Capítulo 20.

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Despertamos temprano, algo que sinceramente me sorprendió. Fuimos a la librería rápidamente porque iban a reparar la ventana, luego la cerramos colocando un cartel que decía «No se abre hasta nuevo aviso».

Más bien debería decir «No se abre hasta que Bert esté en prisión de nuevo».

Fuimos a casa de Frank a hablar con Cheech que pareció feliz de verlo, y también se tragó todo el cuento de las vacaciones en Italia. Nos dio el permiso junto al pasaporte y todos los papeles que serían necesarios. Frank empacó rápido y se sintió mal al tener que mentirle, y no me dirigía la palabra cuando salimos de su casa.

—Es una buen plan, ya verás. —Y como supuse me ignoró completamente.

Para alegrarle la vida un poco tomamos unos helados de Danny, pero todo se arruinó completamente cuando Patrick hizo su aparición. 

—¡Patrick! —Ahí si Frank se alegró. Lo invitó a sentarse con nosotros y yo solo quería morirme. 

—¿Cómo estás? ¿Todo está bien? —preguntó Patrick mirándome de reojo. Frank asintió sonriente—. Me alegra que no te hayan lastimado.

—Yo nunca lo he lastimado, si a eso te refieres —le dije enojado. 

—Sólo tenía mal genio, nada de qué preocuparse —interrumpió Frank antes de que comenzáramos a pelear.

—¿Quieres ir al parque mañana? Me dijeron que hay atracciones muy buenas. —Apreté el vaso del helado con mi mano. Frank me hizo señas de que me calmara.

—No puedo, lo siento, me voy a Italia. —Patrick abrió los ojos como platos y no pude evitar reír por su expresión. 

—¿Qué? ¿Te vas? ¿Por qué?

—Vacaciones... —mintió Frank.

Todo resultó extraño para mí después. Sus venas en el cuello se prensaron y le costaba respirar. Yo observaba cada uno de sus movimientos, porque Frank no parecía darse cuenta, como siempre.

—Pero... ¿Por cuánto tiempo?

—No lo sé. —El ojiavellana se tomo lo que quedaba del helado y me dio el vaso para que lo echara en la basura, como todo un niño pequeño con su mamá. 

—¿Te vas sólo?

—Gerard se va después, primero tiene que arreglar... unos asuntos. 

Un silencio incómodo nos invadió. Patrick miraba a la nada, con el ceño fruncido. Frank me miraba a mí con la boca llena de helado de chocolate y yo solo quería largarme. 

—¿Me avisas cuando te vayas? Quisiera acompañarte al aeropuerto, para despedirme. —Le negué a Frank con la cabeza, era el colmo que también tendría que verle la cara allá.

—Por supuesto.

Respiré profundamente, tratando de mantener la paciencia que me quedaba. Pagamos la cuenta y nos fuimos luego de que Frank intercambiara el número de mi casa con Patrick para coincidir con la hora. 

Regresamos al apartamento. Vimos televisión, escuchamos música, hicimos el amor tres veces más, dormimos e incluso jugamos al escondite, sólo para matar el tiempo.

—Estoy aburrido —dijo Frank después de bañarse por quinta vez en el día. 

—Yo también, ¿qué hacemos? —Toqué su trasero desnudo y me miró sonrojado.

—No, eso no, estoy cansado. —Se vistió frente a mi rápido y se lanzó en la cama.

—¿Entonces?

Holding on to you | FRERARDWhere stories live. Discover now