Prólogo

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El destino pintó su amor. Eugene iba a amar a Mylo hasta el final de los tiempos, porque sus almas se pertenecían, estaba tallado en piedra, como la verdad absoluta, una fórmula escrita en el libro de la vida, era lo que debía ser.

Y se amaron como solo dos adolescentes pueden hacerlo... Aunque una inevitable despedida llegó a tocar a su puerta. Por mucho amor que existiese en sus corazones, sus futuros discernían.

Un adiós dispuesto en los labios, fue lo último que se dijeron, en silencio se ausentaron en la historia del contrario. Dos amantes cuyos caminos se separaron.

Eugene creyó que el tema del amor se había acabado para él, esa fue su verdad... Antes de conocer al pequeño omega de ojos miel que escondía sus orbes tras un par de lentes de vidrio grueso, poseedor de una dulce sonrisa empalagosa, que resaltaba entre sus rechonchas mejillas que eran fácilmente enrojecidas. Un bonito prospecto que llegó desde la ciudad, con una marca rota y un pequeño niño de su mano.

Quizá no era tarde para el alfa, como él tanto aseguraba.

Más allá del destinoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant