Ritsu y Mugi

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Punto de vista de Mugi 

 No habíamos hablado con Ricchan en todo el día, parecía que estaba ocupada. 

- Yui, ¿sabes a dónde fue Ritsu? - le preguntó Mio-chan a Yui-chan en el descanso.

- No, ni idea - respondió-. ¿Deberíamos ir a buscarla? 

- Si pudiera lo haría, pero es que le prometí a mi club de fans que les haría una pequeña presentación del bajo de Fude pen boru pen - dijo Mio-chan.

- Ah, ¡es cierto! Yo tenía que terminar la tarea que no había terminado ayer - recordó Yui-chan.

- Y yo quedé de encontrarme con Ui y Jun, lo siento... ¿Tú sí la podrías buscar, Mugi-senpai?

- Oh sí, yo sí puedo. 

-  ¡Nos vemos luego entonces! - dijo Yui-chan. 

- Probablemente estará en el club de música, pero si no la encuentras no pasa nada, Ritsu nos dirá luego qué estaba haciendo - dijo Mio-chan.

- ¡Listo! - dije.

- ¡Suerte, Mugi-senpai! - dijo Azusa-chan.

- ¡Gracias, Azusa-chan! - le respondí.

Fui hacia nuestro club de música, entré y ahí estaba Ricchan, estaba tocando la batería. Se veía muy concentrada y tocaba con mucho dinamismo. Apenas me vio dejó de tocar y me dijo:

- ¡Ah, hola Mugi! Estaba practicando.

- Chévere, ¿te molesta si me quedo aquí?

- Para nada, gracias por acompañarme - me dijo Ricchan - ¿Y las otras? 

- Yui-chan tenía que terminar la tarea de ahorita, Mio-chan tenía una reunión con su club de fans, y Azusa-chan se iba a encontrar con sus amigas. 

- Ah bueno, entonces Yui se distrajo otra vez, ¡y ya me imagino lo felices que deben estar las chicas del club de fans de Mio! 

- ¡Sí! - exclamé. 

Me senté en el banco y Ricchan volvió a empezar a tocar su instrumento. Hizo varios ensayos de nuestras canciones más recientes. Después me dijo: 

- ¿Quieres practicar tú también? Podemos tocar juntas. 

- Claro, ¿de cuál canción hacemos primero?

Ricchan y yo tocamos juntas un buen rato, hasta que dije:

- Un momento, ¡tenemos que almorzar!

- ¡Ay, no! - exclamó ella. Parecía como si se hubiera acordado de algo.

- ¿Qué pasa? - le pregunté.

- Olvidé mi almuerzo - dijo Ricchan.

- Tranquila, te comparto del mío - le dije afablemente.

- ¿Segura? ¿No vas a quedar con hambre?

- No, de verdad que no. 

- Bueno, tú ganas... 

Ricchan y yo nos sentamos en el banco, saqué el almuerzo de mi maleta y lo abrí. Ese día había llevado caviar negro con atún y una ensalada de rúgula con rábanos, queso de cabra y vinagreta de módena y miel.

- ¡Tu almuerzo lujoso como siempre! - dijo Ricchan - Qué envidia, quisiera comer esos almuerzos todos los días. 

- No es tan así, puede que al principio estés feliz, pero créeme que después de un tiempo te aburrirías, porque comenzarías a sentir que siempre es lo mismo.   

Mi dulce RicchanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora