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•❅─────✧ 𝐴𝑚𝑏𝑒𝑟, ¡𝑑𝑒𝑠𝑝𝑖𝑒𝑟𝑡𝑎! ✧─────❅•

•❅─────✧ 𝐴𝑚𝑏𝑒𝑟, ¡𝑑𝑒𝑠𝑝𝑖𝑒𝑟𝑡𝑎! ✧─────❅•

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Dolor. Desesperación. Tortura. Fuego. Humo. Terror. Máscaras. ¡Amber, despierta!

En una antigua mansión de dos plantas, de estilo victoriano, conformada por dos niveles que se orgullecían de ser acogedores, pero sin embargo no muy grandes, se encontraba dormida la única hija viva del matrimonio Bellerose-Selwyn. En un lugar tranquilo de Francia, al sur del país, en una atmósfera de silencio y quietud, la oscuridad de la madrugaba peleaba por llenar cada rincón de la casa, siendo vencido en algunos lugares por la luz brillosa de la luna, que se colaba por las auténticas ventanas y ventanales de la casa.

Amber se revolvió inquieta en su cama, sintiendo su mente poseída por imágenes que no paraban de llegarle, tanto así que su piel sintió frío y su corazón, angustia. Alcanzó el límite de la desesperación, en donde su cuerpo dijo basta. Se levantó de un salto, con los ojos llorosos y su pecho agitado. Inmediatamente, casi en un instinto natural, envolvió su collar con sus manos, en busca de protección, empezando a respirar de forma pausada para controlar el desorden de su respiración, que hacía que su pecho doliera en cada subida y bajada.

Sintió pequeños pinchazos en su cabeza y con ellos, pequeños flashbacks y sonidos entrecortados, y a veces incluso, emociones que no le pertenecían, que se arrimaron a su conciencia a medida que recordaba el sueño que había experimentado.

Humo. Fuego. Gente corriendo, gritando. Un grupo de personas sembrando el terror, caminado juntas, lento, como si su sola presencia pudiera provocar angustia y desconcierto, sin necesidad de acciones. Y luego, borroso, vió un cielo nocturno, de colores oscuros, con nubes moviéndose en distintas tonalidades. Una marca, en el cielo. Pero solo se trataba de una mancha en su recuerdo, sin forma, que se retorcía y provocaba que su garganta se sienta seca y que su corazón palpitase con más fuerza.

Se levantó por un vaso de agua y al volver a su habitación admiró el vestido negro que descansaba sobre una silla de terciopelo blanco. Su habitación contaba con un escritorio de madera clara de un tamaño correcto para la cantidad de libros y anotadores que yacían sobre el mueble; una alta biblioteca propia, saciada por libros que ella misma había elegido, sin influencia de nadie, y un espejo amplio con detalles plateados en los delicados bordes. Sus zapatos estaban acomodados de forma perfecta al lado de la cama y se sentó por un momento antes de escuchar la voz de su madre por detrás de la puerta.

- Amber, levántate. El mundial de Quidditch es hoy. No quiero que te demores.

La muchacha sintió el suspiro quemándole la garganta, atrapado entre la pregunta de si debería dejarse afectar o no por su progenitora. Amber siempre era puntual, pero a su madre le encantaba decirle lo contrario.

Katherine, de cuarenta años de edad, buscaba siempre la perfección y parecía que nada podía complacerla. Era muy exigente con su hija, incluso cuando no hacía falta, y pocas veces mostraba sentimientos de cariño o apoyo.

𝐃𝐈𝐅𝐅𝐄𝐑𝐄𝐍𝐓┊ Draco Malfoy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora