Capítulo treinta y siete: todo se derrumbó, dentro de mí, dentro de mí

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Capítulo treinta y siete: todo se derrumbó, dentro de mí, dentro de mí.

Mérida.


Ocho horas han pasado cuando Dawson con la voz quebradiza y las pestañas húmedas, sale y me abraza para decirme que Leona no lo logró.

Estoy paralizada entre sus brazos, no siendo capaz de retener sus palabras sobre otro infarto, no lograrlo y todo lo que él y el doctor Robinson, quien llegó hace unas cuatro horas, intentaron.

—No, Leona no se pudo haber ido. Leona es fuerte, mimada y terca —susurro saliendo de su abrazo y comenzando a caminar hacia la habitación en dónde la tenían.

Dawson me toma del brazo y cuando volteo a verlo, en sus ojos veo que esta es una horrible realidad.

—Pero ella es fuerte y tú un increíble veterinario.

—Lo siento, cielo, hicimos todo lo que pudimos.

—Pero es Leona —insisto sintiendo el nudo en mi garganta hacerse cada vez más grande—. Ella no se iría, ella no me dejaría ¡Leona no se rendiría! Es fuerte y ella no enferma nunca, es muy sana, yo la cuido ¡Siempre la cuido! La cuido para que no enferme porque la amo.

»Es Leona, Dawson ¡Es Leona! No puede... ¡No! No puede... Leona no me haría esto, es mi familia, Leona no me abandonaría, no me dejaría así, no lo haría.

Y comienzo a llorar. Salgo de su agarre porque no quiero que nadie me toque y me deslizo por la pared hasta el suelo, abrazándome las piernas mientras lloro por mi Leona, mi perrita mimosa y con personalidad, mi familia.

No comprendo ni entiendo cómo ha sucedido. Ella era sana ni siquiera sufrió alguna vez de garrapatas, no lo entiendo. Leona no puede estar muerta.

Dawson se arrodilla frente a mí y veo que un par de lágrimas le recorren la mejilla, siente la pérdida porque él también aprendió a amarla y ella lo amaba a él.

—¿Cómo pudo irse? No lo entiendo, debía quedarse ¿Qué pasó? No lo entiendo —pregunto entre llanto—. Ayúdame a entenderlo porque no puedo, mi Leona se ha ido, me dejó.

Él quiere tocarme, pero lo rechazo porque no puedo, no porque lo considere culpable o no quiera su tacto, pero es mi reacción y no puedo controlarme, estoy fuera de mí, no imaginé que dolería tanto, me duele mucho.

—¿Y si fue mi culpa? ¿Y si hice mal? Tal vez, tal vez —Tartamudeo—... Tal vez debí ser más atenta y ver que algo andaba mal, vigilarla o... No lo sé, pero pude hacer más ¡Debí hacer más!

—Lo hiciste bien, Mérida, esto no es tu culpa. Sé que ella era tu familia y que la amas, sé cuánto te avocaste a cuidarla y lo hiciste bien, cielo.

—Pero se ha ido...Ha muerto y a mí me duele, me duele —Lloro.

—¿Mérida? —escucho la voz agitada de mamá.

Alzo la vista y se ve preocupada e incluso desarreglada en tanto Angelo Wilson que está detrás de ella comienza a preguntarle a Dawson en dónde se encuentra Leona y le exige que lo ponga al día, también le reclama por tratar a una paciente que no es suya.

¿Cómo mamá está aquí? Se supone ella estaba en Suiza, en una conferencia y me colgó.

—Mérida ¿En dónde está Leona? —Me pregunta mamá viéndome llorar en el suelo y sacudo la cabeza en negación—. ¿En dónde está Leona?

»¡Mérida del Valle! Te estoy haciendo una pregunta ¿En dónde coño está Leona? —Alza la voz, lo último diciéndolo en español, demostrando lo alterada que se encuentra.

+21 (Libro 2 Saga Inspírame) Disponible en libreríasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora