Capítulo 1

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Termino de apilar el montón de papeles y los guardo en una carpeta de plástico amarilla que hay sobre el escritorio. Luego, la meto en la mochila de margaritas que había estado llevando para ir a la universidad todos estos años atrás. Reviso por última vez que lo tengo todo. Una vez más...

¿Puedes parar ya?

Después de comprobar al menos tres veces más que lo llevo todo, bajo las escaleras de casa.

—¿Te vas ya, tesorito? —pregunta mi padre desde el sofá.

Sí, me llama así desde que tenía... ¿2 años? Aún no lo ha superado.

—Sí. Deséame suerte. 

—Con la poca paciencia que tienes te hará falta. –bromea, sin despegar la vista del partido de fútbol que están televisando.

—Gracias. –contesto irónica.

Cierro la puerta tras de mí. Aunque, obviamente, antes de hacerlo, reviso unas veinte veces que llevo las llaves en el bolsillo.

Solo tengo que andar un par de manzanas para llegar a casa de los D'angelo, así que cuando me doy cuenta ya estoy delante de su puerta. Me quito los auriculares, los guardo en el bolsillo de mi chaqueta y pego a la puerta. Mentiría si dijera que no estoy nerviosa.

Es Donna la que me abre la puerta, con una sonrisa, como siempre. Es de las mujeres más encantadoras que conozco, desprende calidez y alegría.

—Buenas tardes, Emma. Pasa, no te quedes ahí afuera. —se hace a un lado, haciéndome un hueco para pasar.

Al entrar un aroma a dulce recién horneado me hace casi babear. Casi.

—Nicolo y Grace están en el comedor esperándote. ¿Quieres café, té, un resfresco...? —pregunta mientras me lleva hacia el comedor.

Niego con la cabeza.

—No, muchas gracias.

—He hecho un bizcocho de naranja y chocolate, cuando se enfríe un poco os llevaré un trozo. —dirige su mirada hacia sus hijos. —Más os vale portaros bien con Emma. —su tono dulce de antes adquiere un ligero matiz severo.

Me entran ganas de reír cuando veo que los dos asienten a su madre con su mejor cara de angelitos.

Tras acerciorarse por última vez de que estamos bien los tres, se marcha de la sala, no sin antes dedicarme una última sonrisa.

—Bueno, no sé si os acordaréis de mí... Yo soy Emma.

—Ah, ¿Emma la que se cayó de culo delante de nuestro jardín la noche de Acción de Gracias? —pregunta Nicolo, socarrón.

Vale, sí. Está claro que se acuerda de mí.

Mis padres y los suyos son muy amigos así que suelen celebrar nochevieja, Halloween y ese tipo de fiestas juntos. Yo hace ya cuatro años que no me uno a ellos ya que he estado estudiando en la universidad, en Inglaterra, y solía pasarme las vacaciones allí trabajando para sacar algunos ahorros.

Grace empezó a reírse con fuerza y su hermano acabó uniéndose a ella.

Okey, esto no era lo que esperaba.

—Vale, bien, sabéis quién soy. Bueno, ahora vamos a empezar con las clases. ¿Por qué asignatura queréis empezar?

—Matemáticas. —dice Nicolo.

—¡Lengua! —se queja Grace.

Genial.

Dos horas más tarde, Donna viene para avisarme de que ya se han acabado las clases y ya puedo marcharme cuando quiera.

Dime que sí Where stories live. Discover now