Bienvenida A Casa

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Eran las nueve de la mañana y ya habían anunciado el vuelo, estaba cansada, tenía hambre y sueño, al fin podía sentarme y descansar.

—Buenos días, ¿café? —me ofreció la sobrecargo.

—Oh sí, muchas gracias —sonreí tomando el café.

Era lo que me hacía falta, me encanta el café, podría decir que tengo una obsesión con él, puedo tomar hasta veinte al día, no lo hago, pero podría.

Mientras llegaba a Indiana, escuchaba música, me asomé por la ventana, parecía que estaba en una película.

No sé en qué momento me dormí pero cuando abrí los ojos la gente estaba bajando del avión así que me levanté rápido y bajé también.

Estaba nerviosa y emocionada, vería a mis padres después de tres años.

Estaba bajando por las escaleras eléctricas y a lo lejos vi un cartel que decía «Bienvenida a casa, Stella».

En cuanto vi a mi mamá, en mi cara se pintó una sonrisa enorme, que luego se borró y comencé a llorar cuando vi a Steve deteniendo el cartel.

—Hola, mi amor —me abrazó.

—Hola ma —sollozando.

—cachorrita —me sonrió.

No respondí, no podía, lo extrañé mucho, tengo una relación muy linda con mi hermano, eramos como mejores amigos y volver a verlo me hizo sentir muy feliz.

—Hola, tonto —pude decir al fin mientras lo abrazaba.

—¿Okay?, alguien me extrañó mucho —dijo mientras reía.

—Mucho es poco —lo apreté más.

—Vamos chicos, vayan por las maletas, su papá espera en casa.

No lo solté, parecía una niña chiquita pegada a su hermano, subí a su espalda.

—bien, creo que no escuchaste a mamá.

—Lo hice, pero no quiero separarme de ti de nuevo, estúpido.

Me bajé rápidamente para tomar todas las maletas y volví a subir a su espalda.

Steve reía mientras tomaba algunas de las maletas y me cargó hasta el auto, la gente nos veía raro pero no me importaba.

—Dios, Stella bájate, tienes dieciocho años.

—Creo que en esos tres años no maduro, bájate ya, las maletas pesan.

—Lo hice, lo prometo —bajé de su espalda.

—Suban al auto.

Íbamos en el auto nuevo de mamá, supe que era nuevo por el olor que había en él.

—¿Cómo te fue en el viaje? —preguntó mirando por el espejo.

Me alegraba demasiado que no tocara el tema de la escuela, aunque sé que llegando mi padre lo primero que hará será culparme.

—Bien ma, estaba muy cansada, me ofrecieron café y me dormí todo el vuelo.

—¿Adivina quién muere por verte?

—No sé, ¿quién?

—¿Te acuerdas del niño de las perlas?

Asentí rápidamente con una sonrisa, recordé a Dustin.
Es tres años menor que yo, ahora tiene quince y no puedo esperar a verlo, nunca olvidaría a ese chico.

My Freak | Eddie Munson | Terminada ✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora