Capítulo tres - Campo de tulipanes

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Aquella mañana Semine se levantó con los labios resecos. Había tenido un sueño con Beatles en el que la besaba. Se levantó de golpe y se puso de rodillas frente al adorno de Jesucristo en la cruz. Para ella, el ser lesbiana no era un problema, el verdadero problema es que no sabía si lo era. Jamás se había sentido atraída hacia un chico, pero Beatles era otro caso. El solo verla sonreír ponía su mundo de cabeza. No pudo evitar soltar una risita cuando su imagen se le vino a la cabeza. Dios no se enojaría con ella, en definitiva, era un plan divino el hecho de que ellas dos se conocieran.

Semine llegó a casa de Agna aquel día. Le comentó sobre su plan. Había planeado mentirle a su madre, le había dicho lo de Núremberg para hacerla creer que iría con la familia de Agna. Esta aceptó cubrirla, de todas formas, no había manera de que Hada descubriera que Semine no se encontraba con ellos. Beatles no debía saber, eso estaba más que asegurado.

—Veamos que puedes llevarte de aquí —comentaba Agna mientras abría de par en par las puertas de su armario.

—Ya te dije que no voy a ir, Agna. —se quejó Semine desde la cama de su amiga.

Le había contado sobre el viaje a Múnich al que Beatles le había invitado. La ropa de Semine era escasa y pasada de moda (aunque ella sabía cómo lucirla) por lo que Agna, quien amaba ir de compras y tenía un closet de más de mil dólares en casa, decidió darle algo de su ropa.

—¿Le explicaste por qué la bloqueaste?

Semine asintió.

—Cuando nos vimos ayer en clase le expliqué, pero no le dije todo. Porque ella insiste en hablar con mi mamá.

Agna se dio la vuelta con un par de shorts en las manos.

—Pruébate esos... no creo que mis blusas te queden bien, tienes demasiado pecho, amiga.

—¡Agna! —gritó cubriéndose con ambos brazos —¡Quita ese rostro pervertido!

—¡Ya llegué, no lloren más! —anunció Alexander abriéndose paso en la habitación.

Ambas rieron, Semine se movió al otro extremo de la cama para que él pudiera sentarse.

—¿De qué hablaban amigas? —preguntó.

Semine explicó con detalle todos los sucesos que habían transcurrido desde que había conocido a Beatles hasta la actualidad. Alexander y Agna intercambiaban miradas de vez en cuando, ambos pensaban lo mismo. Era demasiado obvio.

—Pero bueno... en fin, no me atrevo a contarle donde vivo ni nada sobre mi familia.

—Bueno, la verdad has ocultado todo muy bien. Yo nunca sospeche nada de eso —dijo Alexander —de todas formas, lo que haya pasado en tu familia no tiene nada que ver con ella, sino sientes necesario contarle, no lo hagas.

—¡Eso! No es obligación contarle nada. Tú solo sigue hasta donde puedas llegar —le siguió Agna.

Esa tarde Semine armo su mochila de viaje con la ropa de Agna. No sabía exactamente que atuendos había echado su amiga dentro de la valija, pero no pensaba en que pudiera ser algo que a ella no le quedase bien o que fuera indecente, ya que Agna no era de llevar ese tipo de ropa. Sus shorts no eran tan cortos y sus trajes quedaban un poco más arriba de la rodilla, así que seguramente esos eran los que había guardado... pensaba.

Al día siguiente Semine salió de casa con los nervios de punta. Tras haberle mentido a su madre se aseguró de que Agna y Alexander la cubrirían bien. Agradecía tener buenos amigos, principalmente unos que aceptaran hacer algo tan loco y arriesgado como eso.

Se detuvo en los baños del Teestübchen y se quitó el largo vestido para cambiarlo por unos shorts y una blusa rosa pálido holgada, se acomodó el cabello e inconscientemente intentó hacer que su camisa dejara a la vista algo de escote, al darse cuenta volvió a cubrirse, con la cara roja por la vergüenza.

Alguien como Semine (Borrador)Where stories live. Discover now