80- Agradecida

6.9K 425 3
                                    

Días después...

Suspiré sentada en el techo de mi casa.

Hoy debía ir a mi anterior colegio, a petición de la madre superiora. Según ella, debía asistir para ensayar todo el acto. Era una graduación, ¿qué se debía ensayar?, ¿cómo caminar por la tarima?

Regresé a mi habitación y me puse mi ropa de deporte. Até mi cabello en una coleta alta y me fui a trotar.

Corrí por toda mi urbanización, repasando mentalmente el discurso que daría dentro de una semana.

Solo de pensarlo me daban náuseas.

Desde que el semestre había llegado a su final, me propuse bajar diariamente el tiempo de trote del día anterior, básicamente, estaba compitiendo conmigo misma y hasta ahora no iba nada mal.

Me detuve en el portón de mi casa sudada y sin aire en los pulmones; revisé mi cronómetro y me alegró saber que había logrado bajar un par de segundos a mi tiempo.

Entré a mi habitación, me di una buena ducha y salí con una toalla alrededor de mi cuerpo y cabeza.

Como solo era un ensayo, no le veía lógica ponerme nada extravagante, así que solo me puse un jean, una camisa suelta y unos zapatos bajos. Dejé que mi cabello se secara al aire libre y me fui.

Algo de nostalgia entró en mi pecho, cuando estacioné frente al internado. Recordé lo mucho que me gustaba asistir. Mis padres no estaban muy convencidos, pero yo solo pensaba en que ya no estudiaría sola y que tendría amigas para toda la vida.

Que inocente era, también recordé cuando vi a Julian por primera vez, pero... Decidí frenar todos esos pensamientos. Él y yo nunca tendríamos un nosotros y eso estaba bien.

Bajé del auto y entré al colegio.

—No ha cambiado nada, ¿verdad? —comentó Julian detrás de mí.

—Y, sin embargo, ha cambiado todo —manifesté.

—Me gustaría volver a esa última hora de clases de un viernes, donde una joven curiosa cerró la puerta llena de preguntas. —Suspiró tomando mi mano—. Te juro que haría las cosas diferentes.

—Lo mejor es no vivir en el pasado y solo avanzar —afirmé soltándome de su agarre.

—¿Tú nunca has pensado en que hubiera pasado si Karla...?

—No —mentí, pero como dije: ese tema lo había superado—. Tienes una familia hermosa y eso es lo único que debe importar.

No le di tiempo a que siguiera hablando, solo caminé hasta el anfiteatro.

—¡Vanessa, qué alegría verte de nuevo! —Me recibió Paz, la madre superiora.

—Es agradable volver —respondí.

—Estás hecha toda una mujer —me halagó tomando mis manos—. ¡Julian! ¡Qué bien te sienta estar casado!

—¿Cómo estás? —indagó él con educación.

—Este es mi último año —anunció ella—. Me retiraré como directora, es hora de que otra voluntaria conduzca este lugar.

Ellos se pusieron a conversar, sonreí un par de veces tratando de no estorbar. Aunque lo que realmente deseaba era minimizarme y desaparecer.

—Siempre soñé con verte ordenar, aunque supe que mi sueño no se haría realidad, sobre todo por las veces que te encontré observando a Vanessa —su comentario captó por completo mi atención. Miré a Julian, pero él solo se pasó la mano por el cabello con nerviosismo—. Confieso que me sorprendí un poco cuando me enteré de que te habías casado con Karla.

—Iré a ponerme al corriente de todo —declaré huyendo de esa conversación.

Suspiré y me senté en el primer asiento disponible que encontré. Pasé mis manos por la cara, quizás había sido un error aceptar dar ese discurso.

De pronto, una videollamada entró a mi teléfono y sonreí al ver que eran mis amigas.

—Hola —contesté con una sonrisa.

—¿Dónde estás? —indagó Abbie.

—En mi antiguo colegio.

—¿Para lo del discurso? —preguntó Grace.

—Sí, es dentro de una semana y todavía no tengo un vestido para ponerme —manifesté viendo la tarima.

Qué bueno que tienes unas amigas con excelentes gustos para la moda y mucho, mucho tiempo libre —dijo Abbie.

—Ustedes también se aburren por estos días —determiné con diversión.

De día, de tarde y hasta de noche —convino Grace.

—No estoy segura de cuándo acabe esto, pero al salir de aquí les aviso y recorremos el centro comercial —propuse agradeciendo mentalmente tener a tan leales amigas.

Operación: Un vestido para el aburrimiento —expresó Abbie.

Pásame la dirección de dónde estás, si en un par de horas no estás lista voy y te rapto —apremió Grace haciéndome reír.

—Tenemos un trato. —Colgué la videollamada y les pasé la dirección.

Como había supuesto, mi presencia no era ni medianamente necesaria. Así que pasé todo el rato sentada en una silla, viendo una y otra vez como organizaban a las estudiantes.

Tomé mis cosas y me puse de pie.

—¿Te vas? —preguntó Julian.

—Sí, aquí nadie me necesita y debo hacer otras cosas —contesté apartando un mechón de cabello de mi cara.

—Yo te necesito —murmuró él mirándome fijamente.

—No te hagas esto y no me lo hagas a mí. Lo único que puedes ofrecerme es el papel de amante y ambos sabemos que no lo merecemos —pedí amablemente—. Adiós, Julian.

Subí a mi auto y suspiré.

Julian había sido importante en mi vida, lo había querido y de algún modo siempre lo querré, pero no podía continuar allí, así que lo mejor era avanzar.

Saqué mi teléfono y les mandé un corto mensaje a mis amigas:

"Guapas, me escapé. Nos vemos en el c.c."

Su respuesta no se hizo esperar.

"Estamos aquí, en el área de la comida" dijo Abbie.

"Te esperamos" agregó Grace.

Encendí el auto y lo puse en marcha.

-

-

Me miré en el espejo del probador y suspiré.

Este vestido era... horrible. Sus colores y todas las estúpidas capas que tenía.

—¡Uy! Ese definitivamente no —comentó Abbie asomándose por la cortina.

—Cariño, creo que debemos probar con algo más clásico —declaró Grace

—Creo que lo mejor será ir desnuda —simplifiqué en broma.

—Dejaremos esa opción como un último recurso —convino Abbie riendo.

Seguimos paseando por las tiendas, hasta que pasamos frente a una vitrina y las tres nos quedamos mirando el mismo vestido.

—Ese —susurré y mis amigas asintieron. Entonces una idea se formó en mi cabeza—. ¿Quieren ir a la fiesta de celebración conmigo?

Revelaciones ÍntimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora