01 | A escondidas, como amantes

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Florencia, Italia.

12 de Abril del 2023

Anheli

Mis dedos siguen el ritmo de la música contra el asiento de cuero, dentro de la camioneta negra que pertenece a mi nueva familia. Mi cabeza contra el respaldar me permite observar lo que sucede en las calles de Florencia y como una infinita soñadora creo historias en mi mente sobre cada persona que diviso a través de la ventana.

La canción de Oasis vuelve a repetirse una y otra vez desde que me subí a la camioneta y es que el chofer tiene la orden de reanudar la canción cada vez que termine. El resoplido de Dante a mi derecha me causa un poco de gracia. Sé que está cansado de escuchar la canción más de diez veces al día, pero poco me importa.

Es la única manera de seguir recordando el día que prometí tener una final con el amor de mi vida.

Cristian... ¿Qué estará haciendo ahora?

Dante me dice algo, pero lo ignoro. Tal y como lo he estado haciendo desde hace una semana.

—Puede que ahora estés enojada, pero sabes que la mejor manera de tener a mi padre tranquilo es siguiéndole la corriente. —musita con tranquilidad. Ruedo los ojos sin mirarlo y segundos después giro mi rostro— Eres una terca de mierda.

Sin responderle una sola palabra, regreso la mirada hacia la ventana. El italiano bufa y a mí se me escapa una sonrisa por la gracia que me causa sacarlo de quicio. Estoy por decirle algo para molestarlo, pero recuerdo lo que hizo y se me pasa.

—Jamás aceptaré que mi madre se case con el imbécil de Lombardi. Me importa poco que sea tu padre —aclaro en voz baja.

—La propuesta de matrimonio fue hace unos días, Anheli. Deberías asimilarlo.

—Mi madre no quiere casarse con él.

—Y se sacrifica por su hija, para que estés bien —esta vez si lo observo y noto el semblante dulce de su rostro— Y también lo hace por su nieta... o nieto —sonríe— Aun sigo sin entender porqué no quieres saber el sexo del bebé.

—Lo sabré el día que Cristian esté conmigo para que los dos, juntos, sepamos. No importa si tengo que esperar hasta que nazca —repito como grabadora nuevamente la razón de mi negación— Él se perdió mucho de los mellizos. No haré que se pierda de disfrutar también a este bebé.

—A él tampoco le gustaría perderse nada.

—Y mi madre hace esto para protegernos, pero, ¿quién la protege a ella? Tu padre podrá decir que la ama mucho y aún así jamás confiaré en él cuando se trate de la vida de ella. Mira lo que sucedió con tu madre...

Obligo a cerrar mi boca cuando el gesto de Dante cambia. Mis palabras lo han afectado y reconozco el semblante melancólico por el recuerdo de su mamá.

Yo y mi bocota.

—Lo siento.

—Tienes razón. Es mi padre, pero... tienes razón. Yo tampoco le confiaría la vida de una mujer que quiero —una pequeña lágrima rueda por su mejilla y la limpio— Algún día haré que pague por eso.

—Tu apellido será Lombardi, Dante, pero te aseguro que no eres igual a él.

Él asiente, sin responder. Lo abrazo como puedo. La ropa que tengo encima es la más cómoda del mundo por lo que me estiro hasta su asiento sin problemas.

El jersey que es dos veces más mi talla me gusta. Empecé a usar este tipo de ropa meses antes de que el embarazo empezara a notarse por lo que las preguntas no serían mi pan de cada día cuando tenga 6 o 7 meses.

Creando nuestras reglas #3 © | En cursoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora