VIII

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—Dentro de poco vendrá la cena. —Aplaudió Kara con felicidad después de mirar la aplicación, donde su móvil indicaba que faltaban unos escasos minutos para que el repartidor se encontrara con su casa.

—Entonces iré a poner la mesa mientras tú te quedas aquí atenta a la puerta —indicó Lena levantándose de su lado.

—De acuerdo, cariño.

Kara se estiró sobre el sofá nada más ver como su novia desaparecía de su visión, planeando echarse de nuevo mientras esperaba. Pero justo cuando iba a tumbarse, tocaron el timbre. La pelinegra gritó desde el comedor, pero la rubia ya estaba levantándose para abrir. Sabía lo que tenía qué hacer. Mientras, Lena estiró el mantel para luego poner los cubiertos, tarareando felizmente cuando recordó como el rostro de su chica se había iluminado cuando había escuchado que había pedido potstickers para cenar. Su sonrisa aumentó cuando se acordó que la rubia le había devorado el rostro a besos como agradecimiento y se ensanchó en su esplendor cuando le había dicho que era la mejor novia del mundo. Como todos los días.

Pero su sonrisa no iba a perdurar.

—Lena... —llamó Kara su atención casi en un susurro.

Y la pelinegra se quedó de piedra nada más girarse. Porque allí estaba Lex junto a su novia. 

Su respiración quedó atrapada en su garganta y luego tensó la mandíbula. No sabía si estaba enfurecida o asustada, pero su balanza se inclinó más por la primera opción. No pensó ni por un segundo en lo que estaría pensando Kara ni en cómo hizo Lex para que su chica le dejase entrar como si nada. Lena solo quería hacerle ver que no iba a dejarse intimidar ni iba a dejarse vencer por ningún Luthor. Le iba a dejar claro una vez más de que no tenía miedo, que no estaba asustada por ninguna amenaza y que le enseñaría sus dientes o que iba atacar con sus garras.

Pero todas sus ideas cambiaron cuando Kara habló de nuevo:

—Escúchale, por favor —pidió suavemente, haciendo que su novia frunciera el ceño sorprendida.

—¿Qué...? —soltó apenas Lena porque no sabía si había escuchado bien, abriendo un poco los ojos con incredulidad.

—Os dejaré a solas... —declaró Kara en voz baja, pero esta vez mirando a Lex quien le murmuró un pequeño "gracias".

Después de despedirse, la rubia desapareció como había prometido. Lena todavía estaba desconcertada y pérdida, no sabiendo muy bien que estaba pasando. Lex, sabiendo que su hermana no sabía cual era el paso siguiente, se autoinvitó a sentarse y luego le señaló la silla de enfrente para que Lena reaccionara.

La pelinegra lo miró con desconfianza, todavía con ese recelo por lo que la familia Luthor le habían hecho pasar. Pero tenía muchas preguntas en la cabeza en este mismo instante. No solo porque Kara le había echado la mirada de súplica, sino también por la insistencia de Lex cuando su hermano nunca había sido así. Entonces, para salir de dudas, se sentó en silencio frente a él, se cruzó de brazos y esperó a que su hermano comenzara.

—Hablé con Kara —habló Lex rompiendo el incómodo silencio, ganándose la mirada atónita de Lena—. Sabía que tú no me ibas a escuchar y lo entiendo perfectamente. Así que, al ver que habías desaparecido detrás de la cafetería, aproveché para acercarme y hablar con ella con la esperanza de que me escuchara —explicó brevemente—. Le costó reconocerme, pero finalmente lo hizo —añadió cómicamente, intentando relajar la tensión.

—No me lo puedo creer —gruñó la pelinegra sacudiendo la cabeza hasta mirar por donde había desaparecido su novia, comprendiendo un poco más cómo le había encontrado, aunque no entendiendo qué le había dicho como para dejarle entrar.

Como un amor de verano (y algo más)  | SupercorpWhere stories live. Discover now