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Cuando abrió los ojos, seguía en esa fea habitación de la comisaría que antes fue una antigua celda que los mismos policías ambientaron para que fuera adecuada para tomar siestas. Poco a poco se convirtió en un cuarto para refugiados y niños que encontraban en la calle.

En su vida había visto una sola vez una celda y fue cuando tuvo que hacer un recado de la bodega a un oficial de turno.
Curioseando se logró colar en uno de los pasillos restringidos y vio a un hombre cabizbajo y harapiento. Nunca supo qué fue lo que hizo, pero él sólo verlo a través de esas rejas ya lo hacía ver extremadamente lamentable. Se preguntaba si él y los otros dos niños daban esa misma imagen en ese momento.

No lo sabía y no quería averiguarlo, por fortuna el lugar era lo suficientemente cálido y además le permitieron tomar un abrigo antes de sacarlo de casa. El invierno era duro en la que debía ser la época más bonita de todas.

Mientras lo llevaban a otra habitación, se puso a recordar las veces en las que su madre le observaba jugar en la nieve, con un cigarro entre sus labios y unos documentos en sus manos enguantadas. Yoongi simplemente disfrutaba enterrar sus juguetes en la nieve, enterrarse en ella o atacar a su padre con algunas bolas de nieve. Ocasionalmente su vecino o algún niño del barrio le acompañaba en los juegos, pero ya ni se acordaba de ellos.

Luego, al entrar a casa bebían chocolate caliente y era enviado a dormir mientras sus padres se quedaban hasta tarde trabajando.

Al día siguiente, en las vísperas de Navidad, su abuelo y abuela llegaban con un pollo listo para el horno y pasaban noche buena juntos charlando o escuchando los cuentos de la abuela.

Así era como debía pasar sus vísperas, inflandose de chocolate caliente, galletas y pastel de verduras. No frente a una sopa de ramen instantáneo, acompañado de dos niños llorones en una habitación mohosa.

—Si lloras muy fuerte, el cuco te puede oir y te llevará muy lejos —intervino cuando oír los gemidos angustiados del niño más pequeño le cansaron y ni siquiera le dejaron comer su ramen.

El silencio a partir de ese momento fue música para sus oídos, incluso cuando la mirada furiosa de la otra niña le perforaba la nuca. Él por fin pudo disfrutar su comida en paz.

—Eres muy amargado para ser tan pequeño. De seguro por eso no creces.

—Tengo 11 años, aún me falta crecer.

—Mi mamá me decía que si no comes tus vegetales y tomas tu leche, no creces.

—Eso no es verdad, yo siempre tomé mi leche.

—Entonces es porque serás un omega, uno muy renegon.

Hasta ese punto de la extraña conversación con la niña que abrazaba al mocoso llorón, nunca se había planteado el momento de su presentación, ni siquiera le importaba.

—No, tú lo serás.

—Mi hermana será la omega más bonita y...y será como mi mamá, ganará mucho dinero —intervino el niño llorón sorbiendo sus mocos.

—¿Qué era tu mamá? —preguntó con curiosidad.

—Ella es modelo de una revista muy famosa aquí en Corea, pero se fue a Seúl porque acá en Daegu no hay oportunidades para ella. Dijo que volvería por nosotros cuando se hiciera millonaria.

Yoongi asintió y optó por terminar su sopa. A él le parecía que esa era una mentira, porque pocas madres volvían a su hogar una vez que se acostumbraban al aire de la capital. Su mamá le había dicho antes que si su padre se iba a la capital en algún momento, ni siquiera pensara en volverlo a ver, porque no sucedería.

♡《𝑻𝒂𝒏𝒈𝒆𝒓𝒊𝒏𝒆𝑴𝒊𝒍𝒌》♡ (Kookgi Omegaverse)Where stories live. Discover now