Capítulo 46: Al fin del mundo conocido

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En el tomo anterior....

El grupo compuesto por Dono, Furan, Mizuno y Ban continuó rumbo a las tierras del sur en busca de pistas de Tiempo, Destino y Azar. Salvo la conversación con el espíritu de Vincent que daba luces respecto a los dos últimos, de Tiempo no había pista alguna, como si hubiera desaparecido su existencia.

En Gófteca, la última ciudad neutral antes de Magia Oscura, Ban fue superado por la angustia, atormentado por encontrar pistas de su pasado del cual fue arrancado a temprana edad. Guardándose la inquietud que lo aquejaba del resto, ejecutó el Hechizo de Restauración sin estar aprobado por Yázagara, rebotándole como una maldición de la cual Mizuno lo rescató a duras penas, sacándolo con un hilo astral que le permitió huir antes de ser capturado.

Con ayuda de la bruja que vive en la Ciénaga Púrpura retornó a la vida, pero a cambio perdió su lado vampiro. Ahora su esencia era de demonio, atrapado en un cuerpo humano, capaz de doblegarlo con sus impulsos de muerte si no lo controlaba y mantenía a raya. En el proceso de recuperación y aprendizaje supo de su pasado y el verdadero destino que le estaba deparado, algo que Obscuridad quería descubriera con tal de tener paz y ser más apto para unirse.

Debido a este incidente y, como relató en la carta escrita a Yashi, se separó de los demás, quienes se adentraron en Magia Oscura buscándole. En el primer pueblo conocieron a un chico llamado Zaru, a quien Dono convenció para que los guiase en los terrenos oscuros.

Como el chico aspiraba a ser guerrero le interesó el entrenamiento del espadachín, pero dejó en claro que su principal interés era encontrar a un amigo, desviado únicamente por un portal oculto que conectaba lugares de Magia Oscura, algo que despertó el interés de Furan.

En el trayecto, Mizu descubrió con su habilidad la ubicación de otra parte de Ariecca y Dono desvió la travesía a este nuevo objetivo, sin esperar que aquella pieza fuera la más maldita de todas. Poniéndolos en riesgo y desatando una hecatombe tras obtenerla, salvaron por muy poco del enfrentamiento con una invasión demoniaca gracias a su habilidad y que Ban los encontrara a tiempo. Al estar juntos, Gremio Supremo los extrajo y llevó a su isla, donde pudieron sanar y reunirse con los demás.

Procesaban lo sucedido cuando un misterioso mensaje llegó al Mago Supremo, quien los convocó para compartírselos. Era de alguien que se hacía llamar Kane y que aseguraba no encontrarían a Aire en el altar, por el contrario, si le buscaban los llevaría con el elemental. Tras corroborar a los aprendices que la carta no era falsa ni una trampa, el longevo mago les pidió asistir.

Pasaron la tarde preparándose y poniéndose al día para un encuentro que podría ahorrarles meses de viaje, desconociendo que en esta ocasión aquello que los demoraría serían ellos mismos.




En el patio interior de un caserón del Gremio Supremo, Ban llevaba a cabo su hechizo con el consentimiento del Cuarto Mago. Solo y en silencio, con el ajetreo de la ciudad flotante apenas alcanzándolo, dobló la carta que sujetaba y la depositó en el suelo. Con un paño untado en tinta negra dibujó un círculo de magia prohibida sobre los ladrillos y lo encerró, siendo meticuloso con el orden de los símbolos. Se enderezó para contemplarlo, pero tambaleó por el cambio súbito de altura.

«Todavía no me acostumbro». Se palpó la frente, manchándose la cara con el trapo.

Malhumorado lo tiró a un lado. Cerró los ojos y exhaló lentamente. Extendió una mano por encima de la carta, con la palma abierta hacia abajo y concentró su magia en ella.

—Mensaje, ve a la cabaña de Ciénaga Púrpura —dictó, visualizando los peldaños—. Ardezus.

El interior del círculo se prendió en llamas negras. Las lenguas devoraron el papel y junto con él se desvanecieron, dejando las baldosas intactas, sin manchas ni quemaduras.

Archimago 6, Al final del viajeМесто, где живут истории. Откройте их для себя