🔸2. Difícil de disimular

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Katsuki sabía lo que el embarazo traería consigo. Había leído cada libro y artículo que había encontrado en línea sobre los tres trimestres del embarazo y el crecimiento del feto hasta el momento del parto.

Sabía que el primer trimestre era el más riesgoso, que debía cuidarse más que nunca porque el feto era más susceptible al aborto durante esta etapa. También sabía que las hormonas en su cuerpo sufrirían grandes cambios, y que los síntomas empezarían a manifestarse.

Con tanta información, el rubio pensó que no podría sorprenderse por los malestares que su cuerpo desencadenaría.

Como siempre, tentó a la suerte.

Actualmente, habían pasado un par de semanas desde que Katsuki y Eijiro habían observado las pruebas de embarazo y habían descubierto que añadirían un nuevo miembro a su familia de dos.

No tardaron en solicitar una consulta con una especialista, la doctora Konoe Yasu, quien confirmó los resultados con una prueba de sangre. Les dijo, además, que Katsuki se encontraba en su quinta semana de gestación. Por lo que podía apreciar, tanto él como el ser en formación se encontraban en perfectas condiciones, y que la fecha estimada del parto sería el diez de octubre de ese año.

Eijiro alzó las cejas y una sonrisa iluminó su rostro.

—¡Hey, unos días antes de mi cumpleaños!

Katsuki y Konoe no pudieron evitar contagiarse del gesto.

—Tengan en cuenta que la mayoría de las veces, la fecha estimada no se cumple —señaló la doctora—. Depende mucho del gestante y cómo se desarrolle el propio embarazo y feto. Lo ideal siempre será que pase las treinta y seis semanas.

Los dos asintieron mientras seguían sin despegar la mirada de la pantalla en donde se observaba lo que parecía apenas un frejol en blanco y negro. Katsuki no podía creer que algo tan diminuto pronto podría llegar a pasar los tres kilos de peso.

Pero era algo suyo.

De él y de Eijiro.

Y estaba creciendo dentro suyo.

—Todo parece ir en perfectas condiciones —mencionó Konoe para luego pasarle a Katsuki una toalla de papel para limpiarse aquel líquido del vientre—. Sin embargo, debo decirle, señor Bakugo, que debe alejar el trabajo de héroe —le indicó ella—. No queremos que esta situación tan prometedora cambie.

Katsuki asintió sin titubear.

Ya había empezado a dejar el trabajo de campo, y se estaba encargando de los detalles logísticos y administrativos de su agencia. Era aburrido quedarse en la oficina, si tenía que ser honesto; pero no podía ser tan irresponsable como para exponerse al peligro en su estado.

Además, Eijiro no había hecho más que aumentar su protección hacia él desde que las cuatro pruebas dieron positivo.

>>Además, quería preguntar, ¿ya presentó síntomas?

—Solo fatiga que no me deja levantarme temprano —admitió con molestia.

Levantarse temprano nunca antes había supuesto un inconveniente para él; de hecho, Eijiro siempre señalaba que era una persona matutina. O lo había sido hasta ahora, que le costaba cada vez más levantarse de la cama.

—No olvides que estás teniendo problemas con los olores, de mi desodorante más que nada —agregó su esposo, quien sostenía su mano.

La doctora no parecía preocupada.

—Es normal sentir aversión por olores cotidianos debido al embarazo. —Les sonrió—. Dígame, señor Bakugo, ¿los olores le provocan náuseas? ¿Arcadas?

Una llegada [in]esperada [Kiribaku mpreg]Where stories live. Discover now