Katsuki recibe cartas en su casillero de parte de su acosador.
Al principio no le da importancia, pues cree ciegamente que se trata de un idiota tratando de jugarle una broma.
Pero llega a su límite cuando las cartas insinúan cosas que hacen confu...
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Katsuki siente curiosidad. Quiere saber que tan de interesante, bueno, agradable, como lo quieran decir, es enamorse de alguien de tu mismo sexo.
Siempre le han dicho que el amor se basa en casarte con una mujer, tener hijos, y así.
Es algo tonto, si se lo preguntan.
Ve el matrimonio como una cárcel a la que decides entrar bajo el tonto pensamiento de que es por amor, para así encontrar la felicidad plena y cumplir con tu propósito de vida.Vio tantas relaciones decaer después de aquel castigo auto impuesto, que la sola idea de tomar el mismo destino deprime sus planes para el futuro.
Además, nunca pudo sentir atracción hacia alguna mujer, por más que las chicas fueran hacia el y se le declaren, siempre las rechazo de la mejor manera posible.
Así que, saber que alguien, un hombre para ser exactos, guste de él... es extraño. Le da curiosidad saber cómo se dio cuenta, como pudo entender sus sentimientos, como pudo aceptarlo.
Realmente le urge hablar con ese imbécil, preguntarle muchas cosas y después golpearlo hasta el cansancio.
Si tan solo tuviera una manera de comunicarse con el, por más mínima que sea.
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Una mala idea recorrió su cabeza.
Su acosador lo seguía a todos lados, revisaba sus cosas y, sobre todo, le dejaba cartas en su casillero.
Así que, si su idea sale bien, el podrá comunicarse con el imbécil.
Aunque no sabe con exactitud qué escribir. ¿Debe plasmar lo que siente? ¿Debe ser sincero? ¿Que tanto debe de exponerse?
Muerde su labio ansioso y ve el reloj, ya es tarde y su horario de sueño sigue en decadencia. Juega un rato con el bolígrafo y se decide que tanto escribir.
"Te vas a cansar de mi.
Me amas tanto y yo sigo sin poder dormir.
Te vas a cansar de mi...
Y de todas las cosas de las que no hablo.
Lo siento, no quiero que me toques, no es que no quiera. Lo siento, pero no puedo aceptar que me toques.
Eres un jodido acosador, ¿porque debería dejarte hacerlo? Eres un maldito que me saca fotos cada que puede y dice amarme cuando solo me conoces unos, probablemente, meses.
Eres un pequeño idiota que se mantiene perfectamente oculto, dejándome con las ganas de encontrarte y golpearte hasta el cansancio.
Y... También cuestionarte muchas cosas. Como:
¿Porque te gusto? ¿Que te hace pensar que soy increíble? ¿Como aceptaste estos sentimientos tan incorrectos?
Y muchas, muchas, pero muchas cosas más. No puedo verte, ni siquiera conozco tu rostro, o eso quiero creer, solo tengo la vaga idea de que eres un idiota astuto que sabe esconderse bien".
Titubea ante lo escrito en la blanca hoja, con su letra cursiva y buena ortografía. No sabe si lo que escribió está bien, tal vez está siendo exagerado o ridículo.
Antes de caer ante sus pensamientos, dobla la hoja a la mitad y sale de su habitación. El camino hacia los casilleros es silencioso, frío, y con el sentimiento de ser seguido.
Sus mejillas arden, quizás por el frío, o quizás por la sensación que se instala en su pecho al pensar que es él quien lo sigue.
Una vez llega, abre su casillero y deja la hoja. Lo piensa unos minutos y decide dejarla, esperando poder recibir una respuesta.
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