ONE SHOTS(ST) +21 (EN EDICIÓN)

Día 15: Exhibitionism + Car Sex(Eddie Munson)

⚠️TW: Exhibisionismo.

Escapar de Hawkins por una temporada como el alma libre que eras había resultado en la desventura más caótica de toda tu vida. Nada estaba saliendo según el plan, parecía que uno detrás de otro, los obstáculos complicaban más y más el viaje de tan solo medio día.

Los halos de luz solar brillaban intensamente sobre el pavimento, convirtiendo la carretera en una especie de asador humano.

Ya habías aceptado algunas dificultades. No todas tus maletas habían entrado en la cajuela y dejar un par sobre la rampilla del pórtico había sido la única solución ante tu notable mal humor del día; tampoco te habías despedido apropiadamente, tus abuelos aún dormían por la mañana y tus sobrinos desayunaban embobados frente al televisor; la noche anterior habías discutido con tus únicas dos amigas desde la escuela y... en realidad, salir de vacaciones era lo más alejado a la relajación ahora, era una auténtica porquería.

Escasos recursos, poco dinero, soledad absoluta, responsabilidad por tu propio pellejo y demás basura.

Caminar sobre la autopista a mitad de la tarde debía ser considerada una clase de tortura, sobre todo durante el verano, sin bloqueador solar, ni una botella de agua fresca a la mano.

Te cubriste los ojos del sol con una mano adherida a tu pegajosa frente, abanicándote el cuello ardiendo al rojo vivo tras un largo e inhumano recorrido a la intemperie. Al menos la cabina telefónica a medio kilómetro de tu ubicación realmente había sido de utilidad.

A un par de metros, echaste un vistazo rápido por ambas direcciones de la vialidad junto a la que te hallabas orillada, esperando porque algún alma bondadosa rondara cerca para pedirle un aventón de regreso al pueblo, que te dejaran en una tienda de autoservicio en el camino o algo así; lo que fuera, no aguantabas un segundo más del clima árido filtrándose por tus fosas nasales, quemando la piel que no habías cubierto con ropa más discreta.

¡Estabas de viaje! Por supuesto que te habías puesto las prendas más adecuadas para soportar toda la tarde sentada dentro de un vehículo viejo sin ventilación.

Trotaste los últimos pasos hasta llegar, abriendo la puerta del piloto e inclinándote sobre la palanca de cambios, alcanzando la hielera mediana bajo el asiento de copiloto y sacando del interior una botella de agua. Prácticamente tiraste de la rosca para beber, permitiendo que dos gruesos hilos de agua fresca bajaran desde tus comisuras, deslizándose al caer por tu pecho.

El agua sabía a gloria pura y se sentía como un boleto de viaje rápido al primer baño público que pudieras encontrar en la carretera, o a los arbustos junto a ella, poco importaba.

Finalmente cerraste con un portazo, apoyando la cadera contra la ventanilla baja, donde el sol no golpeaba directamente. Al terminar, lanzaste la botella dentro con las mejillas colmadas y pasaste el trago, refregándote los labios húmedos con el dorso de la muñeca.

Agradecías haber guardado en tu guantera la tarjeta imantada que colgaba en la nevera de tu refrigerador, y que la línea en cuestión continuara funcionando. No sabrías a quién más llamar de lo contrario.

Estabas transpirando a través de cada uno de tus poros, el sudor te descendía por la espalda, el vientre, entre los muslos y otros sitios que, francamente, preferirías no enumerar en ese ni en ningún otro momento. Unos minutos después tuviste que estirar el brazo por la ventana, arrastrando el floreado sombrero de verano y las gafas de sol que habías llevado para conducir todo el día. Al menos de esa forma podías esperar otra infernal hora a la llegada del tipo que repararía tu coche o lo remolcaría de vuelta a Hawkins.