Capítulo 4

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Brillar.

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Los rayos de luz atravesaban la ventana del estudio en la casa Ortiz. Donde sólo se podía encontrar al mayor de la familia, quien ordenaba fotografías de su hija y él compartiendo momentos de su niñez. Su escritorio marrón estaba lleno de esos recuerdos que apreciaba más que nada en su vida.

Sin embargo, su felicidad no estaba completamente llena. Abriendo un cajón a su derecha, sacó una caja en la cual conservaba aquellos pequeños fragmentos que sin duda le gustaría revivir.

Al abrirla, le fue inevitable hacer una sonrisa melancólica. Cartas viejas, entradas de cines o conciertos y obsequios que guarda un enamorado. Lo más doloroso fue ver su rostro delicado impregnado en las fotografias, donde por última vez se podía apreciar su bella dama con tan alegría.

—¿La extrañas, no es así?.

Sus orbes verdes se asomaron a donde provenía aquélla voz. Un hombre de complexión delgada y cabellera negra, posaba recargado en el marco de la puerta. Sus ojos cafés oscuros casi no se distinguían de su pupila haciendo su mirada más neutra como su traje formal negro que usualmente portaba.

—Era mi esposa, Dallio— contestó amargamente, una faceta que era muy poco de verse —¿Cómo quieres que no la extrañe?.

—Ella era mi mejor amiga y no me estoy lamentando en mi oficina viendo fotografías suyas.—entro sentándose en una de las sillas de cuero del lugar.

Una risa seca salió de Damián, quien cerro de golpe la caja—Nunca vas a cambiar, ¿cierto?.

—Soy realista, Damián—contestó— La forma más cruel de torturar te es seguir viendo esas fotografías donde ella seguía disfrutando de su vida.

Ambos adultos se quedaron viendo sin decir nada. Siendo orgulloso, no quería admitir que tenía razón.

—Pero no vine a hablar de eso—apresuro a decir— No hay que hablar del pasado, sino de lo que está pasando ahora.

—¿De nuevo hablaremos de tu salario?—dijo burlesco como su sonrisa, quien se recargo en el respaldo de su silla— Los tutores privados ganan bien, incluso ganas mejor que ellos.

Giro sus ojos en blanco fastidiado—Hablaremos de eso luego, idiota. Se trata de Andra.

Su sonrisa se borró y sus labios estaban en línea recta— ¿Qué sucede?.

—Creo que ya es momento que se prepare.

—No—se paró de su asiento hasta llegar a su lado— Estuvimos de acuerdo que sería hasta que fuese mayor de edad.

—Lo sé— imitó su acción—Pero no creí que este contratiempo llegaría.

—¿De que estas hablando?.

—Hablo que ya es momento de que aprenda lo que ha sido consignada como su legado.

Damián noto por primera vez la preocupación de Dallio.

—Solo tiene dieciséis—su voz cambio drásticamente—¡Es una niña!.

—¡¿Crees que es no lo sé?!— expresaba su enojo— Desde su nacimiento; jure en nombre de Nibia, proteger con mi vida y enseñarle el como ser una mujer como ella— su voz iba a bajando de tono y su respiración se regulaba— No le fallaré de nuevo.

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—¿Me estas diciendo que Jim Lake es el chico que conociste?— Mary tomaba su café.

ɪɴᴇᴠɪᴛᴀʙʟᴇ ʟᴇɢᴀᴄʏ [ᴊɪᴍ ʟᴀᴋᴇ ᴊʀ]Where stories live. Discover now