XIX.

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Posesivo – XIX.

Mi vida se había basado siempre en hacer lo correcto, en siempre hacer lo mejor para los demás pero por primera vez, la experiencia de ir en contra de uno de tus valores, se había vuelto...liberadora, por así decirlo. Harry no había contestado a mi cortante manera de responder, solo se había quedado mirando como yo salí de la habitación sin más nada que decir. Odiaba discutir con Harry y más por cosas sin sentidos pero algunas veces –y por algunas hablo de casi todas– sus celos eran asfixiantes. Y si no salía de esa habitación en el preciso momento en que lo hice, diría muchas cosas que dañarían a Harry y eso es lo último que quiero. Pero sus celos son uno de esos defectos que debo aceptar cuando nos casemos, aunque no sea algo a lo que digas ''Oh, sí. Ya me acostumbré a que nadie me mire, toque, hable, sonría, siquiera respire cerca de mí porque soy tuya. ''

No, no lo creo. Jamás lograré adaptarme por completo a este príncipe llamado Harry, un chico de ojos esmeralda que podía volverse mi amor o mi destrucción.

Camine por el pasillo y pulse el botón del ascensor esperando a que subiera, entonces sentí unas frías manos en mis brazos y supe que estaba detrás de mí.

–Selena...– llamó, haciéndome mirarlo. Sus ojos estaban rojo y las lágrimas se resbalaban de ellos. Relamió sus labios y suspiro, para luego tomar algo del aire perdido. –Lo siento, princesa. No quería hacerte sentir mal.

Negué. –No me siento mal, me siento controlada, como un robot y no quiero eso Harry. No quiero casarme con un guardaespaldas, sino con ese chico que con una sonrisa, hoyuelos en su rostro y una mano cuando más la necesitaba, me enamoró.

–Selena, cariño, prometo cambiar. Solo... No te vayas.

El ascensor se abrió. –Debo pensar. –Me solté de su agarre y entre en el ascensor pero antes de que se cerraran las puertas, Harry se atravesó, abriéndolas.

–Voy contigo.

–No. –Me negué y lo aleje de las puertas. –Debo hacerlo sola.

Las puertas de metal se cerraron dejando en mi mente una última imagen de un Harry decepcionado tal vez conmigo o consigo mismo. No lo sé, es una de esas tantas preguntas de las que nunca tendré respuesta.

El ascensor bajó hasta la recepción y al abrirse las puertas, salí tropezando con alguien. Al levantar la vista para disculparme, una chica alta, ojos y cabello castaño, cuerpo de modelo, me observó de arriba a abajo dos veces y termino solo haciendo una mueca de disgusto antes de entrar con cierto desprecio hacia mí.

Ignore por completo su reacción y me concentré en salir del lugar para despejar la mente.

Encontré el lugar perfecto a un par de calles del hotel y con facilidad solo me senté a tomar un café como siempre y a ver a las personas a través del vidrio gigante que cubría la pared del fondo del Starbucks.

Mi mente había evadido una pregunta durante los últimos días. ¿Qué había sucedido la noche en la que Harry recibió esa ''mercancía''? ¿Se trataba de algo secreto? No lo sé, pero no encontraba manera de responder esa pregunta, no tenía una respuesta lógica, simplemente no tenía respuesta.

Cuando me levanté para tirar mi vaso a la basura escuche unas campanas sonar y mire a ver quién había llegado. Me sorprendió ver David con un chico y una chica hablando muy entusiasta. Llevaba unos vaqueros negros desgastados, una camisa blanca y sobre esta una camiseta de jean oscura junto a unas botas negras. Su cabello estaba despeinado y llevaba puesto lentes hasta que los quitó al verme observándolo. Sonrió de lado haciéndome sonrojar y se acercó a mí.

–Hola, linda. –Dijo, mirándome de arriba a abajo. ¿Qué es algo de moda y no me enteré?

–Hola, David. –Salude. Él se acercó a mí oído, sonriente y susurró.

Posesivo |H. S.|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora