Compórtate como lo que eres

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El sábado no podré actualizar, así que actualizo ahora. 

POV: Myoui Mina. 

Estoy jodida, ese fue el primer pensamiento que pasó por mi cabeza tras la forma en que me había tocado y sobre todo en quién había estado pensando para conseguir mi cometido. Avergonzada por mi propio comportamiento decidí terminar de ducharme para luego regresar a mi habitación agradeciendo desde lo más interno de mis pensamientos el notar el desolado pasillo. Francamente, no sé que hubiese hecho si me llegaba a topar con alguien. Tras llegar a mi cuarto me percató del frío ambiente que lo envolvía, antes, no me había importado ese tipo de detalles, pero por alguna razón ahora no podía dejar de fijarme en ellos. Aquella noche no fui capaz de poder conciliar el sueño, como de costumbre me deslicé bajo las frías sábanas de mi cama teniendo toda la intención de poder descansar, pero las frescas imágenes no tardaron en inundar cruelmente el interior de mi cabeza impidiendo de esa forma poder cerrar los párpados sin tener su retrato impreso frente a mi. Bruscamente me giré sobre el colchón llevando mis manos contra mi rostro, no podía dejar de pensar en la forma en que ella me había tocado, podía sentir sus delgadas y pequeñas manos envueltas alrededor de mi muñeca, jadeé sintiendo el calor que desprendía su menudo cuerpo contra el mío, me estaba volviendo loca. 

Nayeon fácilmente había conseguido hacer que perdiera la cordura.

A la mañana siguiente me levanté más temprano de lo usual simplemente para no toparme directamente con mi esposa, tras cambiarme de ropa y asegurarme de que todo estuviese donde corresponde decidí salir de mi habitación notando a mis sirvientas esperando como de costumbre aun costado de la puerta de que yo comenzara a caminar. Ni siquiera me tomé la molestia de mirarlas, aun cuando sabía que ellas habían hecho una reverencia decidí ignorarlas continuando con mi caminar mientras que ellas me seguían obedientemente tras de mi. 

—¿Dónde está Chan?—cuestioné en alto mientras que me llevaba una de mis manos contra mi antebrazo contrario comenzando a recoger mis mangas, para luego simplemente hacer lo mismo con la otra extremidad. 

—El señor Chan se encuentra en su despacho—confesó una de las chicas con aquella característica monotonía que fácilmente me podría llegar a irritar, pero que, por alguna extraña razón, en esta ocasión no me importó. 

Tras escucharla simplemente asentí con mi cabeza mientras que decidí dirigirme directamente en dirección de mi despacho.

—No se molesten en seguirme y no traten de molestarme a menos que yo las llame—ordené dándoles por fin un vistazo a mis acompañantes. Me detuve de forma brusca al notar lo inesperadamente jóvenes que eran, ¿Eh? pensé visiblemente sorprendida al percatarme de que tan solo eran unas simples niñas que a penas habían llegado a los veinte años, ¿Por qué son tan jóvenes? me cuestioné a la vez que fruncía el ceño sin poder evitar el demostrar mi disgusto—¿Siempre fuiste así de joven?—no pude evitar el preguntar observando como ella parecía realmente sorprendida de escuchar mi repentino interés. La muchacha rápidamente giró su rostro tratando de ver a su acompañante, quizás en busca de algún tipo de ayuda, pero esta simplemente apretó sus labios, como si fuese consciente de lo que le ocurriría si trataba de interferir—¿Qué edad tienes?.

Ella no parecía estar dispuesta en responder, pero realmente no le quedaba de otra si era precisamente yo quién estaba haciendo la pregunta. 

—Dieciséis... señora—confesó la chica con evidente terror mientras que su cuerpo rápidamente se movió tratando de cubrir a su acompañante—y ella acaba de cumplir los quinces... pero aún así estamos dispuestas.

No pude evitar el ampliar mis párpados ante la sorpresa genuina que me había causado el escuchar la sugerencia en el tono de su voz, ¿Por qué tienen eso en mente? me cuestioné manteniendo toda mi atención en el evidente temor que escurría por sus delgados cuerpos aún inmaduros; era obvio el hecho de que ellas me temían, y si debía ser sincera al respecto, ni siquiera me importaba que tuviesen ese sentimiento, ya que era lo normal. Por impulso solté un suave suspiro a la vez que daba un paso hacia atrás queriendo por alguna razón tener mi espacio. Francamente no estaba entendiendo lo que estaba ocurriendo frente a mis ojos, ni siquiera era capaz de comprender la razón del por qué unas niñas habían estado ocupando el papel de servirme cuando deberían estar haciendo cosas que correspondía con su edad, ¿Por qué no lo noté antes? me pregunté irritada de mi propio desinterés en mi personal; como jamás miraba sus rostros no tenía ni la menor idea de que quienes me estaban sirviendo, me eran tan indiferente que, lo más seguro es que ellas ni siquiera deberían ser las jóvenes lo que me hacía molestar aún más. Ha... esto es un desastre, pensé mientras que mantenía toda mi intención en el miedo evidente que desbordaban de sus cuerpos.

La Tirana del Norte [G!P]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن