VI

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Paseaba por lo largo y ancho de su habitación, mordía sus uñas con nerviosismo y luego acomodaba su ropa por enésima vez frente al espejo.

—¡Basta, detente! —se decía a si mismo secando su sudor con una toallita.

Estaba a nada de un colapso nervioso ¿La razón? Iría a ver al chico con el que bailó hace unas semanas del cual no sabía quién era, su nombre, su edad, o algo más que no fuera su aspecto físico por sobre una máscara.

¿Había hecho bien al confiar en el hermano de Shoto? O articulando mejor la pregunta, ¿Había hecho bien al confiar en Dabi?

—¿Qué estoy haciendo?... —susurra para sí mismo sentándose a la orilla de la cama.

Nunca se había puesto así por nadie, en primer lugar ¿Cuál era su afán por encontrar al chico misterioso? Hasta hace poco, siquiera se hacía la necesidad de "conseguir" amigos. Nunca fue bueno haciéndolos, la única amiga que tenía en Japón antes de irse a los 6 años, era su vecina Ochako. En Estados Unidos fue aún más difícil hacer amigos, los niños lo molestaban por cosas que ya ni siquiera recuerda... O que decidió solo ya no hablar ya que luego solo dejaron de prestarle atención.

Era, técnicamente, solo un fantasma en la vida de los demás.

Si no fuera por Melissa quien lo acogió como amigo suyo luego de dos años, quizá hubiera llegado a la adolescencia sin alguien cercano para hablar que no fuera su madre.

Por eso quizá a veces no se da cuenta de las intenciones reales de las personas.

Ahora no se queja de con quienes pasa tiempo, sus compañeros son realmente agradables y cálidos, pero en su cabeza está un constante "es su último año juntos, no quieren tener malos recuerdos con nadie. Pronto cada quien hará su propia vida".

Los pensamientos inundan su cabeza y decide sacar una moneda.

—Es tonto, pero...—La hora acordada se acerca, así que tiene que decidir rápido. —Cara, sí voy; corona, debo quedarme en casa y ver novelas Turcas con mi madre.

Lanza la moneda y observa como da vueltas en el aire, tan rápido que a penas le da la oportunidad de respirar.

La atrapa, cierra los ojos y desea intensamente que esa moneda le de la respuesta que necesita.

Con miedo, abre un ojo y comienza a dejar a la vista la moneda, así poco a poco hasta que la destapa completamente.

Sonríe medio de lado y se levanta de la cama, su celular vibra en el buró notificado una alarma de "evento importante" y la atiende de inmediato, pues en la palma de su mano, se observa la cara de la moneda hacia arriba.

[•••]

Esperaba cada vez con más desesperación, no había ni un alma en pena con él. Al parecer la tienda de conveniencia había cerrado ese día, y la estación estaba vacía. El frío comenzaba a calar en los huesos y comenzó a sentirse enfermo.

¡Achú! —succionó su nariz y se abrazó a sí mismo. —Espero esto valga la pena... —Justo ahora, lamentaba su decisión.

Comenzó a caminar de un lado a otro, tratando de entrar en calor y a su vez, preparar mentalmente qué haría y qué diría cuando volviera a ver al chico misterioso.

"Te he estado buscando por todas partes" sonaba un poco a telenovela, pero su rostro enrojeció cuando su corazón dio un vuelco cuando repitió la frase pensada, se sintió cursi.

Pero quedó hecho de piedra cuando a lo lejos alcanzó a divisar una figura conocida. Dabi al fin se hizo presente e iba hacia él.

—Hola... —Saludó el que recién llegó.

Luna Sangrienta |Bakudeku-Katsudeku|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora