Casi siempre estoy rayado.

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Beny

Algo de mí desconfiaba de Morad, se le veía muy pegado a mi novia, no quería ponerme celoso, pero fue inevitable. Él pasó el brazo por encima de los hombros de ella y así entraron, fuimos directos a la nueva atracción.

- ¡Uy! no me voy a montar. - dijo mi novia asustada.

- Venga, te doy diez euros. - habló PimPam.

- Móntate conmigo, mi amor - me miró.

- No quiero morirme ahora mismo, ¿sabes? Como que no me apetece - negué con la cabeza.

- Cosas peores has hecho, esto no es nada de adrenalina para tí - intentó convencerme.

El Coleta la cogió del brazo y los cuatro se montaron.

- Sufi, sé que no vas a decir nada, tú eres como mi hermano, pero - me interrumpió.

- ¿El Morad no está muy pegadito a tu novia? Sí, te lo iba a decir.

- A mí me da igual, porque es él, y sé que no quiere nada con ella, pero me hace dudar mucho últimamente.

- No creo que te la quiera robar, pero si tienen mucha confianza.

- Confianzas que no deberían de tener.

- Date cuenta que los ocho meses que estuviste preso ellos siempre iban juntos a verte.

- A saber que hacían.

- No te lo digo por eso, te lo digo porque en ese tiempo pudieron coger confianza, date cuenta de que él la consolaba a ella. Entonces por eso se pudieron coger cariño. Yo pienso que es mejor que se lleven bien a que se lleven fatal.

- Ya, pero una cosa es llevarse bien y otra son las confianzas estas.

- Estás hecho un celoso - rió.

- ¿Tú que harías?

Vi a unos niños mirándome sorprendidos, rápidamente me puse la máscara y seguí hablando con mi amigo.

- Hay un grupo de niños ahí con los móviles.

- Ah vale, pues lo que te estaba diciendo, yo hablaría con ella, con él no, y así, con tranquilidad, capaz puedes saber de donde sacaron ese nivel de confianza.

- Ya, luego hablo con ella, cuando nos vayamos.

- Sí, en el coche.

- Hola, ¿nos podemos sacar una foto? - me preguntaron dos mujeres.

- Bueno...

- Gracias, sigues siendo precioso con la máscara - me guiñó el ojo mientras agarraba mi mano.

Pasé de ella y se fue con mala cara.

- Y encima me mira mal, la retrasa esta - rió Sufián - yo te digo a tí que la gente está loca.

- Madre mía, ¡qué miedo pasé! - escuché a Leila - lo mejor que hicieron fue no montarse - me miró - te lo dije, te dije que te trajeras la máscara.

- Tenías razón.

- Vamos a los coches de coche - los señaló Omar.

- Vamos.

Nos montamos, estaba lleno y nos chocamos todos con todos. Pasamos una noche divertida, la gente era muy pesada e intensa con las fotos, pero es lo que toca.

Nos montamos en mi coche, ella me estaba hablando, pero solo pensaba en como decirle lo de las confianzas con Morad para que no se lo tome a mal.

- ¿En qué piensas?

- En nada - mentí.

- Dímelo anda, que luego me hago veinte mil paranoias yo sola.

- Tienes mucha confianza con Morad.

- Sí, me cae súper - paró de hablar y me miró - ¿estás celoso?

- No - se quedó callada, forzándome a hablar, siempre hace eso - bueno, sí.

- Amor, él no es mi tipo, y me cae muy bien porque siempre me ha tratado con cariño, solo eso.

- Pues no me gusta, ¿o tú ves que yo me hablo así con tu amiga Zayra?

- ¡Ay, Moha! ¡No vayas a empezar! - miró hacia la ventana.

Sabía que estaba enfadada ya que me había llamado por mi nombre real.

- Luego si no te digo lo que pasa te quejas también. - chasqué mi lengua.

- Vale, sí, no quiero hablar más porque vamos a terminar discutiendo como siempre, eres muy inmaduro.

- Tsss, esta tía - bufé.

- ¿"Esta tía" qué?

- No te lo voy a decir, que te enfadas - apreté el acelerador - luego el niñato soy yo.

- Bájale a eso - señaló a los pedales - No, no, ahora me dices.

- ¿No te vas a enfadar?

- No

- No quiero que tengas esas confianzas con mi amigo y punto.

- Pero - la interrumpí.

- No hay más que hablar, si quieres bien y si no también, esas confianzas se acaban ya.

- Tú estás mal, te lo digo.

- Vale, Leila, tú siempre quedando por encima de mí - aceleré de nuevo - acepta que no siempre tienes la razón.

- Eso eres tú con tus inseguridades, que te piensas que te voy a cambiar por él, cuando sabes de sobra que al único que quiero es a tí.

- Vale, dale la vuelta a la tortilla ahora.

- Tú estás loco.

- Cállate ya - la miré.

Sabía que con esa frase la había cagado.

- Chacho, te me vas relajando ya, ¿cómo que me calle? Ni que fueras mi padre, el flipa'o este - cruzó los brazos.

- No me hables así, te lo digo desde ya, flipada tú, que no aceptas tener que quedar por debajo de mí.

- Tú siempre eres igual, me tienes harta ya.

- Como que tú a mí no.

- Vale, Moha, lo dejamos ahí mejor, porque nos conocemos y los dos sabemos que esto no va a acabar bien.

- Vale, Leila, hacemos lo que tú quieras.

- Ya coño... ya está, no sigas.

- No, no, si tu no quieres yo no lo hago. No te jode - susurré.

- Te estoy diciendo que ya está, Mohamed, si estás harto de mí déjame y olvídame, y si quieres haz tu puta vida como tu salga a tí de la polla.

Frené en seco ya que había llegado a su casa.

- Por esto no me quiero volver a quedar embaraza - dió un portazo al bajarse.

No esperé a que entrara, me fui muy rápido hacia mi barrio, estaba harto, siempre se tiene que tomar mal las cosas, a ella no se le puede decir nada, se piensa que es superior a mí o algo.

Negociación {Beny Jr}Onde histórias criam vida. Descubra agora