Las sombras bailan en silencio

93 13 45
                                    




Con la potencia de mil caballos y la fuerza de un toro se abalanzó contra el pequeño durmiente que descansaba plácidamente con otro alfa. Estrelló su puño contra la mejilla del contrario el sonido del impacto y el llanto del cachorro sonorizaron la pieza. Tolderck despertó alarmado tomando la respectiva distancia del menor, no comprendía con exactitud qué era lo que pasaba, lo único que hizo fue reaccionar y evitar que el chico extraño que había ingresado a la sala no agrediera más al pequeño omega que anteriormente sostenía su cabeza endulzando sus sentidos con su ligero aroma que apenas soltaba.

Cubrió completamente con su espalda el cuerpo del rubio, quien lloraba y sostenía su cachete debido a aquel rotundo golpe, el impacto fue tan fuerte que sus dientes cortaron parte de su mejilla interna haciéndolo sangrar.

Yusak estaba hecho un descontrol de emociones, ¿Qué hacía andy abrazando a otro alfa? ¿Esa era la naturaleza de los omega, seducir a los alfas? ¿Por que otro alfa y no el?, impotencia, miedo, tristeza, descripción, estos eran algunos de los sentimientos que removían el corazón de Yusak creando un completo desastre en su cabeza.

Tolderck empujó fuertemente el pecho del desconocido haciéndolo caer contra el duro piso. —¡No lo lastimes!— le imploraba el infante. Dejándolo más confundido. —Es el hijo de mamá.— ahora todo tenía sentido para el mayor. Por lo que hizo una coraza con su espalda para seguir protegiendo al omega.

—¡¡¡MIERDA!!!— se levantó con rapidez volviendo a golpear la ancha espalda que no se movía por nada del mundo. —¿Ahora eres una puta Andy? Que se va con el primer alfa en celo que ve.—

—Para Yusak, no hacía nada malo.— los sollozos suplicantes del omega aumentaban el enojo de Yusak.

—¡¡Cállate!!— gritó repleto de ira contenida. —¡No tienes derecho de llorar maldita puta! ¡El único que puede llorar aquí soy yo!— gruesas lágrimas comenzaron a bajar por sus ojos mientras seguía pegándole al otro alfa.

A duras penas Tolderck tomó en brazos el hipeante cuerpo de Andy apresándolo contra el suyo levantándose de la camilla, empujó por segunda vez a Yusak ahora con más suavidad.

—¡¡Bájalo!!— chilló. —Aleja tus sucias manos de el.— arañaba los brazos del alfa con desespero.

—¡Déjalo Yusak!— pedía.

—¡¿Por qué dejas que te toque con tanta naturalidad?! ¡Es imperdonable!—

—No puedes decirme qué hacer.—

—¡Si puedo!—

—No.— le respondió Tolderck.

—Tú que imbécil.— le pateó la espinilla haciendo que casi se cayera.

—Déjalo en paz.—

—Cállate, tú no sabes nada.—

—No necesito saberlo.—

—¡¡¡¡Cállate!!!!— sabia que no podía ganarle en fuerza así que optó por morderlo.

—¡¡¡Agh!!!— Por reflejo y para poder quitárselo de encima estampó un puñetazo en la cara del chico dejándolo atolondrado arrojándolo fuera de su vista periférica. Sentó a Andy en una silla que se encontraba cerca. —¿Estás bien?—

—¿Tú estás bien? Tu celo y..—

—No hay problema, te curaré a ti y a tu hermano.—

—No creo que quiera.—

—Lo hará, pero primero tú.— procedió a buscar la medicina para las heridas. —Abre grande.— el omega obedeció abriendo la boca. —Te va a arder.— vendó su dedo y untó la medicina que ayudaría a curar más rápido la herida. Andy hizo una mueca de dolor arrugando el entrecejo y cerrando la boca casi por completo. —Te pondré un parche por fuera para bajar la hinchazón.— asintió.

El jardín de las delicias Where stories live. Discover now