🔸23. La lluvia cae

1.4K 142 57
                                    

*

Eran alrededor de las siete y media de la noche cuando Katsuki esperaba el término de su turno de patrulla.

Eijiro había terminado su turno justo después del almuerzo y, tras terminar de revisar y de asignar la distribución y horarios de los héroes de su agencia, se despidió de Katsuki para ir a casa a cuidar a Akane.

No hubo más después de eso.

Con la tranquilidad de que Eijiro estaría con su pequeña revoltosa, Katsuki empezó su guardia.

Fue una tarde relativamente tranquila, al menos por la zona de la que se estaba encargando. Había capturado un par de criminales por robo de bancos y evitó un asalto a mano armada. Nada realmente problemático.

Tampoco es que Katsuki quisiera arriesgarse del todo, pero estaba acostumbrando a los días ajetreados en los que debía correr de un lado al otro para evitar otro crimen.

Aburrido, se sentó en lo alto de un edificio, justo al borde. Así tendría una buena vista en caso de que algo pasara.

Sin embargo, ante la quietud del momento, Katsuki retiró su celular del bolsillo de su pantalón. Antes, Katsuki nunca llevaba el celular mientras patrullaba; era mucha distracción. Además, tenían su propio dispositivo para comunicarse entre colegas en caso de alguna emergencia. Pero desde que nació su hija y volvió a trabajar, nunca sabía si podía pasar cualquier cosa y tendría que llegar rápido hacia ella.

Deslizó su dedo por la pantalla para desbloquear su celular y dio paso a su fondo de inicio.

No pudo evitar sonreír cuando se encontró con la foto de Akane y Eijiro. No sabía cómo lo había conseguido, pero Katsuki logró tomar el preciso instante en el que Akane dio sus primeros y tambaleantes pasos. En la imagen, Akane lucía concentrada, como nunca antes, mientras que Eijiro tenía los brazos extendidos para atraparla. Su esposo estaba radiante por el pequeño gran logro de su hija.

La imagen se había convertido inmediatamente en la favorita de Katsuki.

Era la prueba de lo rápido que Akane estaba creciendo.

Su enana.

El sonido de unos pasos detrás de él lo sobresaltaron y lo hicieron ponerse de pie por instinto. Sus manos se encendieron en explosiones hasta que se encontró con una mirada heterocromática que conocía muy bien.

—Soy yo —dijo Shoto alzando sus brazos en signo de paz.

—Maldita sea, mitad y mitad. —Katsuki detuvo las chispas de sus manos—. No hagas eso, imbécil.

Vio que Shoto esbozaba una sonrisa, y Katsuki quiso golpearlo para quitársela de inmediato.

—No te habría asustado si estuvieras atento.

—Cállate, idiota. —Katsuki odiaba que tuviera razón. Ponerse a revisar su celular en medio de una patrulla (por muy tranquila que pareciera) era imprudente e irresponsable—. ¿Qué haces aquí, de todas formas?

—Se puede ver mejor desde lo alto. Además, ya no falta mucho para que acabe el turno. —Shoto se encogió de hombros mientras caminaba al borde del edificio para sentarse en este—. Recordé que te tocaba esta zona, así que pensé que podríamos vigilar juntos antes de volver a nuestras casas.

No era sorpresa para Katsuki que Shoto conociera sus zonas y horarios. Después de todo, él había sido quien lo había suplido en las misiones mientras estaba esperando a Akane, y después de que nació también.

Tenía mucho que agradecerle al bastardo.

—¿Y por qué mierda quisiera vigilar contigo, dime? —replicó el rubio, pero aún así se sentó al lado de Todoroki—. ¿Cómo está Izuku?

Una llegada [in]esperada [Kiribaku mpreg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora