Ace Trappola

1.2K 86 11
                                    

Pedido anónimo

Amigas, amigos, debo hacer una confesión: Ace es mi personaje menos favorito, quiero decir, lo amo y me encantó verlo en el capítulo de Scarabia... Pero siento que es el castroso del salón. ¿Me doy a entender?

Al principio me costó, pero creo que el OS salió bastante bien.

Por favor, disfrutenlo.

El salón de los espejos

Ace y tú no comenzaron con el pie derecho. Su primer encuentro no fue nada parecido con el amor a primera vista donde los pétalos de rosa abundan a si alrededor, todo lo contrario, arrugaste a la nariz y deseaste un año tranquilo sin volver a toparse a ese bribón descarado por los pasillos.

Sin  embargo, eso jamás ocurrió.

Ir a la cueva de los enanitos no hizo más que unirlos, ver una perspectiva diferente, quizá el "cangrejo" no era tan irresponsable como imaginaste, pero te habías equivocado.

—¿Hiciste qué?

—...Me comí una tarta.

Sudaba, apretaba los labios nervioso porque lo vieras con un pesado collar bicolor con forma de corazón. Dolía, disminuía un poco su respiración a la hora de acostarse, incluso le causó ansiedad la primera hora...¡¿Quién colocó a ese loco como líder de dormitorio!?

¡Era un demente! ¡Este castigo debería ser ilegal!

—¿Porqué te comiste eso? ¿Era tuya?

Tu cabello está desordenado como un nido de gorriones. Ace se congeló, atento a los detalles de tu pijama infantil de donas, los bordes de su short dejaban a la vista tus gruesos muslos y la camisa ancha le creaba la idea de lo bonita que te verías con una de sus camisetas de basketball.

—¿N-no?—contestó confundido, sacudiendo la cabeza.

—¡¿No?! Agh, de verdad eres un idiota...

—En mi defensa, ¡No tenían nombre!

El de cabellos color damasco hizo una mueca, rodó los ojos como un niño sermoneado y prosiguió a contarte su versión de la historia, en realidad, era una versión bastante incriminatoria.

Cerca de la hora de dormir, Ace tenía la suficiente hambre como para no poder conciliar el sueño. Se escabulló de su habitación hasta la cocina, su estomago rugió mientras abría el refrigerador y se encontraba cara a cara con tres hermosas tartas de fresa recién guardadas.

No pudo resistir la tentación

—Anda, potente tus zapatos.

—¿P-porqué?

—Iras a disculparte en este mismo instante —tomaste su mano y lo arrastrase fuera de la estancia, te siguió en silencio, abrumado por el choque de sus manos—. Seguro lo entenderá.

Twisted Wonderland One-shotsWhere stories live. Discover now