El relojero

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En el 22 de la calle "siempre igual" había un taller de relojería. Sobre el taller vivía el relojero. El relojero era uno de los mejores del mundo, su precisión y habilidad era sobrehumana. Había logrado cosas impresionantes durante su vida. Relojes que daban con una precisión milimétrica, el día, la hora y el año; de una belleza sin par. Sin embargo desde hacía tiempo todos los relojes daban siempre el mismo día, hora y año. Por más que los revisaba, les cambiaba pieza y pieza, los pulía, calibraba  y daba cuerda los relojes daban: martes 13 de octubre de 1942. Por más que él sintiera el paso del tiempo y envejeciera, los relojes daban: martes 13 de octubre de 1942.

Un día mientras revisaba como loco uno de sus relojes desquiciadamente creyó encontrar la respuesta. ¡Por fin! Había encontrado el fallo en uno de los engranajes.

—¡Aja!—gritó el solitario relojero con lágrimas en los ojos—. Uno de los contrapesos pesa 0.1 microgramos más que el otro, esto debe ser.

Pesó obsesivamente cada uno de los contrapesos para revisar que estuviesen exactamente iguales en cuanto a peso que los demás. Ilusionado esperó que se acercará la media noche. Compulsivamente observaba las agujas dar vueltas en cada "tic" y en cada "toc"; cada campanada del cambio de hora, no comió en todo el día con tal de observar las agujas de todos sus relojes moverse, ver al horario seguir al minutero y al minutero seguro al segundero era algo que lo volvía loco. Cuando por fin dieron las doce con cincuenta y nueve minutos y cincuenta y nueve segundos una gota de sudor bajó por su frente al ver la fecha tratando de avanzar hacia el miércoles catorce. «cinco, cuatro, tres dos...» pensó mientras contaba las agujas. Cuando las doce campanadas sonaron en todo el pueblo ansiosamente miró cambiar la fecha… «martes 13 de octubre de 1942» dió el reloj…
El relojero lloró amargamente, hace catorce años, según sus cálculos, había quedado en verse con su amada y había decidido pedirle matrimonio…  pero ese catorce nunca llegó y tampoco su amada… ahora estaba solo y loco en su taller de relojería, en el 22 de la calle "siempre igual" el martes 13 de octubre de 1942.

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