Capítulo 38

196 20 4
                                    

A pesar de la vergonzosa forma de actuar de Sabrina, la fiesta fue todo un éxito. Hilda y Cerberus tuvieron una boda inolvidable que continuó de forma privada en la casa de los Spellman. Ambrose, Sabrina, Zelda y Mambo Marie llevaban disfraces, también Hilda y Cerberus. La pareja feliz se dedicó palabras de amor y emocionaron al resto, Zelda fue la que más lloriqueó.

Todo concluyó de la mejor manera, Zelda estaba feliz porque su hermana Hilda tuvo la boda que siempre anheló. También estaba pensativa porque creyó que Lilith no aceptaría hablar con ella sin embargo lo hizo ¿Por qué antes no y ahora sí? ¿Qué la llevó a cambiar de opinión? Era lo que Zelda Spellman se preguntaba.

– ¿Nos iremos a la academia? Quisiera estar a solas contigo ésta noche, cariño – Pudo decir Marie y luego besó los labios de la suma sacerdotisa –. Quiero que seas solo mía.

– Me quedaré en casa con mis sobrinos, prefiero estar aquí – Expresó Zelda apartándose –. Estoy exhausta, necesito descansar.

– ¿Descansar de qué o quién? ¿De mí? – Marie se veía muy enfadada –. Te comportas como una adolescente Zelda ¿crees que no me doy cuenta de lo que ocurre?

– La que se comporta de una forma extraña eres tú, no sabía que era algo malo cansarse.

– Sabes exactamente de que hablo – Obviamente hacía referencia a la flamante reina del infierno –. Lilith siempre está metida dónde no hace falta, siempre incomodando al resto.

– Tú la metiste en ésta conversación – Zelda intentaba evadir el tema –. Yo no recuerdo haberla mencionado y deja de actuar como si yo te perteneciera, asunto terminado.

– Aparece y pone tu mundo de cabeza ¿verdad cariño? – Marie sabe la respuesta.

– Deja el drama, estoy realmente agotada – Mintió Zelda para deshacerse de Marie aunque se encontraba muy insistente –. Hablamos mañana.

– ¡Zelda! – Gritó con furia Mambo Marie.

– Adiós – Dijo la suma sacerdotisa mientras subía las escaleras para ir a su habitación, la dejó hablando sola y Marie odiaba a Lilith cada vez más.

Zelda se encontraba muy ansiosa por la conversación que tendrá con su gran amor, le pone nerviosa tenerla cerca y a la vez lejos, siente que por más que estén una al lado de la otra hay un abismo que las separa. La suma sacerdotisa estuvo dando vueltas en su cama y pensando hasta que finalmente logró conciliar el sueño.
La noche pasó y un nuevo día comenzaba, la mayor de las Spellman bajó por un café y mientras leía su periódico comenzó a sentir un vacío, era por Hilda.

– Hermana, no sabes cómo te extraño – Dijo seguido de un suspiro –. Me haces falta Hildy, solo contigo logro desahogarme.

– Buenos días tía Zee – Apareció de repente Sabrina –. ¿Lista para ir a la academia?

– No, no iré hoy me siento un poco mal – Era la excusa perfecta.

– Debes sentirte realmente mal para no ir – Sabrina se preocupó –. No es normal en ti ¿quieres que me quede hoy? Creo que te afectó que tía Hilda se fuera.

– No te preocupes – Tocó su cabeza simulando un malestar –. Estaré bien.

– ¿Estás segura? Si no puedo llamar a Marie, ella puede cuidar de ti – Sabrina estaba muy insistente –. Seguramente no se negará si se lo pido.

– No es para tanto y le pediré a Marie que quede en mi lugar en la academia por si surge algo y puedo cuidarme sola – Tener a Mambo Marie ocupada era el plan –. El teléfono suena ve.

– Funeraria de la familia Spellman – Dijo Sabrina y seguido una sonrisa enorme –. Tía Hilda.

– Dámelo – Zelda se levantó rápido de su silla para tomar el teléfono.

– Tía Hilda debo irme a la academia – Sabrina se despidió –. Le paso el teléfono a tía Zee, adiós.

– Hildy, que bueno que llamas – Zelda estaba feliz de oír a su hermana –. Necesito que vengas a casa ahora mismo.

– No Zelds, no caeré en ese juego – Hilda pensó que Zelda quería manipularla para que regresara a casa –. Me casé ¿lo olvidas?

– Hermana, no es lo que piensas – Zelda trataba de explicarle –. Necesito contarte algo y prefiero que sea personalmente, ven a casa.

– Ahora me estás asustando ¿ocurre algo? – Se escuchaba a Hilda desconcertada y afligida.

– ¿Vendrás o no? – La presionó.

– Claro que iré, ya estoy preocupada.

En lo que Hilda tardaba en llegar, Zelda llamó a Marie para pedirle que quedara a cargo de la academia en su ausencia, ella continuaba enojada, pero aceptó y sin desconfiar del malestar de la suma sacerdotisa.

– ¿Que pasó? ¿Qué es eso que no podías decirme por teléfono? Imagino que es urgente porque me hiciste venir hasta acá.

– En un rato me iré al infierno y no intento bromear – Le dió un sorbo a su vaso.

– Zelds, juegas con fuego ¿sabes que puedes quemarte?

– Quemarse a veces puede ser placentero – Sonrió con ironía –. Necesito saber que cuento contigo.

– Sabes que siempre tienes mi apoyo – A Hilda le asusta las consecuencias de lo que Zelda haga –. Solo ten cuidado, no quiero que nada malo te suceda.

– ¿Piensas que estás aconsejando a Sabrina, hermana? – Se carcajeó – Sé perfectamente lo que hago.

– ¿Realmente lo sabes? – Interrogó.

– Basta Hilda – Se levantó molesta –. ¿Intentas ponerme de mal humor? Créeme, lo conseguiste.

– Zelds, eres mi hermana y te amo – Se acercaba un sermón que la mayor de las Spellman odiaba –. Pero sé que intentas acercarte a Lilith porque sientes celos y a la vez continúas con Marie, cualquiera creería que no sabes lo que quieres. Solo piensa en lo que te acabo de decir.

Esas palabras sonaron una y otra vez en la cabeza de Zelda ¿Qué quería? ¿Continuar con Marie y olvidar a Lilith? ¿Volver con Lilith y dejar a Marie? ¿Estar sola? Realmente pensó que Hilda tenía razón porque no encontraba respuestas a sus preguntas.
Entre pensamiento y pensamiento el momento había llegado, Zelda se encontraba en el infierno, un lugar que no odiaba, pero tampoco era de su agrado. La reina del infierno y la suma sacerdotisa se encontraban frente a frente, ambas estaban temblorosas y con sus corazones latiendo tan fuerte como podían, pero mirándose fijamente a los ojos.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Aug 19, 2022 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Pasión InfernalWhere stories live. Discover now