La confesión

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Katia

Estuve esperando la llamada de Oliver toda la tarde y nunca llegó, pero como a eso de las 8 de la noche oí que sonó el timbre. Fui a abrir y era Oli.

—Hola, perdón por no haberte llamado, tuve unas compras que hacer — con esto mostró una bolsa que traía, que parecía ser de una librería.

Con esto sacó dos libros, uno para él y uno para mí. Se llamaban Los siete maridos de Evelyn Hugo. Me lo dio y ambos subimos a mi habitación. Estuvimos aproximadamente 3 horas leyéndolos y comentándolo. Luego terminé de leerlo.

—WOOOW... eso estuvo... wooow — dije luego de que ambos hubiéramos acabado

—¿Verdad?

—Es impresionante lo que la sociedad puede hacerle a un amor tan bello

—Si, lamentable historia

—Creo que es una de las historias de amor más hermosas que he leído

—Entonces... ¿apoyas a la comunidad?

—Claro

—Genial

—Creo que todos deberían tener derecho de amar a quien quieran

—Lo mismo digo

Después de eso vi que Oli tenía una cara de satisfacción. Supongo que fue por lo bueno que había sido el libro. De repente solté algo que ni yo misma me esperaba.

—Te amo

Oliver me miró con una cara de sorpresa. No sabía que decir. Hizo que mi corazón se hiciera pequeño. Luego sin previo aviso, tomó su teléfono y dijo que tenía que irse.

No sé por qué había dicho eso. Creo que después de leer un libro de amor y comentarlo con él, el sentimiento solo había salido de mi boca. Creo que había sido demasiado pronto. Pero de verdad lo amaba. Llevaba tiempo amándolo, y sabía que él también me amaba, solo que estaba empezando a pensar que no de la misma forma en la que yo lo amaba a él. Luego me mandó un texto diciendo que nos reuniéramos al día siguiente después de la escuela en un café. Le respondí un poco cortante, pero dije que estaba bien.

Oliver

Estaba muy nervioso. No sabía que me había pasado, pero no podía decirle a Kat que la amaba. Claro que la amaba, pero con de la forma que ella quería. Tenía que decirle la verdad. Tal vez no toda la verdad, no estaba listo. Pero le diría que no estaba enamorado de ella. Estoy seguro de que lo entendería.

Al día siguiente no fui a clases. Le conté a Malcom lo que había pasado. Me dijo que también se saltaría clases y pasaríamos el día afuera. No quería hablar de eso realmente, pero sabía que tenía que hacerlo con él.

Nos reunimos en un parque, y cuando lo vi, vi que traía consigo una pelota.

—Supuse que no tendrías muchas ganas de hablar, que te parece si jugamos un rato

No podía amar más a este hombre. Luego de eso pasamos horas jugando y riendo de lo malo que era Malcom. Siempre le pasaba la pelota entre las piernas y le metía goles sin problema. Dios, extrañaba jugar fútbol. Luego de un rato paramos para tomar aire y fuimos a comprar algo de tomar.

—¿No te da miedo? — pregunté

—El qué

—Que nos descubran

—La verdad es que me da igual. Hablando de eso, anoche le dije a mi padre que era bisexual...

—¡¿QUÉ?! Y, ¿Cómo te fue?

—La verdad, todo iba bastante bien hasta que le dije que tenía pareja. Creo que fueron dos noticias en muy poco tiempo y eso lo abrumó. No hablamos desde entonces, pero estoy seguro de que se le pasará.

—Eso es una gran noticia

Luego sin previo aviso, lo abracé. El pareció sorprendido, pero me siguió el abrazo, y nos quedamos así por unos segundos.

Luego, a las 3, ya era hora de que me reuniera con Kat. Me despedí de Malcom, y me dirigí al lugar en el que habíamos acordado reunirnos. Llegué al lugar y la esperé ahí. Pasaron unos 15 minutos y ella apareció. Luego de saludarnos, me puse un poco serio, y empecé a hablar.

—Kat, tengo que hablar contigo...

—¿Qué pasa, Oli?

—Mira, tengo que decirte la verdad. ¿Recuerdas que anoche me dijiste que me amabas y yo no pude decirte lo mismo? Pues es porque, la verdad, no me siento de la misma manera, o sea, claro que te amo, pero no de la manera en la que quieres que te ame. Lo siento mucho. No dije nada antes porque no quería arruinar nuestra amistad, por favor, quiero que todo sea como antes.

Ella parecía triste y decepcionada, pero en su cara también se reflejaba el alivio.

—Oliver, lo entiendo, ya lo sospechaba, pero si no sientes nada, no pretendas hacerlo, eso hizo que esto me doliera un poco más a que solo me hubieras rechazado.

—Lo entiendo Kat, lo siento mucho, gracias por entenderme

—De nada, imbécil

—JAJAJJA, extrañaba a esa Kat

Esta historia no nos perteneceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora