Mio y Ui

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Punto de vista de Ui

Onee-chan y sus amigas habían venido a la casa después de estar en el club para hablar sobre ideas de canciones y sobre cómo iban con la práctica para la presentación. Antes de que fueran a subir arriba, les avisé que iba a preparar la cena:

- Voy a hacer la cena, ¿les parece bien una lasaña de ricota y espinaca?

Pero Onee-chan respondió algo que no esperaba:

- Ui, no te preocupes, ¡hoy seré yo la que cocine!

- ¿Por qué? ¿Hay algo que quieras preparar?

- Voy a hacer la lasaña - me dijo.

Me preocupaba un poco la idea de que lo hiciera sola, ya que no quería que se quemara, que se le cayera la lasaña o que se manchara sin querer con la salsa de tomate. Incluso si ya había cocinado sola una vez, cuando yo estaba resfriada.

- Claro, yo te ayudo.

- No, Ui, tú descansa, la puedo hacer yo misma - me respondió.

- Tranquila, me siento bien, no estoy cansada - repliqué.

- Ui, ¡ya te dije que yo haré la cena! - me respondió con cierta brusquedad.

Eso me dolió. Onee-chan era siempre muy linda y calmada, y no recordaba una vez en la que peleáramos o en la que ella me alzara la voz.

- Está bien... Te lo dejo a ti - le respondí tratando que no notara cómo me sentía -. Solo ten cuidado con el horno.

- ¡Gracias, Ui!

Onee-chan les dijo a las demás que estuvieran en su cuarto mientras hacía todo, al parecer quería sorprenderlas.

- Yui-senpai, yo no me voy a sentir tranquila de pensar que en cualquier momento puedes hacer un desastre en la cocina, así que bajaré cada cierto tiempo para asegurarme de que todo vaya bien - dijo Azusa-chan.

- Gracias, ¡eres muy atenta, Azu-nya! - exclamó Onee-chan antes de abrazarla.

- De nada, ¡pero no seas tan empalagosa! - respondió ella.

- Yo voy a salir a caminar un rato, ¡nos vemos ahora! - avisé, y salí.

Normalmente les hubiera traído a las demás algo para tomar y les hubiera ofrecido también a Onee-chan y a Azusa-chan, para luego subir a mi cuarto y leer un texto que nos dieron en clase, pero en ese momento en particular me sentí más como un estorbo.

Decidí ir al puente del riachuelo.

Apoyé mis brazos sobre el puente y observé un rato el agua que corría mientras aparecían tonos naranja claro en el cielo.

Cuando iba a volver, volteé y vi a Mio-san, que acababa de llegar.

- ¡Mio-san! - exclamé.

- Qué bueno que te encontré - me dijo -. ¿Qué haces ahí sola? Pasaba el tiempo y no volvías.

- Me distraje mirando la corriente del agua después de tirar piedras - le expliqué.

- Está bien, solo nos preocupamos de que te pasara algo, porque a Mugi le dio la impresión de que estabas triste, lo comentó después de que salieras - me respondió.

- No estaba equivocada, sí lo estoy - dije débilmente -. Incluso si salir me hizo sentir mejor, aún no me siento bien.

No hubiera querido molestar a Mio-san diciéndole que así me sentía. Pero no pude evitarlo.

- ¿Me lo quieres contar? - me preguntó.

- Es que me puse triste de que Onee-chan no quisiera que cocinara - le expliqué -. Además me hirió que pareciera molesta cuando me lo dijo.

Mi dulce RicchanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora