2. R e v e l a c i ó n.

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Tan rápido como pudo, Alessa regreso con Zoé después de despedirse de finney. El encuentro le había dejado un poco amarga la boca, no recordaba haberlo visto en sus clases, pero igualmente no conocía a ningún compañero de su salón, Así que la idea de que pudiera estarlo ignorando se aproximaba un poco. Cuando llegó al lugar en el que estaban, no vio a su amiga ahí, se le hizo extraño pero cuando volteó hacia la izquierda, la vio hablando con un chico que no conocía.

Él se encontraba sentado en una cerca de concreto y Zoé tomándolo de ambas manos parada entre las piernas del chico, sonriendo. La imagen se le hizo muy tierna, se sentó en la silla de antes y solo se dedicó a observarlos, parecía ser que era aquel que Zoé mencionó hace un rato, no le vio bien el rostro pero su perfil no estaba nada mal. Sentía algo de envidia, dentro de ella quería que su amor adolescente se presentara, pero solo imaginaba el hecho de que para todos, ella era invisible.

—Perdóname por abandonarte aquí —le dijo Zoé llegando a su lado, tomando su respectivo asiento— pero como estabas tardando no pude evitar acercarme a él —sonrió ampliamente con un leve sonrojo en sus mejillas.

Alessa bebió de su jugo y se giró hacia el roble, los chicos ya no se encontraban ahí, pero tenía el presentimiento que alguien la observaba, algo tonto según pero no estaba en lo incorrecto. Se dio cuenta que Robin la estaba mirando, él estaba junto a un grupito mixto de niños, no sabía que hacían en realidad, pero tampoco prestó mucha atención en eso, cuando sólo se centraba en él. El moreno le sonrió y ella no supo que hacer, se escondió en su silla avergonzada, era inevitable fingir que todo estaba bien. Robin se sintió algo triste por la indiferencia de la chica y mejor se volteó a sus amigos, Alessa se odió un poco por eso.

—Una semana más, sólo una más —dijo Zoé—, y adiós escuela. No extrañare al profesor Marco, de verdad —Ale no le presto atención, pero siguió bebiendo de su cajita de jugo.

El timbre sonó pronto, todos sabían que hacer y en un segundo se vaciaron los alrededores. Ambas menores fueron a sus taquillas correspondientes, estaban algo alejadas una de la otra, pero se pudieron despedir antes ya que Zoé tenía otra clase distinta, Alessa tenía la impresión de que había arruinado un momento oportuno Para hablar con robin, cosa que claro cago absolutamente. Soltó un suspiro pesado mientras guardaba sus libretas de forma brusca, no le importó si algo se rompía en el proceso, estaba enfadada.

Detrás de ella alejados, finney y robin hablaban en la taquilla del peli café, ambos comentando el juego del domingo, al que finney era partícipe. Iban algo tarde a clase pero por suerte para ellos, habían diez minutos máximos de tolerancia para recibirlos.

—No creo que debas preocuparte, eres muy bueno en béisbol finn, probablemente el mejor que yo haya visto —le dijo robin sonriéndole, apoyado en la taquilla desconocida de a lado, finney se rió en bajo, guardando sus cosas.

—si lo dices para hacerme sentir bien, no lo estás logrando.

—vamos, no te creerás las palabras de Michael o ¿sí?

—No lo sé... —se le borro la sonrisa.

—No le hagas caso a un idiota que envía a su hermanita a preguntar en la heladería para no tener que hablar él —ambos se rieron y finney se pasó la maleta al hombro, cerrando la puerta de la taquilla.

—Dios, es lo más estúpido que he escuchado.

Un fuerte golpe los distrajo, miraron a Alessa quien recogía algunas cosas que se le habían caído al suelo, con un puchero de disgusto en su rostro mostrando la cólera que tenía.

—tú... ¿la conoces? —le preguntó Robin a su amigo, este suspiró.

—compartimos clases, llegó apenas hace unas semanas, es algo timida y no habla. —finney bloqueó los números de su candado, asegurándose que no se abriera.

𝒥𝒶𝓇𝒹í𝓃 𝓈𝒾𝓁𝑒𝓃𝒸𝒾𝑜𝓈𝑜 ━ Robin Arellano. Where stories live. Discover now