Nro de palabras: 2939
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Excusas. Eso era lo que siempre escuchaba de parte de él.
En mi primer día de clases...
Jean: Hija, tengo un imprevisto del trabajo importante... Te prometo que la próxima estaré ahí.
En mi cumpleaños...
Jean: tengo que salir de la ciudad, en serio que es urgente, prometo traerte algo para compesarte.
Hasta en mi graduación...
Jean:Hija felicidades, lamento no poder ir, pero prometo mandarte un regalo cuando vuelva del viaje de negocios.
Nunca pensé que mi propio padre me desplazaria así poniendo por encima su trabajo antes de su propia hija.
Me sentía enfadada, odiaba el hecho de que mi papá nunca estuvo en mis momentos importantes. Desde pequeña oía a mi madre pelear con el por teléfono y recriminarle el hecho de que siempre estaba ausente. Yo por mi parte siempre lo llamaba cuando algo importante pasaba, porque de lo contrario el no lo haría.
¿Acaso no soy tan importante para él?
Eran las preguntas que siempre pasaban por mi mente en mi adolescencia. Hasta que un día lo deje de llamar y al mismo tiempo me dejó de importar.
Sasha: Hunter, a desayunar– escuché a mi madre llamándome para que fuera a la cocina.
Además de que nunca estaba presente, me puso nombre de hombre, no me molestaba pero eso daba la clara señal de que quería que fuera un niño.
Sasha: Cielo vas a llegar tarde si no comes rápido– era una universitaria, aún vivía con mi madre porque ella solamente me tenía a mi, ya que mi hermano mayor vivía en otra ciudad con su esposa, además, odiaria el hecho de dejarla sola.
Hunter: mamá, hoy de regreso compraré brownies de la pastelería esa que tanto te gusta– amaba consentir a mi madre, además, se lo merecía después de todo lo que pasó.
Mis papás se divorciaron cuando tenía ocho, él le era infiel y mi madre al enterarse no lo dudo ni un segundo. Ellos trataron de que no me afectara, al principio funciono pero él poco a poco se fue distanciando más y más, hasta que sin darnos cuenta él estaba completamente ausente de mi vida.
Hunter: me voy– tome mi mochila y mis llaves.
Sasha: Hun... Por favor no te vayas en esa cosa, sabes que me pone los nervios de punta– se refería a mi moto, ella no le gustaba, al contrario yo amaba desde muy pequeña las motos.
Hunter: no me obligues a dejar a mi bebé –hice un puchero y ella rio– tu ganas iré corriendo, solo implora a dios que no me caiga por mi torpeza
Sasha: está bien, solo ten cuidado – dijo tratando de relajarse– te amo.
Hunter: yo más
Salí y me fui rumbo a la universidad. Cuando llegue ví a Teresa, una gran amiga desde que estábamos en kinder, y ví a Mike otro buen amigo y vecino de toda la vida, solo que este estudiaba otra carrera, ambos eran mis mejores amigos. Me acerque a ello y los saludé. Mike se fue a su clase y Teresa y yo nos fuimos a donde debíamos.
