Capítulo 12

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—Hola Shelly—respondió Ethan. —No no, si está aquí—me miró. —Claro. Si iremos, no se preocupe. Por supuesto. Nos vemos. Adiós.

¿Si iremos a dónde? ¿Qué no se preocupe? ¿Y yo que tengo que ver?

Mi novio finalizó la llamada y yo lo observé con el ceño fruncido y los brazos cruzados en mi pecho, a la espera de una respuesta.

—Era tu madre.

—Vaya, una novedad—el sarcasmo en mi tono de voz fue inevitable.

—Deja de estar a la defensiva—sonrió de forma burlezca—solo quiere que bajemos a desayunar para que compartas tiempo con ellos y con tu hermana Alisha. Tiene planeado ir a la playa junto con April y su familia. Quiere que asistamos.

Esa mujer debía tener algún detector de momentos candentes, puesto que siempre y sin fallar interrumpía alguno de ellos con sus dichosas cenas, juntadas en la playa y momentos de familia feliz.

Y no, no es que no me guste compartir con ellos. Los amo y daría mi vida por cada uno, pero soy mujer, soy grande y adulta, y tengo necesidades.

Una de ellas era que mi novio me diera tan duro hasta que me dejara temblando en una cama y luego…

—Jane, ¿me estás escuchando?

Okey suficiente fantasía por un día.

—Perdona —suspiré —es que no entiendo como tiene esa habilidad para llegar justo cuando estamos en medio de…algo. La cena del otro día y ahora ¿esto?

Ethan bajó la cabeza y balanceó su peso a su lado derecho al recostarse sobre una columna con los brazos cruzados. Se estaba riendo el desgraciado y no una risita corta sino una sonrisa de esas en las que muestra su dentadura completa. Se ve tan hermoso y tentador aunque le esté divirtiendo mi comportamiento infantil.

Me vale una mierda si a los demás les parezco una nenita consentida. Mi novio me ama así y, para recompensarlo, yo quiero pasar más tiempo con él, puesto que después estamos meses sin vernos y no es lo mismo que con mis padres. O bueno, si es lo mismo, pero mi mamá no me folla y me hace gemir. No sé si me explico.

Diablos Señorita.

—Deja de ser tan pervertida y cochina. Sé que estás pensando en un montón de cosas sucias en este momento. ¿No fue suficiente lo que te di en el baño?

Vos sabes que si, pero no.
Okey. Me hackearon, vale. No fui yo. Fue mi doble de riesgo.

Tú cállate.

—Digamos que me quedé con las ganas—le dí un repaso descarado deteniendo mis ojos con cierta malicia en aquellos músculos trabajados de su abdomen.

—Te gusta apreciar mi trabajo en el gimanasio eh. Mírate, parece que estás babeando princesa.

—Todo tu culpa. Eres como esos personajes de wattpad que te paran hasta lo inexistente. Todos unos diablos en vida, con sus cuerpos majestuosos y sus rasgos perfectos.

—Ese vocabulario tan impertinente tuyo. Voy a tener que castigarte por portarte tan mal.

—Ten cuidado tigre porque me encanta que me castiguen. No vaya a ser cosa que me gusten mucho los castigos y considere cambiar mi comportamiento a uno mucho más descarado y sucio.

Abrí la bata para que contemplará mi desnudez y caminé con lentitud. Las mujeres tenemos cientos de armas de seducción, hay que ser inteligentes para saber usar la indicada en el momento adecuado.

Yo era muy consciente de lo que mi cuerpo causaba en él, así que ¿por qué no usar su debilidad en contra?

Una vez que estuve frente a su imponente porte, pasé mis manos por su cuello para aferrarme a él.

Romeo y Julieta: A una pantalla de distancia Where stories live. Discover now