Mad Queen

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La ciudad había caído

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La ciudad había caído. 

La guardia, la guerra, los norteños, todo el apoyo de los Seis Reinos había perecido bajo Daenerys, los Segundos Hijos, La Compañía de Mercenarios de Pentos, Los Hijos del Dios Rojo, y su nuevo Khalassar arrasaron con la defensa del Rey Bran "El Roto", con los caballos, con los Salvajes que apoyaban a Jon Snow. Con todo.

Habían pasado diez largos años desde su supuesta muerte, diez años de la traición del hombre que amaba, de perder todo en manos de aquellos quienes salvo y más daño le hicieron.

Pero había llegado el día. La larga espera acabó cuando las puertas de Kings Landing se abrieron y por segunda vez esas campanas sonaron. Solo que aquella vez la locura no nado por las venas de la Reina, si no un total sentido de justicia. 

-Daario, que tus hombres rodeen el palacio, nadie debe salir del Red Keep hasta que yo llegue -dijo Daenerys hacia su comandante.

-Mi Reina, los Dothraki están saqueando la ciudad como ordenó, pero me informan un grupo de personas han abandonado el castillo y se han adentrado al bosque -respondió el mercenario.

-Cobardes.. Atrapalos, atrapenlos a todos. No quiero que ninguno escape. 

Daario dio la vuelta hasta subir al caballo.

-Daario. Tráeme a Sansa Stark, viva. Yo misma se la daré a Drogon -dijo fríamente.

El hombre asintió con la cabeza y se marchó con el pelotón. Hasta entonces Hizard el comandante de su cabeza de Ejército y esposo político de Daenerys llegó hasta ella con más hombres a sus espaldas que volvían del campo de batalla cantando su victoria. Cada hombre llevaba una lanza con su cabeza correspondiente. Las mismas que condujeron el camino hasta el castillo formando un desfile, a diferencia que el sonido no era de una celebración, sino de masacre. 

Daenerys espero lejos de las puertas de la fortaleza, pero desde el lomo de Drogon vislumbraba las figuras que de allí la miraban. No trato de adivinar quienes eran, ni tampoco le importó. Porque unas horas, muertos, gritos, sangre, y llanto después estaba caminando por los pasillos rumbo a la Sala del Trono. Y con cada paso, un cuerpo diferente se asentaba en el suelo, sirvientas, maestres, todos aquellos quienes eran leales a sus enemigos se les abría la garganta ante su mirada desinteresada. Entonces..

Las puertas se abrieron.

Y Daenerys camino con la mirada recta hasta llegar al hierro derretido que vestía el suelo donde antes había un trono. Luciendo un vestido negro, y una trenza gruesa exactamente como el día en que murió, se giró ante quienes ahí estaban ante ella. Postrados. 

Sus jinetes de sangre formaban dos filas hasta la puerta y en las puntas de sus lanzas aún goteaban la sangre de sus cabezas.

Gendry Baratheon, Robin Arryn, Davos Seaworth, Tormund Gilbstane, y señores menores que comandaron los principales ejércitos. Sin contar los miles que ahora solo eran cenizas.

El resto de hombres y dothrakis tenían de rodillas a Bran, Tyrion, Sam y dos docenas de civiles que se escondían en túneles dentro del castillo, antes de ser descubiertos por Hizard y Kinvara. Daenerys no respondió a ninguna de las miradas de sus enemigos, en su lugar caminó hasta una pequeña niña que abrazaba a su madre con terror.

-No tengas miedo.. -le susurró inclinándose hasta tocar su rostro.

Cuando desde afuera se oyó un rugido de Drogon, una parte de la Sala se desmoronó hasta dejarlo ver, causando gritos e intentos de fuga que rápidamente se controlaron clavándoles espadas en el vientre. Una vez que el silencio se instaló, ella habló.

-Ya nadie tendrá miedo de nuevo. Los Siete Reinos finalmente..tienen a su Reina. Soy Daenerys Stomborn de la Casa Targaryen, la que no arde, madre de Dragones, Reina de Cenizas, hija del Dragón. Y he vuelto a mi legado. A mi Trono.. -dijo con una sonrisa.

-Me jurarán lealtad desde todos los Reinos, desde el Norte hasta aquí, Le daré justicia a quien merezca justicia. Y venganza..

Finalmente volteó hasta los hombres de rodillas y con mordazas, moviendo la cabeza para que los guardias los obliguen a verla.

-A quién merezca venganza. 

Los ojos de Tyrion la vieron con horror. Su belleza seguía intacta pero ciertamente ya no era la misma persona, su voz estaba llena de odio y sus ojos parecían astros rojos de furia.

Antes que pudiera terminar las puertas se abrieron de golpe revelando al protagonista de sus mayores deseos y pesadillas.

Era Jon..

JonerysOù les histoires vivent. Découvrez maintenant