CAPÍTULO CATORCE

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—¡Heechul! —gritó DongHae, corriendo por las dunas y la playa. Casi se torció el tobillo derecho por lo irregular del terreno, pero se enderezó. El viento frío del océano picaba sus ojos y mejillas—. ¡Heechul!

Heechul estaba parado cerca del agua con un caballete y lienzo. Se había abocado a la pintura en lo que esperaba la llegada de sus materiales de impresión. DongHae no sabía por qué estaban tardando tanto tiempo, pero al parecer el mecanismo de impresión en sí era pesado y necesitaba un equipamiento especial para moverlo. Además la servidumbre beta tenía problemas para empacarlo debido a que era mucho.

DongHae le había ofrecido a Heechul el comprarle lo necesario en el entretanto, pero la propuesta había sido dejada de lado por el ajetreo de redecorar la casa, arreglarla para las solitarias e incómodas noches de otoño con invitados de negocios de los alrededores, y mantener lejos a Kangin.

—¡Heechul! —gritó de nuevo mientras corría.

El pincelazo azul que representaba el cielo en el lienzo, era más brillante que el azul real de este, pero no era ni la mitad de brillante que los ojos de Heechul, quien se volvió hacia DongHae, alzando la brocha y abriendo su boca roja de sorpresa.

—¡¿Qué pasa?! —gritó, tirando el pincel en la arena y corriendo hacia DongHae—. ¿Qué ha pasado?

DongHae lo levantó en sus brazos, apretándolo, jadeando de alegría.

—¡Vienen para acá! —Su corazón latía con fuerza, haciéndole vibrar el pecho, y sintiendo como si pudiera ser capaz de saltar en el aire y volar con Heechul junto a él.

—¿Quién? —jadeó Heechul.

—¡Todos!

—¿Tu familia?

—¡No! ¡Gracias a Dios Lobo! —Rió DongHae—. ¡Siwon! ¡Y también Hyukjae y Yesung! ¡Heechul, él viene! ¡Él viene!

Se abrazaron con fuerza, las olas del mar golpeando la orilla y las gaviotas graznando por encima de ellos.

—Estoy tan contento, alfa mío —dijo Heechul finalmente—. Estoy emocionado por verlo también. Tu alegría es mi alegría.

DongHae lo besó en la mejilla.

—Gracias.

—Si vamos a tener invitados, entonces hay mucho por hacer. Voy a necesitar que Ren y los demás alisten las habitaciones —dijo Heechul, obviamente comenzando una larga lista en su mente sobre qué, quién, cuándo y dónde. Heechul había estado solo desde que se mudaron de la ciudad, alejándose de sus amigos, y parte de la alegría de DongHae era para él también del hombre que enviaría a alguien más tarde. Era evidente que la mente de Heechul estaba ahora en la planificación y las fiestas, y DongHae estaba listo para ponerse manos a la obra.

Una hora y media más tarde, la servidumbre correteaba alrededor del segundo piso de la casa, abriendo las ventanas y ventilando las habitaciones, poniendo sábanas limpias y quitando el polvo donde ningún trapo había sido pasado en años. Heechul se situó en el medio del comedor, midiendo la larga mesa, con la cabeza inclinada y su cuello expuesto.

Palmeó distraídamente su mejilla.

—Ahora, ¿qué vamos hacer con los asientos? Necesitamos más sillas. No debería haber enviado tantas a tapizar. —Chasqueó los dientes—. Y por supuesto, tu alfa necesita ser mantenido lejos de tu odioso primo.

—Me encanta cuando hablas sucio de mí —dijo Kangin desde la puerta de la cocina. Entró con un trozo de pastel de nuez en mano, como un granjero, sus labios brillaban por el relleno de mantequilla—. Hazlo otra vez.

Celo de Amor (Libro II, Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora