No hay más allá.

19 2 0
                                    

Desperté en medio de tres árboles, grabadas en sus troncos leí mis más grandes hipérboles.

Encerrado con la naturaleza de mi realidad, reflexioné sobre la triste verdad, aquella que siempre decidí ignorar.

Se escuchó a una dulce voz preguntar; ¿De qué quieres escapar?

Sentado en el diván, en la habitación solo habían dos.

De mis vitrales el agua salió, los sollozos al otro ahuyentaron, todo lo que alguna vez me alegró se esfumó.

Un cigarrillo aplastado por el medio y el índice, el humo sofocó a mi grillo.

Sin rumbo, sin consejo, a lo lejos un triste conejo me advirtió; "Te quedaste sin tiempo".

Soltó su reloj, de la hierba seca lo tomé, en efecto, el tic tac paró.

La puerta se abrió, nada más que viento y obscuridad de ella emanó.

Marcha atrás, mis pisadas cada vez más rápidas.

No importa cuánto corra, esa maldita puerta siempre se acerca.

Los pies cansados, los retratos censurados y mis amores mutilados.

Elijo parar de correr, cómo sea no hay dónde me pueda esconder, preso de la noche voy a desaparecer.

Cruzo el umbral, ya lo sabía, aquí afuera no hay más allá.

Cruzo el umbral, ya lo sabía, aquí afuera no hay más allá

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Bagaje emocional.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora