4. I n t i m i d a c i ó n.

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—¿Y bien?, ¿ya me contarás todo o no me lo dirás? —le dijo su madre, mientras arreglaba unas rosas recién cortadas. Alessa estaba recargada en el mostrador de madera, con su palma sosteniéndole la cabeza, totalmente inmersa en sus pensamientos y mirando un punto exacto— ¿como dijiste que se llamaba ese muchacho? ¿Robin Arellano? —sólo esa palabra bastó para prestarle atención a la joven mujer a su lado, le asintió pero ella seguía concentrada en sus flores.

El local era pequeño pero reconfortante, era el negocio que su madre emprendió al mudarse en Denver, su fascinación por las flores le dio una ingeniosa idea y al poco tiempo sus decoraciones florares fueron un éxito total, por eso la mayor parte del tiempo estaba ocupada, el trabajo le consumía el tiempo pero siempre trataba de tener un momento para Alessa, aunque fuera un poco.

—Debe ser un chico bastante agradable para ponerte así de emocionada ¿no? —la mujer sonrió al ver a la pequeña esconder su rostro con sus manos, era muy evidente que recordarlo la ponía muy nerviosa— ¿qué pasa? ¿Acaso te gusta?

Alessa se sorprendió, ¿gustar? Esa palabra parecía muy pronto para lo que sentía realmente, sus sentimientos estaban confusos, si era verdad que al verlo se le erizaba la piel y sentía cosquillas en el estómago, pero, no podía llamar este sentimiento algo parecido al amor.

¿Qué es el amor?, ¿como se sentía estar enamorada? Esas preguntas rondaban siempre en su cabeza, ¿acaso era un requisito para valorar a ese alguien especial para ti? No lo tenía claro, era extraño a decir verdad, Robin era un niño dulce y amigable, con apariencia ruda, pero en el fondo, era alguien diferente y eso le gustaba a Alessa, le fascinaba su forma de ser, su simple presencia era reconfortante. El sonido de una campanilla la trajo a la realidad, una pareja entró risueños y tomados de la mano, su madre rápidamente se levantó para acercarse a ellos, Alessa no se movió, observó el cárdigan café del hombre y sus jeans de campana. No duraron mucho en la tienda, se llevaron unos cuantos ramos y partieron.

Su madre se sentó junto a ella y siguió con lo suyo—¡Uff!, hoy hay mucho trabajo por hacer, ¿A qué hora dijiste que es tu cita? —Alessa entrecerró los ojos mirándola, algo fastidiada, la mujer se rió y le revolvió el cabello—, de acuerdo, de acuerdo, salida de amigos —ambas se rieron entonces, a Alessa nada le gustaba más que pasar tiempo con su madre, en especial cuando habían pequeños momentos para divertirse y reír juntas. Le gustaba verla sonreír, pues cuando lo hacía, podía ver sus perfectos hoyuelos que se le formaban en las mejillas, sus dientes alineados correctamente, las lindas pecas de su rostro y los pliegues de sus ojos a los costados, era una mujer muy hermosa sin duda alguna.

Alessa le mostró seis dedos, respondiendo la pregunta que le había hecho— esta bien, pero tendrás que presentármelo un día de estos ¿de acuerdo? —la menor asintió.

La campanilla de la puerta sonó de nuevo, ambas voltearon a su dirección, para la sorpresa de Ale era Zoé, iba muy linda con un vestido blanco con corazones rojos, un pañuelo en el cuello, botas blancas y lentes de sol a juego, le sonrió a las dos y se acercó al mostrador.

—¡Zoé! ¡Que gusto verte por aquí linda! —la saludó la mujer.

—¡Hola señora Bennet!, ¡Hola Alessa! —la mencionada le sonrió y le hizo un ademán como saludo.

—¿Qué te trae por aquí? —le preguntó.

—Vine por las flores de mi mamá —respondió.

—¡Cielos es verdad! Espera aquí, en un momento te las doy —la mayor se apresuró y desapareció de la vista de ambas, metiéndose a una habitación detrás de Alessa.

Zoé se apoyó en la mesa y se levantó las gafas al cabello, tenía un ligero maquillaje rosa, Alessa envidiaba mucho que todo le quedara perfecto.

—holis, ¿qué tal vas?, pensé que quizás querrías ir a dar una vuelta, está algo aburrido el día, aproveche para venir y verte —alessa se quedó pensativa un momento, quería ayudar a su madre pero también era cierto que estaba aburrida de ver a la gente entrar y salir, pero antes de poder hacer algo su madre llegó.

𝒥𝒶𝓇𝒹í𝓃 𝓈𝒾𝓁𝑒𝓃𝒸𝒾𝑜𝓈𝑜 ━ Robin Arellano. Where stories live. Discover now