Capítulo 19

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"No debes abandonar aquello que te haga feliz. Lucha por ello y aférrate como si fuera un salvavidas. Algún día te enfrentaras a una decisión difícil y deberás elegir entre lo que te dicta la razón o tu corazón", la voz de su hermana sonaba casi como un eco lejano.

Intentó buscarla. A su alrededor solo había una niebla que le obstaculizaba la tarea. Intentó en vano ver a través de ella, en busca de su hermana, pero no había rastro de ella.

Alex camina entre la niebla con la precaución que ameritaba. Sus pies descalzos resienten los pinchazos de las pequeñas piedritas clavándose en su piel, pero poco le importo. Quería salir de ahí, buscar a Bruno o a quien sea, no le gustaba esta penumbra. La hacía sentir sola.

"No conviertas a la soledad en tu enemiga", se dijo, "Tenerla de aliada es mucho mejor que tenerla de enemiga, así se vuelve más amena, menos dolorosa".

Pero la neblina parecía querer tragarla, y el sentimiento de soledad se acrecentó quitándole el aire, asfixiándola.

Luego, el escenario cambió, ahora se encontraba en un campo abierto. Con el cielo despejado, lleno de nubes blancas como algodones de azúcar, sobre un campo con diferentes orquídeas; de todas las formas, colores y tamaños. Un campo surrealista ante sus ojos. Y, en medio del campo, se encontraba un hombre vestido de forma casual; con pantalones de vestir azul, camisa a cuadros color beige, cabellos que una vez fueron negros ahora platinados y una mirada dulce que Alex reconoció al instante.

Cubrió su boca con ambas manos, asombrada.

–¿Papi? –Apenas pudo pronunciar correctamente, su voz estrangulada.

Su padre, Enrique Corona Del valle, había muerto hace casi dos años. Su muerte fue causada por un derrame en el pericardio; la acumulación de una cantidad excesiva de líquido en la estructura de doble capa en forma de saco que rodea al corazón, no fue esperada, Nadie sabía de su condición. Fue una muerte silenciosa y rápida. Nunca pudo despedirse, pues habían quedado en verse ese mismo fin de semana para ponerse al día, como siempre lo hacían.

–Nos vemos pronto, mi reina –le había dicho aquella vez, a través de una llamada –. Estoy ansioso por comer de tus deliciosos hojaldres. Tú madre me quiere matar con esa estúpida dieta. Dice que debemos comer más sano –Alex rió ante sus quejas. Chasqueó la lengua, indignado –. Y lo peor, es que Lucía está de su parte, solo falta tu hermano y listo, ya puedo despedirme de los placeres culinarios.

Ya lo imaginaba con la mano sobre su frente y una mueca de sufrimiento digna de una obra shakesperiana.

–Sí que exageras, papi. Pero no te preocupes, te daré los dulces que quieras, pero con una condición, no le digas a mamá que te permití comerlos. Es un secreto –susurró, cómplice.

–Esa es mi niña. Nos vemos el sábado, mi vida.

–Dale, pa. Mi descanso terminará pronto –le avisó, bajó su muñeca con pereza –. Llamaré cuando acabe el turno, ¿sí? Te quiero mucho, bye.

Esa misma tarde, unos minutos antes de acabar con su jornada laboral, recibió una llamada por parte de Lucía, su hermana. Pensó que se trataba de cuidar a Katherine, pues su hermana la usaba como niñera en caso de emergencia, por ejemplo; una reunión de imprevisto o algo por el estilo. Nunca esperó las palabras de su hermana; muerte y papá. Dos palabras que no creyó escuchar, al menos, no en un futuro cercano.

Ese día algo se rompió en ella. Su padre era la luz de sus ojos, su relación con su madre nunca fue tan cercana como con su padre. Aunque nunca lo dijo en voz alta, él era la razón por la que seguían unidas, la conexión entre ellas; una conexión que, por desgracia, fue arrebatado demasiado pronto para la menor de los Coronas.

Un futuro incierto (Bruno Madrigal x OC)Where stories live. Discover now