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Mi seriedad se notaba.

Aquel chico dijo eso y entro a la clase, como si nada.

¿Por qué me llamo tonta? ¿Motivo?

Entre a las clases molesta, ni siquiera le dirigí la mirada a July.

Anote en mi libreta todo lo que explicaba el profesor, July intentaba entablar una conversación.

De vez en cuando miraba a Noah, el solo jugaba con los lápices de July.

—Ady, ¿Te encuentras bien?

—Si. —realmente estaba muy molesta.

Anoté algunas cosas más que el profesor había puesto en la pizarra

—Me sentaré junto a Jack, no pidas explicaciones. —advertí a July.

Mire a Noah, que observaba como guardaba mis cosas, seguía con una cara ¿Molesta?, que le sucede a este chico.

Fui hasta el sitio de Jack y me senté a su lado.

—Me sentare aquí, no me importa si no quieres, de todas maneras, lo haré.

Jack se burló de mí.

—¿Molesta? —asentí. —Toma.

Me ofreció un caramelo de fresa, es tan encantador.

Mi molestia disminuía mientras resolvía algunos ejercicios junto a Jack, el chico encantador.

[...]

Ya eran las 2 PM, guarde mis cosas mientras bromeaba con Jack sobre como confundí el manganeso con el magnesio.

—Si que eres mala con las fórmulas, debería hacerte un formulario para que lo aprendas de una manera más fácil.

—¿Harías eso para ayudarme?

—Claro, es divertido verte frustrar, pero también me haces recordar a cuando yo tampoco podía.

—Gracias.

—No te preocupes, y no te estreses mucho. Nos vemos mañana.

Se despidió y se fue rumbo hacia otra parada de bus lejana a mi vista.

—¡Ady! —July corría hacia mi mientras Noah lo seguía a paso lento.

—July. —imite el tono de mi mejor amiga.

—Oye, vamos juntos, Noah vive a cuatro cuadras de tu casa, ¿No es genial?

No lo creo.

—Claro. —fingía entusiasmo.

Subimos en el mismo bus, July y Noah juntos en un asiento, mientras yo me ubiqué hasta el asiento de atrás, me gustaba admirar por la ventana.

El mismo recorrido, pero era entretenido mirar como todo pasaba a una velocidad determinada.

July bajo en su parada y se despidió de nosotros.

Ignoré la presencia de Noah y seguí observando por la ventana. Alguien se había sentado a mi lado, no pensé que era importante hasta que hablo.

—Disculpa.

Me gire a ver quién era, Noah, su mirada siempre en el suelo y sus manos nerviosas entrelazados en sí mismas.

—¿Qué dices?

—Digo que lo siento.

Suspire pesadamente. —No importa. Déjalo ahí.

Seguí con la mirada hacia la ventana.

El bus paro y el bajo. Lo mire a través de la ventana y el solo agito la mano mientras mostraba una ¿Sonrisa?

Era la primera vez que lo veía sonreír. Debí tomar una foto.

Llegue a casa, todo era silencioso, ni siquiera visualice la imagen de mi abuelo sentado.

Debieron ir al hospital.

—No saludaras a tu querido padre. —dijo alguien a mis espaldas.

—Papá. —fui a abrazarlo.

Él se quedaba pocas veces en casa, no lo culpo, el trabajo quita mucho tiempo.

—¿Cómo has estado durante estas 2 semanas?

—No me quejo.

—¿Y las clases en el instituto?

Solté un pequeño suspiro. —¿Creas que pueda cambiar a otro turno?

—Cariño, ¿Acaso hay problemas?

—Nada de eso, solo que me da pereza levantarme 7 de la mañana.

Aunque en realidad quería cambiarme para evitar el estúpido de Fabricio, pero puedo lidiar con aquel chico de cerebro oxidado, al menos por un tiempo.

Escuchamos un ruido en la puerta, ambos volteamos a ver si era mi madre junto a mi abuelo, pero...

—Hola cariño, Hola hija.

—¿Dónde está mi abuelo? —mire el marco de la puerta buscando algún indicio de él.

—Hija, tu abuelo y yo fuimos al hospital y el doctor sugirió que este unos cuantos días internado. —mi padre dio palmadas suaves en mi espalda.

—¿El estará bien? —mi madre asintió.

—Esperemos unos cuantos días y todo será como antes. —mis padres me sonreían.

—Mañana iré a visitarlo, es sábado, la salida del instituto es a las 1.

—¿Tu sola? —mi padre hablo poco convencido.

—Si. —mi padre negó, miré a mi madre esperando defenderme, pero ella también negó. —Bien. Iré con July. —seguían poco convencidos. —Vamos, la conocen, saben lo confiable que es.

—Está bien, pero llámanos si piensan hacer algo más.

—Como he extrañado tu calva. —dije a mi padre.

—Y yo tu sentido del humor.

El Hasta Luego de un AdiósDonde viven las historias. Descúbrelo ahora