Gran Bretaña mágica se desestabilizó cuando se supo que el gran Albus Dumb...
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Después de esto, un silencio reinó en la sala y a Harry le empezó a incomodar tanto que parecía que el silencio le estaba carcomiendo, pero antes de que pudiese hacer o decir algo, Gabrielle que seguía sentada en sus piernas se giró y le dio un tierno abrazo. En ese abrazo no pudo evitar relajarse.
-¿Mejor, tío Harry?-Preguntó la pequeña cuando el abrazo terminó, consiguiendo que el nombrado le sonriese suavemente.
-Por supuesto, tus abrazos son los mejores y curativos.-Contestó haciendo que la niña sonriese ampliamente. Los arrullos burlones de los demás se empezaron a escuchar y Harry les sacó la lengua como respuesta.
-Bien, ya que hemos acabado de explicar nuestras historias, lo mejor sería que vosotros. Hermione, Luna y Harry empecéis el proceso de la adopción de sangre.-Dijo Elladora haciendo que los arrullos y comentarios burlones y divertidos acabasen rápidamente.
-¡Tiene razón, Lady Zabini!-Respondió de manera entusiasta Ragnok, haciendo que muchos saltasen en sus asientos, aunque Harry no fue uno de ellos.
Él se había dado cuenta que desde en el momento que empezaron a contar su historia Pansy y Terence, que el duende entró en la sala y se sentó de manera apartada del grupo, dándoles una especie de privacidad.
-Si me acompañan, caballero y señoritas les guiaré.-Añadió Ragnok con un brillo apasionado en sus ojos y con una sonrisa menos feroz de lo habitual.
Hermione y Luna se levantaron de sus asientos, una lentamente algo recelosa mientras que la otra seguía fantaseando en su mente. Gabrielle deprisa le dio un beso en la mejilla a Harry para después levantarse de sus piernas e ir a saltitos hacia Bill y Fleur.
En cambio, Harry se levantó de su asiento estirándose un poco y quedándose algo encandilado con el techo, llegando al extremo de que casi le dejan atrás sino hubiese sido por las burlas de los gemelos.
Cuando se puso al día con las chicas, Hermione le agarró la mano fuertemente y le sonrió nerviosamente intentando infundir ánimo mientras que Luna se abrazó a su brazo contrario mirando a su alrededor con sus característicos ojos brillantes. El duende iba delante de ellos e iba saludando a los otros de su especie que se encontraban por los pasillos, cuando estos los miraban por primera vez eran miradas de rencor y aversión, pero cuando se daban cuenta de los brazaletes que tenían puestos cambiaban por miradas de respeto y cortesía.
Supieron que llegaban a su destino cuando Ragnok, se detuvo ante unas puertas grandes no tan doradas como las de la sala anterior, sino de un color cobre con toques de marfil y parecía que había piedras preciosas incrustadas en ella. Tocó dos veces en ella, haciendo que el sonido reverberase por todo el pasillo haciendo que los nervios tanto de Hermione y Harry aumentarán. Las puertas seguidamente se abrieron, haciendo que el duende entrase y por tanto ellos también.
La sala se parecía bastante a la "enfermería" en la que había despertado Harry, sólo que las camas eran de piedra y estaba escrito en las paredes como en el suelo en un idioma raro. Cuatro duendes se encontraban en su interior, todos vestidos con túnicas de color granate, diferentes a las de la enfermería, todos ellos les estaban observando sin inmutarse ni sorprenderse.
