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♪ ─Stare at the photograph suddenly takes me back, the promises roll off your breath...

Tiempo, seis simples letras con tantos significados a la vez. Muchos viven limitados por su pasado, otros tantos preocupados por su futuro, y pocos son los que viven el presente.

La pequeña ___ de hace algunos años se enfocaba en su futuro, imaginando diferentes escenarios en su mente, afortunadamente la ___ del presente se centraba en esto, en el presente, en vivir cada minuto como si fuera el último.

Disfruto lo que le quedaba de tiempo con Camilo y André, una vez que estos regresaron a clases y ella logró arreglar todo lo de su horario, aprovecho el tiempo restante para terminar de conocer el lugar.

Descubrió que justo frente a su departamento vivía una anciana de algunos sesenta años de edad llamada Rocío, junto con su nieta Anaís, una joven que casualmente tenía la misma edad de la Montero, realmente no tardo mucho en hacer amistad con las mujeres. Justo a lado de ellas vivía una pareja de casados con su recién nacido, una bebe llamada Rosa, o como a ___ le gustaba llamarle, Rosita. Se podría decir que fue bien recibida, al menos por sus vecinos.

Curioseando por el departamento, encontró dos habitaciones más, aunque estaban completamente vacías, excepto por una en la que había una pequeña estantería montada con unos cuantos libros, en su mayoría polvorientos. Pero por algún motivo, ___ había quedado fascinada con la habitación, por lo que con permiso de los chicos se tomó la molestia de re-decorarla un poco, y era ahí donde pasaba la mayor parte del día, al menos hasta que Camilo llegaba.

André solía llegar por las noches, ya que sus clases habían cambiado este año, por lo que la pareja tenía unas cuantas horas a solas. Solían hablar sobre lo que hicieron durante el día, aunque normalmente era Camilo quien contaba las cosas, pues ___ no salía mucho de casa. Y claro, una sesión de cariños no podía faltar.

Finalmente, preparaban la cena, aunque una vez más, Camilo se encargaba de todo, la Montero simplemente se sentaba a admirar lo bonito que era su novio y si es que lo necesitaba, ayudaba con alguna tarea fácil como era pelar un jitomate o cortar una cebolla.

Cuando André llegaba comenzaban a cenar mientras platicaban de alguna cosa sin sentido. ___ había descubierto que el moreno tenía un gran sentido del humor, siempre lograba sacarle una sonrisa, también noto que el joven tenía un par de tatuajes, aunque aún no se sentía en la confianza de preguntar por sus significados, aunque la curiosidad la mataba, pues nunca había conocido a nadie con rayas en la piel.

Si le preguntabas a ___ cuál era su momento favorito del día, sin duda era la hora de irse a dormir. Adoraba el momento en que se iba a colocar su bonita pijama de seda en tonos amarillos –que Camilo amaba– y recostarse a lado de su novio, quien la recibía con los brazos abiertos, comenzando así con lo que a la Montero solía llamar "ritual de sueño".

¿Y en qué consistía este "ritual"? Bueno, básicamente era ella recostándose en el pecho del Madrigal mientras este esparcía pequeñas caricias por su pelo y rostro, y bueno, porque no alguno que otro beso. Así hasta que ambos se quedaban dormidos.

A la mañana siguiente era ella quien se encargaba de despertarlo a él, no sin antes de admirar la tranquilidad que emanaba al dormir, su pecho subiendo y bajando con suavidad, sus labios ligeramente entreabiertos y sus rizos esparcidos por la almohada. Jamás se cansaría de decir que era perfecto. Iniciaba acariciando su mejilla con suavidad, en busca de despertarlo, pero normalmente no funcionaba al primer intento, por lo que fácilmente podía durar así cinco minutos. No era hasta que el Madrigal entreabría sus ojos con una pequeña sonrisa y tomaba a la Montero por la cintura para plantarle un corto beso, que ambos abandonaban la comodidad de su cama.

No había mejor manera de comenzar el día.

Y si, tal vez su primera semana fue un poco rutinaria, pero por primera vez no le molesto del todo, amaba este tipo de rutinas. 

Promesa; Camilo M.Where stories live. Discover now