1

22 3 0
                                    

En la etapa adolescente existen dos tipos personas: los que se la pasan buscando pareja todo el tiempo y las que simplemente prefieren sentarse a leer un buen libro.

Muchos pensarían que me gustaría decir que soy del de primer grupo, pero orgullosamente pertenezco al segundo: los que no tienen pretendientes pero si conocen cientos de libros, esos que tienen que rezar el de arriba cientos de veces si es que quieren que algun chico o chica les ponga un ojo encima de manera amorosa. Somos los marginados a quienes si alguien le hecha un ojo es para pedirle la tarea. Claramente las palabras "popular", "crush" y "sociable" no son parte de mí, al contrario, "traga libros", "inteligente" y "solterona" si que encajan a total perfección conmigo.

Hoy es lunes de nuevo, y como la mayoría de los días a lo largo de mi vida académica, me encuentro en mi pupitre con un libro en los manos. Despego un rato la vista de este y observo a mis compañeros. Por un lado tenemos a los otros como yo, los que se encuentran despreocupados en sus asientos mientras textean o leen algo tranquilamente porque saben que hicieron sus tareas correctamente y por otro lado tenemos a los que decidieron hacerla de procrastinadores perfectos e intentan hacer en 15 minutos lo que bien pudieron hacer en un fin de semana. Así mismo tenemos al ultimo grupo: "los malotes", como mi mejor amiga yo los llamamos. Son ese grupito al que no le interesa hacer la tarea el fin de semana y mucho menos les interesa hacerla ahora estando a pocos minutos de iniciar la clase; ya saben esos alumnos que, viven felices siendo rebeldes y disfrutan de divertirse a costa de los demás, o lo que es peor, de los que pertenecemos al grupo de los que sí son aplicados.

Regreso mi vista a libro y leo lo más detenidamente posible, pero mi cerebro por alguna extraña razón hoy no es de mucha ayuda. Tal parece que esta restableciendo sistema, haciendome muy difícil el comprender y retener la mayoría de palabras que estoy leyendo. Quizá debería dejar de sobrecargarlo tanto.

Suelto un pequeño bostezo mientras trato con todas mis fuerzas expulsar el sueño de mi ser, ya que me quedé hasta muy tarde leyendo alguna novela de fantasía sobre dos de mis cantantes favoritos. Si tan solo comprendiera que tengo que asistir a la escuela temprano, quizá consideraría dormir más de cuatro horas por estar leyendo.

-Ah, ¿Por qué tenemos que levantarnos tan temprano?- Escucho quejarse a mi mejor amiga quien llega a sentarse a mi lado.

-Porque estudiamos en turno matutino y no podemos cambianos al otro- le digo.

-¿Qué clase toca primero?

-Estadística - respondo y dejo mi libro por un lado.

-Dios, que estrés - pone sus manos sobre su cara. - Señor, nunca te pido nada pero, por favor que el maestro falte hoy a clases - dice y yo ruedo los ojos.

- Deja de quejarte y mejor dime si hiciste la tarea.

- Obviamente que la hice, odio la clase pero soy responsable.

- Ajá- ella golpea mi hombro y yo río.

La puerta se del salón se abre de golpe haciéndonos sobresaltar por el ruido. Mi amiga y yo volteamos con cara de extrañeza a ver quién ha entrado encontrándonos con un molesto profesor sosteniendo del brazo a Malcon. Miro el reloj y veo que aún faltan unos minutos para que inicie la clase.

-¿En qué problema crees que se haya metido ahora? - me pregunta Michelle.

- No lo sé y tampoco me interesa- respondo.

Ella bufa, yo regreso mi mirada hacia ese chico y el profesor sigue diciendo algunas cosas bastantes molesto mientras este solo lo ignora. Una vez suena la campana manda a Malcom a sentarse y comienza la clase.

- Si dijera que estoy muriendo y tengo pocos meses de vida ¿crees que me dejarían saltarme esta clase?- me susurra de manera muy sutil mi mejor amiga.

you are like fool's gold Where stories live. Discover now