III

73 5 6
                                    

Ese lunes, después de aquel fin de semana, llegó al instituto con menos ilusión que la semana anterior.

A la hora del recreo, buscó a Dean y Sam en la misma zona de siempre, encontrándose por el camino al bromista hermano de Castiel.

-¡Hola Adam!

Saludó energéticamente el mayor.

-Gabriel.

Mencionó el contrario a modo de saludo.

-Uy, estás muy triste y serio. ¿Qué pasa?

-Aparte de tener un exámen de matemáticas dentro de una hora, nada.

-Ahhh, ya veo. Eres un chico de esos.

Adam enarcó las dos cejas.

-Estudioso, que se preocupa por las notas...ya sabes, de esos.

-Sí, soy de esos. Si no te importa, estoy muy cansado. Ya sabes, por pasarme día y noche estudiando y tal.

-Me callo entonces.

Gabriel hizo un gesto en su rostro como si cerrase su boca con una cremallera.
Adam sonrió un poco de lado y siguió caminando con Gabe a su lado.

La hora del recreo pasó rápida, y de un momento a otro, Adam ya estaba sentado en su mesa haciendo operaciones en la hoja inentando resolver el problema del examen. La asignatura de matemáticas le gustaba, sí, pero no es que se le diera muy bien.
Sacó un poco la lengua mientras se concentraba y multiplicaba los números.

Cuando acabó la hora, entregó el examen y deseó que le hubiera salido mínimo, decentemente bien.

Pasó las siguientes horas restantes aburrido y pensando en cualquier otra cosa que no fuera lo que el profesor estaba diciendo.
Cuando las clases acabaron salió del instituto rumbo a la casa.
Dean y Sam ya habían salido antes, y por consecuente, le tocaba ir andando hasta casa. El mayor le había dicho que si quería, podía ir a por él en coche, pero Adam le había contestado que no hacía falta. Ahora le tocaba ir andando.

Llegó a casa y comió junto al resto de los habitantes. Hablaron animadamente durante la comida y Mary preguntaba mucho por su día, tratando de ser amable, interesándose por él. John no estaba hoy en casa.

Cuando acabaron de comer, cada uno se marchó por un lado. Adam se quedó en su cuarto, y pasó todo el día ahí metido haciendo deberes y otras cosas hasta la hora de ducharse.

Al día siguiente, las cosas continuaron igual. Y al siguiente, y al siguiente, y al siguiente...realmente las semanas pasaron y todo seguía igual. Algo que en el fondo tranquilizaba a Adam. Nunca le gustaban las rutinas, nunca le gustaron que las cosas fueran simples e iguales durante todos los días de su vida, pero ahora que las cosas habían cambiado, lo agradecía un poco.

Llegó un fin de semana en el que Mary y John se fueron de viaje. Dean iba a salir otra vez el sábado con Cass, y Sam, esta vez, iba a salir con Gabriel.
En el momento en que se enteró, Adam sabía que le iban a volver a dejar en casa de los hermanos Shurley. Y no entendía porqué, debido a que ni siquiera Gabriel iba a estar esa noche.

-Pero Dean, ¿cuál es el problema de quedarme aquí?

-No me gusta que te quedes solo un sábado por la noche.

-Pero yo estoy bien.

-No me gusta la idea, Adam, punto.

-¡Pero no va a estar ni Gabriel! Me voy a aburrir más allí que aquí.

-Tranquilo, Baltazhar es buena compañía.

-¿Cuántos condenados hermanos tiene Cass?

Susurró Adam. Dean lo miró dándole la razón.

An Angel?Where stories live. Discover now