19. Beso de amor

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A la mañana siguiente, mientras que Enya se cambiaba de ropa, su espada láser estaba sobre la cama.
El vestido que se estaba poniendo era muy parecido al que llevó Padmé en el Episodio II. Solo que sin las mangas que llevaba, con brazaletes en las muñecas. El pelo lo tenía suelto, aunque a un lado llevaba una trenza como un padawan, con una horquilla en forma de mariposa.

 El pelo lo tenía suelto, aunque a un lado llevaba una trenza como un padawan, con una horquilla en forma de mariposa

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Después de ponerse el vestido, Enya observó la espada. Apoyó sus manos en la cama, y en ese instante pensó en lo que estaba haciendo. Vio que estaba perdiendo mucho tiempo y que debían volver con el maestro Yoda cuanto antes. Antes de que el Imperio los descubriera en Naboo y los asesinaran.
Enya suspiró  desanimada y se marchó de la habitación en dirección al salón central donde estaba Ash. Enya tan sólo se preocupaba que esto les estorbara en el entrenamiento Jedi de cada uno, aunque tal vez, le sería muy difícil  decirle a Ash que debían dejar Naboo para centrarse en el entrenamiento. ¡Comprendía que estuviera feliz con su familia!
Enya bajó las escaleras cabizbaja bastante seria, ya que no se podía quitar de la cabeza el tiempo que estaba perdiendo.

- ¿Qué te pasa?- le preguntó Ash cuando la tuvo delante.

Enya levantó la cabeza con una sonrisa mientras respondía dulcemente «nada».

- Bien- dijo Ash con una sonrisa, ya que no sospechaba de nada.

Ash cogió a Enya de la mano y se la llevó hasta la mesa del comedor donde la esperaba toda su familia.
Las tres hermanas de Ash. Mientras que Caroline le dedicaba una dulce sonrisa, Madeleine y Sophie la miraban fijamente como si ellas fueran superiores a Enya. Esto ya lo había notado antes. Se podría decir que lo notaba desde el momento en el que las conoció.

Lys se levantó al ver a Enya llegar y la saludó con una amable sonrisa.

- Espero que te sientas como en casa- dijo la mujer.

- Sí, sí esto está muy bien...- respondió Enya con voz débil.

El padre de Ash también se había levantado, y al ver la respuesta de Enya, le preguntó a Enya si estaba bien, a lo que respondió con un «sí».

Durante el desayuno, Enya notó algo extraño en las tres hermanas. Sophie y Caroline miraban fijamente a su hermano, y este no se daba ni cuenta. Mientras que Madeleine miraba fijamente a Enya, como si quisiera decir algo. Enya se sintió bastante incómoda con el extraño comportamiento de las hermanas, y muy inquieta.
Después del desayuno, las tres hermanas desaparecieron durante todo el día, dejando a Enya con miles de preguntas.

Durante toda la mañana, Ash le contaba anécdotas suyas de cuando él vivía allí. Y le enseñó a Enya varias imágenes holográficas de antiguos recuerdos que aún se conservaban en el castillo. Sin embargo, no todas las imágenes mostraban a Ash de pequeño, había una en la que era un chico de 16 años que aparecía abrazando a su familia, y un maestro Jedi detrás contemplando a la familia seriamente.
Enya supuso que estaba enfadado, lo presentía. Era algo irreparable en su entrenamiento, pues el problema estaba en que luego le sería difícil seguir con su instrucción.

Cuando dejaron las fotos, Ash le siguió contando a Enya lo que recordaba de su vida pasada, antes de convertirse en un padawan.

Al atardecer, Ash y Enya estaban en un mirador del castillo, como cuando fueron Padmé y Anakin en el Episodio II.

Al atardecer, Ash y Enya estaban en un mirador del castillo, como cuando fueron Padmé y Anakin en el Episodio II

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Donde se podían ver los hermosos lagos de Naboo, y donde reflejaban los relucientes y puros rayos del sol.
El sol no iluminaba tanto el cielo, pues era tarde, y el lugar se veía más oscuro, con un tono azulado apagado. Ambos se miraban con una sonrisa en silencio.

- He de decir, que nunca te había visto tan elegante- bromeó Enya.

Ash se rió mientras se miraba.

- Tú también vas muy guapa- respondió Ash intentando devolverle la burla.

Enya sonrió aún más. Cada vez, Ash se acercaba más a Enya, y aunque ella quería preguntar por qué, no consiguió que las palabras le salieran de la boca, porque, por otra parte, ella quería que se acercara. El corazón de Enya latía a cien por hora, y casi no podía respirar. Estaba nerviosa y en su interior no podía controlar la emoción. Le dolía el pecho cada vez más, y cada vez sus labios se acercaban a los de Ash......

Los dos, besándose, en el lugar, posiblemente más romántico que había en toda la galaxia.

Sin embargo, mientras se besaban, Enya quitó rápidamente sus labios arrepintiéndose de lo que había hecho, se dió la vuelta, dando de espaldas a Ash, y la mano posada en su frente, Enya se decía en su cabeza «¡¿Pero qué has hecho?! ¡Acabas de renunciar a tu sueño!».

- Enya- dijo Ash sabiendo que a la padawan no le había gustado el beso.

- ¡No, Ash!- le gritó Enya.- Un Jedi no puede.... ¡Enamorarse!

- ¡Lo sé! ¡Lo sé! Por eso te quería contar algo esta tarde a solas.

- ¿El qué?- preguntó Enya impaciente.

- Que no voy a ir contigo a Dagobah- dijo con tono severo. - Aquí está mi familia, mis amigos ¡aquí está mi hogar!.....– tuvo una pequeña pausa, y sonrió por un momento.– Y quiero que estés tú conmigo.

En ese momento, comprendió que él no seguiría el mismo camino que ella, y que se separarían irremediablemente.

Al escuchar esas últimas palabras, Enya volvió a bajar la cabeza y negó con la cabeza mientras que de sus ojos brotaban lágrimas.

- Enya.... Yo te quiero- dijo Ash levantandole la cabeza a Enya cuidadosamente con sus manos. - Por favor quédate conmigo.

- Y yo te quiero a tí, pero....- sollozó Enya. Hubo una breve pausa de silencio.- Entiendo que no quieras un Jedi, que te quedes aquí, pero..... Ser un Jedi era mi sueño ¡es mi sueño! Debo irme, si no quieres irte conmigo, quédate, pero no me hagas las cosas más difíciles- le suplicó.

Enya se marchó en seco dejando a Ash en aquel mirador.

Las luces ya se habían apagado, era ya la hora de la última cena. Toda la familia se había enterado de la conversación que tuvieron Ash y Enya, y la padawan sabía que esta última cena iba a ser la más incómoda de todas.
Durante la cena, las hermanas de Ash, al igual que por la mañana, la miraban fijamente, y la que más destacaba era Madeleine.

- Nos encanta tu compañía Enya, y nos entristece que te vayas- le dijo Lys.

- Lo siento, pero es mi deber como padawan y aspirante a ser un caballero Jedi- le contestó Enya.

- ¿Y cuándo tienes planeado marcharte?- preguntó el padre Ash.

- Había pensado dentro de dos días, si no es molestia.

- ¡Para nada mujer!... De hecho nos gustaría que te quedaras más tiempo si es posible, así tendremos tiempo de organizar una fiesta de despedida y todo- ofreció el padre de Ash.

- Lo siento señor, pero, me temo que me falta tiempo- dijo Enya.

Ash la miraba sin expresión alguna en su rostro, pero Enya veía en sus ojos, una mirada de intenso dolor.

Jedi GrisWhere stories live. Discover now